Decía José Martí que "hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro". En octubre de 2000 conseguí cumplir la que me faltaba, que era escribir un libro. En esta sesquidécada recordaré aquel De civilitate: escrits i dansa sobre l'Humanisme, una obra de encargo de la que fui editor y en la que también participé como biógrafo y compilador.
Por aquel entonces, se había organizado en Valencia "Cinc segles", un conjunto de actividades culturales alrededor del quinto centenario de su universitad, y andaba yo todavía enredado en cursos de doctorado y documentando mi proto-tesis. Mi amigo Vicent-Josep Escartí, con quien había colaborado en algún artículo universitario, me puso en contacto con Toni Tordera para que preparase una recopilación de textos de tres grandes humanistas alrededor del tema de la civilidad o urbanidad: Juan Luis Vives, Erasmo de Rotterdam y Tomás Moro. Además, se incluirían unos textos y reflexiones del coreógrafo Santiago Sempere, quien montaría un espectáculo con ese mismo hilo temático. En aquel proyecto participaron también con biografías o artículos los periodistas Martí Domínguez y Enric Sòria, además del propio Escartí.
El encargo me tuvo ocupado varios meses. Recuerdo que pasé el verano picando textos -apenas había obras digitalizadas-, corrigiendo y componiendo con un portátil Toshiba que me había comprado de segunda mano. Fue una labor muy motivadora que me obligó a revisar y seleccionar citas de entre los muchos escritos de los tres humanistas, ya que en una de las partes del libro, se recogían esas citas como si se tratase de una tertulia entre los tres, para que casi resultase creíble ese encuentro ficticio. También me ocupé de la biografía de Erasmo, al que admiraba con devoción.
No puedo decir que el libro fuese un éxito en las librerías y, si no recuerdo mal, solo me enviaron, años después, un ingreso irrisorio de derechos de autor. Era un libro muy específico para una ocasión muy circunstancial. Sin embargo, estuve -y estoy- muy orgulloso de haberlo sacado a la luz y de verlo hoy en el escaparate de los Google books, con esa satisfacción de haber cumplido con la tercera de las exigencias de la vida que mencionaba José Martí.
No cerraré esta sesquidécada sin mencionar otros dos libros que leí en aquel octubre de 2000 y que os resultarán tal vez más divertidos e interesantes. Rabos de lagartija, de Juan Marsé y La soledad era esto, de Juan José Millás. El primero, que ganó en su día el Premio Nacional de Narrativa, es una novela ambientada en la Barcelona de mediados del siglo XX, con unos personajes entrañables y una trama muy bien contada. La soledad era esto, en cambio, es una novela de los 90, con el sello personal de Millás, probablemente una de las mejores para mi gusto, y que prefigura ya muchos de sus rasgos de estilo.