Este inicio de curso viene cargado de novedades, sobre todo al hilo de la implantación de los nuevos currículos de Secundaria y Bachiller. Al margen de las cuestiones políticas, el desarrollo del currículo insiste en la aplicación de metodologías activas en el aula: trabajo por proyectos, clase invertida, uso de las TIC, fomento del trabajo en equipo... Es una exigencia curricular, con un apremio mayor que el que se vislumbraba en la LOE o en la LOGSE, donde aparecía como una declaración de intenciones algo difusa entre demasiados objetivos y criterios de evaluación. Esa exhortación al cambio metodológico viene también recogida en el BOE de enero de 2015, de modo que ni siquiera la derogación o paralización de la LOMCE debería servir de coartada para eludir nuestra obligación de revisar métodos y práctica docente.
No voy a hablar del trabajo por proyectos, porque de ABP podéis encontrar ya en este blog muchas reflexiones; tampoco hablaré de clase invertida, pues hay muchos colegas, como Manuel Jesús Fernández, compartiendo experiencias que os pueden servir de acicate y modelo. Voy a hablar de docencia compartida, una metodología no muy habitual que se puede combinar con todas estas otras novedades que van surgiendo. Aquí os hablaré desde mi experiencia personal, aunque podéis encontrar en la red materiales interesantes bajo otras perspectivas, como, por ejemplo, los recogidos en unas Jornadas sobre Docencia Compartida en Canarias.
Llevo desde el año 2008 poniendo en práctica la docencia compartida junto a Elena Cervero, una compañera de mi departamento de Lengua. Se trata de impartir clase en un aula los dos docentes de manera conjunta, sin desdoblar el grupo y sin segregar alumnos con dificultades. Aplicamos este método en los grupos de 2º de ESO, donde hay diversas posibilidades de atención a la diversidad: desdoble (dividir el grupo en dos mitades similares y homogéneas), grupos flexibles (segregar al alumnado con mayor dificultad en un grupo reducido) y docencia compartida. ¿Por qué optamos por esta última? Porque nuestro centro tiene grupos muy complejos con alto índice de fracaso y pensamos que las dos primeras opciones no satisfacían las necesidades reales del alumnado. Con la docencia compartida podemos articular una intervención más eficaz y versátil en todo momento; también permite convertir el aula en un gran taller polifuncional, algo que nos ha permitido llevar a cabo con éxito proyectos como "20 años después..."
Expliqué hace unos años las ventajas e inconvenientes de la docencia compartida. Pasado el tiempo sigo defendiendo la mayoría de ellas y añado algunas actualizadas:
- Todas las decisiones que se toman en el aula han de ser consensuadas previamente, por lo que resulta difícil incurrir en fallos o cometer descuidos.
- Se toma conciencia de los aciertos y errores de cada uno de los profesores y se complementan sus habilidades.
- Se aceptan términos medios en metodologías dispares.
- Se establecen criterios de evaluación mucho más precisos a la hora de calificar.
- Se puede estar en varios sitios a la vez (uno se queda en el aula y el otro va a por material, por ejemplo)
- Nunca se pierde clase por falta de un profesor.
- Se pueden manejar materiales distintos o trabajar distintas tareas en una misma clase.
- Se da respuesta inmediata a cualquier contingencia.
- Hay una mayor atención a la diversidad; por ejemplo, uno de los docentes puede atender durante más tiempo a un alumno con N.E.E. mientras el otro sigue el ritmo normal.
- Se pueden aplicar de manera inmediata y con mayor justicia las normas de convivencia; por ejemplo no hay que parar la clase si hay un alumno disruptivo, pues un docente lo acompaña fuera y llama en el mismo momento a la familia si es preciso.
- Hay menos liderazgo en las aulas y se 'democratiza' el espacio.
- Se puede gestionar el aula como un taller de trabajo (ideal para el ABP)
- Se puede dividir el aula en dos grupos separados si se necesita puntualmente.
También algunas dificultades siguen presentes, sobre todo las referidas a la falta de horas para coordinarnos fuera del aula, aunque el principal problema es que la administración nunca nos ha garantizado recursos para mantener esta metodología y tenemos que luchar por ella año tras año (para este curso que empieza, por ejemplo, por ser malos nos quedamos sin ello).
Llegados a este punto, debo aclarar que esta metodología está indicada sobre todo para 1º y 2º de ESO, donde muchos centros suelen (o solían) contar con horas de refuerzo para profesores de asignaturas instrumentales, generalmente, o para los planes de atención a la diversidad. También señalo que en nuestro caso somos dos docentes de la misma especialidad y con la misma responsabilidad en el aula, tanto para la docencia como para la evaluación. Me consta que hay experiencias similares con un profesor de secundaria y un maestro de Pedagogía Terapéutica; en esos casos, el reparto de roles sería distinto.
Para los que se planteen trabajar de este modo en sus aulas, ahí van algunas recomendaciones:
- Los docentes implicados deben compartir, al menos, una misma visión de la Educación, teniendo claras las funciones del docente y las necesidades del alumnado.
- Se necesita consensuar previamente los criterios de calificación, privilegiando el cumplimiento de las tareas sobre la nota de los exámenes.
- Se debe reducir al mínimo la explicación teórica, pues la presencia de dos docentes garantiza que las dudas se resolverán en la medida en que se realizan las tareas. Importante: las tareas se realizan en el aula y se limitarán al mínimo los deberes para casa.
- Los docentes actúan como supervisores de aula en igualdad de condiciones, aunque en alguna tarea puntual puedan asumir el control único en función de sus habilidades.
- Hay que reservar horas (generalmente fuera de horario) para planificación, seguimiento y evaluación de los grupos compartidos.
- La evaluación ha de ser siempre colegiada.
- Trabajar dos docentes en el aula significa para los alumnos doble atención, no la mitad de trabajo para los docentes.
- Es conveniente preparar alguna autoevaluación para monitorizar la práctica docente.
Como digo, llevamos siete años trabajando así y, en cuanto nos dejen de nuevo, volveremos a ello. Los alumnos del máster de secundaria que vienen a ver nuestras clases suelen llevarse una grata impresión, a la vez que se sorprenden porque no habían oído hablar nunca de esta posibilidad. Os animo a que lo probéis, sobre todo porque hay que abrir las puertas del aula y romper de una vez por todas con la imagen del profe como lobo solitario que soporta en silencio sus alegrías y tristezas a puerta cerrada.
Crédito de la imagen: 'compass04'
12 comentarios:
Me gusta una de las claves que apuntas, Toni: abrir las puertas del aula.
He trabajado en dos ocasiones así con una PT, con la que comparto la misma visión de la educación, y con una compañera de departamento en forma de apoyos dentro del aula. Me parece que tienes razón, es una forma de trabajar muy enriquecedora y que puede llevar a buenos resultados. Creo que no se usa màs porque hay muchos compañeros que no quieren a nadie en su clase. Y también estoy contigo en que hay que abrir las puertas del aula, literal y metafóricamente.
Besos.
Una gran iniciativa. Deberíamos fomentarla en todos los niveles, desde infantil a la Universidad, y cambiarían muchas cosas. Un saludo.
Nosotros lo tenemos implantado en 1ESO. Es una experiencia muy gratificante desde todos los puntos de vista (alumnos, profesores) pero hay que querer. Lo digo porque en mi centro se han creado las "parejas de baile" desde dirección y eso ha ocasionado algún q otro problemilla porque lo que sí q es cierto es que debe haber una sintonía especial entre los codocentes y una idea similar de la educación y el trabajo en el aula. A ver q nos depara este curso!
Me parece interesantísima la experiencia.
Qué oportunidad nos das para proponer la docencia compartida en el primer claustro del curso y la reunión de reparto de cursos en los departamentos. Muchas gracias, Toni💕
La única vez que he podido practicarla fue el curso pasado en el IES Cartima, con una compañera que asumió el Refuerzo de Lengua. Fue un verdadero éxito. Importante: son recursos complementarios. ABP es mucho más viable si creamos aulas compartidas.
Más allá debería ir la próxima Ley, gracias a un nuevo consenso como el que está surgiendo en redes de docentes y nuevos partidos.
Hemos tenido oportunidad de hablar varias veces de tu experiencia en docencia compartida y me parece una magnífica propuesta, más si cabe en centros con alto índice de fracaso escolar. Yo hice una pequeña incursión el año que estuve en el Jordi de Sant Jordi, juntamos dos cuartos y dimos Atención Educativa dos profes juntas. Así pudimos trabajar proyectos como el Piénsame el amor y leer edipo para después verlo representado en los Ludi Saguntini. Todo fueron ventajas. Lo que no se entiende es que sabiendo los óptimos resultados que proporciona esta práctica, este año no os hayan facilitado las cosas para que lo llevéis a cabo, en fin... Hoy me he enterado que daré clase en 1º y 2º, bueno, también en 3º y 4º pero tampoco tendré la suerte de probar la docencia compartida. En este IES lo que hacen es desdoblar. Es lo que tiene llegar de repente y no poder participar de casi ninguna decisión. Feliz comienzo :)
Hola Toni:
Me apunto la entrada para leerla con más calma pero no puedo resistirme a dejarte dos comentarios casi anecdóticos. Primero y por deformación profesional, no he podido evitar pensar que en informática, dentro de las metodologías ágiles, existe lo que se llama el Pair Programming.
https://es.wikipedia.org/wiki/Programaci%C3%B3n_en_pareja
Por otro lado, siendo niño, tuve dos profesoras que se complementaban muy bien y colaboraban continuamente. Cada una tenía su tutoría pero eso no les impedía, por ejemplo, intercambiar ciertos niños para ciertas clases. Treinta años después, en nuestro recuerdo, es casi como si hubiéramos tenido docencia compartida.
Un saludo, Domingo.
Como sabes, yo he tenido la suerte de compartir docencia con un maestro terapeuta. Bien es verdad que la responsabilidad es distinta al modelo que tú has experimentado, pero mis recuerdos son muy buenos. Buenos en una doble dirección: por el excelente resultado con los alumnos y por los vínculos de amistad y profesionalidad que se crearon.
Al hilo de lo que dice Lorena, diría que más que "hay que querer", los componentes de la pareja "se tienen que querer". Tiene que haber un "feeling" profesional que allane las discrepancias, los distintos "modus operandi". Todo esto con el afecto y el respeto se subsana y, entonces, la clase es una gozada.
Solo he tenido esta experiencia una vez y fue fantástico. Guardo un gran recuerdo de esa compenetración que sentía hacia mi compañera en la clase de segundo de ESO. Luego he compartido una tutoría con una gran compañera y guardo también un recuerdo magnífico. Pero los profesores en mi instituto rechazan esta entrada en el aula de otro profesional. Y yo pienso que debe haber afinidad entre los dos. No cualquier docencia compartida es positiva. Depende de quien te toque. Es un tema delicado pues no con todo el mundo hay la misma cercanía docente. Tú con tu compañera estás muy bien y has llevado a cabo proyectos interesantes. A mí me gustaría algo semejante. Pero depende. El equipo de trabajo debe avenirse muy bien.
Aunque en muchas ocasiones existe un rechazo de los docentes, que se sienten invadidos, a mí me parece una práctica tremendamente aconsejable con todas las ventajas que apuntas. Este curso pasado lo hemos llevado a cabo dos veces por semana (laramente insuficiente) pero ha resultado muy, muy positivo. Esta semana lo he planteado en el nuevo departamento y ha tenido buena acogida, pero los mecanismos burocráticos están muy implantados y creo que será difícil llevarlo a cabo. A ver si hay suerte.
Hola. En mi centro, el IEs Herminio Almendros de Almansa, solo hace esto (lo llamamos apoyo inclusivo) mi dpto, de lengua. Pero con diferencias: no evaluamos ambos, un profe prepara y el otro apoya y el dpto pone la norma de dar clase práctica y no dar nada nuevo, solo repaso, creación y comprensión. El problema es no todo profe titular respeta eso. De todas formas, aunke siempre temo su desaparición, apuesto por ello claramente: cuando se hace bien es emocionante. Un saludo.
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