La primera es ya un clásico: Tokio blues, de Haruki Murakami. Más allá de la broma de quedarse siempre a las puertas del Nobel, este autor me marcó en su momento con una novela extraña y cercana a la vez, algo complicado para un lector occidental poco acostumbrado a la literatura japonesa. Recuerdo que acabé de leerla y estuve varios días con esa sensación de haber disfrutado de una obra destinada a permanecer en el tiempo, como creo que finalmente ha sido. Curiosamente, he intentado en alguna ocasión volver a leer algo de Murakami y no me he decidido nunca a acometerlo, no sé si por miedo a perder aquella sensación de mi primera lectura o simplemente porque no ha llegado todavía el momento. En cuanto a Tokio blues, no voy a desvelar nada: os animo a que os metáis en ella con la inocencia del profano.
La última novela es La conjura contra América, de Philip Roth, una distopía política basada en acontecimientos históricos. La novela narra desde el punto de vista de la familia Roth los acontecimientos políticos durante la supuesta presidencia de Charles Lindbergh, que ha derrotado a Roosevelt. En esa situación se va acrecentando en los Estados Unidos el antisemitismo y el supremacismo, unas ideas que históricamente encajan en el personaje de Lindbergh, que fue en su momento portavoz del comité Estados Unidos Primero (America First Committee), ¿os suena? Es una novela muy interesante, a la que me gustaría volver en algún momento, porque intuyo que en ella aparecen muchos elementos que se han materializado en los últimos años, no solo en Estados Unidos.
Con esto, os deseo un feliz verano. Buenas y frescas lecturas.