Tres novelas extrañas se asoman a esta sesquidécada. La primera de ellas es Guapa de cara, de Rafael Reig. Se trata de una historia de búsqueda en la que se mezcla el misterio, lo irreal y la distopía urbana. Quizá demasiados ingredientes para una obra que no pretende ser ambiciosa y que se queda en eso, en un divertimento. Rafael Reig era uno de mis escritores preferidos entonces, más por los artículos de prensa que por las obras largas, aunque siempre tenía momentos de prosa brillante que merecían su lectura. Creo que esta novela se puede leer hoy como un ejercicio de crítica literaria para asomarse a las experimentaciones que abrieron paso a la narrativa actual. Bueno, tal vez, rescatar el Madrid inundado de canales sea también una buena manera de reflexionar sobre la libertad de las terrazas.
También producto de su época es Una noche de perros, de Hugh Laurie, el célebre doctor House, la serie televisiva. Se trata de una novela negra que aborda con bastante éxito algunas de las claves del género. Sin entrar en la originalidad o en su trascendencia, es una novela que se lee con agilidad y que tiene sus momentos interesantes. Se le puede dar una oportunidad.
Por último, recomiendo, esta vez sí, sin concesiones, la novela autobiográfica de Mohammed Chukri, El pan desnudo (o la traducción en català que leí: El pa de cada dia). Como una versión del Lazarillo moderno, el protagonista tiene que sobrevivir a una infancia dura en las calles de diversas ciudades norteafricanas. Un relato duro, intenso, lleno de miseria pero también de valentía y un punto de esperanza. De las tres novelas de esta sesquidécada, la única llamada a convertirse en un clásico.