Pues ya estaría: las sesquidécadas cumplen 15 años y con ello se muerden la cola, recogiendo lecturas contemporáneas a su aparición como género en este blog. Esta circunstancia exige una nueva norma, la de no reseñar como lecturas añejas las propias relecturas que exigía la sesquidécada, lo que nos llevaría a un bucle de lecturas sin fin. Decía en aquel enero de 1994:
...he decidido empezar una de esas colecciones inútiles que pienso ir publicando en el blog mientras me duren las ganas y no haya algaradas entre los visitantes. Se trata de recuperar algunas de mis lecturas de hace quince años (...) he recuperado los repertorios en los que voy apuntando todas esas lecturas y, de ellos, seleccionaré no más de tres lecturas por mes. ¿Por qué quince años? Quizá porque esa es la edad de algunos de mis alumnos y con ello cierro una especie de círculo lector: recuerdo lo que leía yo cuando nacieron quienes han de leer ahora. Como no tenía un buen nombre para este coleccionable, he probado a inventar sesquidécada -y que me perdonen los académicos-, que funciona de igual modo que "sesquihora" o "sesquicentenario".
Ahora que está tan de moda el metaverso, conviene recordar que es un término que tiene largo rodaje en la ciencia-ficción. Precisamente, la primera novela de esta sesquidécada es Snow crash, de Neal Stephenson, una distopía futurista en la que aparecen palabras que luego tendrían gran éxito, como avatar. Al igual que ocurre con Neuromante, de William Gibson, se trata de un relato encuadrado en el género del ciberpunk, con referencias al mundo de la tecnología, internet, los videojuegos y otros aspectos más prosaicos de la vida urbana, como el oficio de repartidor de pizzas, las franquicias o los hackers. Una novela imprescindible para los amantes del género.
Esperaba que llegase el momento de llevar 15 años de sesquidécadas, ¿y ahora qué piensas hacer? Como persona que sigue estos resúmenes y tus balances educativos, espero que continúes ambos
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