También para la biblioteca adquirí El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon, una novela que tuvo bastante tirón en su momento y que no hace mucho se llevó también a los teatros. El protagonista es un chico Asperger con memoria eidética, casi un Sheldon Cooper avant la lettre, con todos los condicionantes que ello tiene para una vida en los entornos sociales "normotípicos". La trama se mueve entre la aventura, la intriga y las matemáticas, entre la incomunicación y el afecto. Una novela diferente que hace sonreír en más de una ocasión.
El último libro es un ensayo muy particular sobre educación, un libro al que le tengo mucho aprecio: Mal de escuela, de Daniel Pennac. No soy gran lector de libros de educación, quizá porque tengo ya bastante ración diaria con lo que me llega a través de mis redes. Sin embargo, el libro de Pennac lo he leído un par de veces después de aquella primera lectura, porque no quiero que se me olviden las sensaciones y la empatía que sentí con el autor. Como dice Pennac, "este libro no es sobre la escuela y sus problemas, es sobre el zoquete, el mal estudiante. Es un libro sobre el dolor de no comprender. De esto no se habla, y es precisamente lo que no cambia: el dolor compartido del zoquete, sus padres y sus profesores, la interacción de esos pesares de escuela". Por suerte, siempre hay profesionales que confían en esos zoquetes y les dan una mano para salir del agujero. Y con esta cita de Pennac que encabeza mi perfil en X, despido las sesquidécadas de 2023. Que tengáis un buen año lector.
Basta un profesor -¡uno solo!- para salvarnos de nosotros mismos y hacernos olvidar a todos los demás.
Habría que analizar bien por qué algunos libros juveniles aguantan el paso del tiempo y otros enseguida suenan a "antiguos" a las neuevas generaciones, porque las recomendaciones escolares no siempre se actualizan para cambiar las propuestas del segundo grupo
ResponderEliminarCreo que los libros juveniles se diferencian poco de los adultos: tienen que servir para distraerse, para pasar un buen rato, sin pretensiones de moralizar ni de ser condescendientes con sus lectores. Por eso es también difícil encontrar libros juveniles que gusten a todos, por la misma razón que es complicado que un clásico guste a todo el mundo.
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