31 marzo 2024

Lo radical es educar

 

Es complicado escribir un libro o dirigir una película sobre educación sin caer en tópicos, en excesos, en estereotipos o en dramas. Es complicado porque en el día a día de los docentes nos acompañan los lugares comunes, las situaciones extremas y los dramas, demasiados como para caber en una película. Así que, cuando un profe va al cine con la mirada puesta en una trama educativa, casi siempre está predispuesto a no espantarse de nada, a aceptar que lo que verá en pantalla será una especie de dejà vu mejor o peor contado.

Así acudí al estreno de Radical, la película de Cristopher Zalla que todavía podéis ver en cines (si vivís en una ciudad grande). Acudí con la idea de compararla con las otras dos películas de profes que he visto en los últimos meses, Sala de profesores y El maestro que prometió el mar, de las que ya he hablado en este blog. Solo sabía que se basaba en una historia real sobre un maestro mexicano, así que me enfrenté a ella solo con los prejuicios que ya he comentado arriba. Y fue un gran alivio saber que todavía hay películas sobre la Escuela que me pueden sorprender.

Al margen de la historia principal que hace saltar a la fama la historia de este maestro, una historia que lamentablemente es tan maravillosa como excepcional, lo que más me interesa de la película son los temas educativos que va abordando con esa naturalidad con la que convivimos con ellos a diario (lo que en redes sociales dirían "melones para abrir"). Esos temas van desde el sentido de la educación, el valor de las pruebas externas y estandarizadas, las necesidades de compensación educativa, el absentismo, las metodologías activas, el enfoque competencial, el papel de la inspección educativa... Muchos temas que, evidentemente, se quedan apenas esbozados, pero que mueven al espectador hacia una reflexión crítica sobre el sistema educativo. Sin entrar en los momentos más dramáticos, cabe decir que muchas de las situaciones que aparecen en la película las vivimos con bastante asiduidad, al menos en la escuela pública, y eso sí que duele, porque creo que más de un espectador se va con la sensación de que ciertas cosas solo pueden ocurrir en países con altos índices de violencia, pero no es así, les pasan también a nuestros alumnos, a nuestras familias. Y da igual si detrás de cada uno de ellos está o no un futuro premio Nobel, porque lo que de verdad importa es que, detrás de cada uno de ellos, hay un niño o niña que espera y desea un futuro mejor, y está muchas veces en nuestras manos ayudarlos a alcanzarlo: Para ello, menos exámenes y más acompañamiento diario, porque lo radical no es filtrar al mejor, sino educar a todos para que lo sean cada cual a su manera.

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