En estos quince años, aunque he mantenido como en el primer momento la declaración de intenciones que encabeza el blog, la intensidad y la periodicidad de las publicaciones ha ido evolucionando. Podríamos decir que el blog ha crecido y ha ido adquiriendo también un ritmo acorde a los tiempos y a la propia trayectoria de este plumilla que escribe, algo que vaticiné cuando en 2008 recibí el premio Espiral Edublogs. Aunque mi arribada a Facebook no supuso ningún cambio, el aterrizaje en Twitter en 2009 fue provocando un abandono de la rutina bloguera, algo a lo que contribuyó también la decadencia de los RSS y los agregadores de noticias, que fueron durante muchos años el mejor modo de mantenerse al día en Internet. Con las redes sociales no había necesidad de escribir una nota explicando una actividad de clase o una opinión sobre un acontecimiento educativo. La inmediatez de Twitter se fue imponiendo a la reflexión pausada de los blogs, que poco a poco se fueron cerrando y desapareciendo. Sin embargo, este blog ha seguido vivo, en parte gracias a la serie de las sesquidécadas, esas reseñas de lecturas de hace 15 años, que, como pescadilla que se muerde la cola, van a enlazar en breve con su propio momento de nacimiento. Este blog se resiste a desaparecer y en él sigo publicando también memorias trimestrales de lo que ocurre en mi aula y en mi centro. A veces aparece algún texto de docencia-ficción, que sirve de refuerzo a mis opiniones en las redes; también he publicado en los últimos tiempos reseñas de libros o películas que tienen relación con la educación.
Hace cinco años reseñaba el gran cambio que iba a dar a mi carrera asumiendo la dirección de mi centro. Parece que fue ayer y ya soy un director veterano para algunos, cuando sigo viéndome como un novato día a día, algo parecido a lo que me pasa en las aulas, donde mantengo la misma actitud sorprendida y en permanente cambio que cuando abrí este blog. Tendría que dar muchas gracias en este aniversario: al blog por proporcionarme la coartada necesaria para sentarme a escribir sobre mis fallos y mis aciertos, pero sobre todo a esa maravillosa gente que me ha acompañado desde el principio o que se ha ido sumando con los años para aportar ideas, para hacerme ver otras perspectivas o simplemente para decir que no estamos solos. Ojalá sigamos otros tantos años más en compañía. Gracias.