En El vizconde demediado, la primera de esas novelitas, encontramos a un noble al que un cañonazo ha partido en dos, quedando en cada mitad las virtudes y los defectos separados. Los personajes de la película de Bollaín tienen también esa dualidad marcada, tan terribles como tiernos en pensamiento o en obra, polarizados en su propia interioridad, lejos del mundo de buenos y malos al que nos tiene acostumbrados el cine comercial. No sabemos si el anuncio de la boda de Rosa es el cañonazo que nos los muestra desgajados, pero nos gustaría pensar que el sacramento quizá sirva de sutura para muchos de ellos.
Creo que muchos conocen la segunda de las novelas, la de El barón rampante, ese joven aristócrata que decide un día encaramarse a un árbol y no volver a pisar el suelo. Rosa es la baronesa rampante, la hidalga que, en un destello de lucidez, en un arrebato de voluntad, se alza sobre ese fango que la tiene atrapada para aferrarse al mechón de la Fortuna, que todos sabemos que pasa fugaz y hay que asir con presteza para no claudicar ante el funesto destino. Estará tentada en más de una ocasión para bajar de las copas de sus sueños, estará a punto de apoyarse en una rama muerta o quebradiza, pero la voluntad son las alas de la vida y poco se resiste a su poderoso vuelo.
La tercera novela, El caballero inexistente, es la más críptica, la más oscura, pues relata el deambular de una armadura vacía, sin caballero en su interior. ¿Es nuestra protagonista una carcasa vacía? ¿Se puede vivir sin alma, vivir en alma ajena? Suena poético, pero en la vida real muchos viven sin vivir en ellos, viven para otros, por otros. ¿Cuál es el límite de nuestra renuncia? ¿Hasta qué punto podemos entregar nuestras vidas a los demás sin perder la nuestra? Es, como digo, el mensaje más triste del filme, el que te deja rumiando en silencio cuando se apagan las luces.
Pero no os engañéis, La boda de Rosa es mucho más que todas esas alucinaciones que os he contado, más producto de mis propias lecturas que de la intención de sus creadores. Es un canto a la libertad, a la locura, al libre albedrío. Es una lección de amor en todas sus vertientes: fraterno, filial, amistad... Es una reivindicación de la herencia, de la transmisión de emociones de madres a hijas, una reivindicación también de la nostalgia de una infancia en la que creemos que el futuro se puede coser igual que una tela. Pero, sobre todo, es una película de mujeres, de mujeres en positivo, mujeres que agarran el mundo por las solapas y lo sacuden hasta colocarlo en su sitio. Mujeres que tejen, mujeres que pinchan y cortan, como debería ser. No os la perdáis.
En Twitter hay una etiqueta de #CoserRelatos para compartir historias relacionadas con la película. Aquí podéis leer la mía:
Aquel sonido siempre era vespertino. Llegaba en verano al acabar la hora de la siesta y en invierno con el rosado crepúsculo. Era el sonido de la infancia, pero él eso aún no lo sabía... [hilo] ⬇️⬇️#CoserRelatos #LaBodadeRosa @Iciar_bodarosa #cineyeducacion pic.twitter.com/SNZIrtQopJ
— Toni Solano 🍏📚🍏 (@tonisolano) August 20, 2020
Buena entrada y muy buen trabajo el tuyo Toni.
ResponderEliminarMe gustaría proponerte para un seminario que venimos realizando en el IES Gregorio Marañón en el las Hurdes (Extremadura) desde hace tres años. Me pasó la idea Martín Núlez y Pedro Márquez. Sería online. Te contacto por aquí, aunque te sigo en Twitter, pero no puedo enviarte privados. Gracias de antemano
Gracias por tu comentario y tu ofrecimiento, pero en este arranque de curso es difícil encontrar tiempo para nada. Quizá más adelante. Dime tu usuario de twitter, porque no te localizo ;)
ResponderEliminarGracias Toni:
ResponderEliminarPuede ser más adelante, tenemos una sesión cada mes de unas 2 horas y media por meet.
La última será en marzo.
Soy Gus GonLópez
@elgusster en Twitter.
Buen inicio de curso.
Gus