La primera novela es una delicia que no deberíais dejar pasar: Sueños en el umbral, de Fatima Mernissi, un relato evocador sobre el mundo de las mujeres en Marruecos. Narra desde los recuerdos de infancia de una niña la realidad femenina del harén, de las costumbres, deseos y esperanzas de esas mujeres que ocupan un espacio propio mientras tratan de conquistar otros que les están vedados. La manera de contar, el modo de describir los espacios, el ambiente general del relato y sus personajes nos van seduciendo casi con el encanto de los cuentos orientales.
En otra línea se mueve Alberto Méndez con Los girasoles ciegos, una novela dura y necesaria sobre la Guerra Civil y sus miserias, sobre la traición y la venganza, sobre algunas de esas historias tan crueles que no pueden haber sido inventadas. La estructura de cuatro relatos, interconectados por algunos personajes, narrados con diferentes técnicas, ofrece una visión poliédrica de la guerra y sus secuelas en el bando perdedor, salpicando de paso a los ganadores. Una obra imprescindible, de la que se filmó una versión cinematográfica.
Por último, entre las lecturas juveniles, me gustaría reseñar el clásico Kafka y la muñeca viajera, de Jordi Sierra i Fabra. Se trata de una fabulación a partir de una anécdota que se cuenta sobre Kafka, que consoló con un relato a una niña que había perdido su muñeca. Es una historia breve, exquisita y que incide en el valor de la literatura como construcción de mundos y de identidades. Muy recomendable.
Aprovecho también para recomendar, fuera del tope de las tres reseñas que marqué para estas sesquidécadas, otro clásico del momento, que he usado en el aula durante años y que me resisto a dejar de hacerlo: La bruja de abril y otros cuentos, de Ray Bradbury, del que ya he hablado en este blog.