Son muchos los casos de escritores a los que se les juzga más por los aspectos personales que por la calidad de su escritura. Hay incluso quien piensa que un escritor de baja catadura moral o humana no debería gozar del reconocimiento público en lo literario. En esta sesquidécada, traigo un libro de un autor que ha generado bastante rechazo como columnista y como protagonista de tertulias periodísticas. Se trata de Juan Manuel de Prada y de su novela Las máscaras del héroe.
Cuando en abril de 2004 leí esta obra, su autor ya había ganado el premio Planeta y el Nacional de narrativa entre otros, pero no había saltado aún a las televisiones como tertuliano. Me acerqué a Las máscaras del héroe con cierto recelo, por aquello de no fiarse de los premios literarios, pero me encontré con una obra muy interesante, que me impactó bastante, en especial por mi interés por la literatura del primer tercio del siglo XX.
Los inicios de Juan Manuel de Prada como escritor lo vinculan al estilo de Gómez de la Serna (ver por ejemplo su provocador homenaje de Coños), al Novecentismo y las vanguardias literarias. La novela está ambientada en esa España de la bohemia literaria, con un personaje histórico, Pedro Luis de Gálvez, como hilo conductor. Es una novela larga y llena de retórica, pero muy bien construida en cuanto a la ambientación y el manejo de los personajes. Peca en ocasiones de provocadora, con cierto efectismo tabernario en la línea de ese contexto del lumpen madrileño de borrachos y sablistas.
No he leído más novelas de Juan Manuel de Prada y me parece que su trayectoria en el periodismo lo ha limitado como escritor, ya que aquellos inicios prometían una carrera interesante. En su lugar, el periodista ha preferido cultivar una pose neotradicional también muy retórica y cargada de efectos, con la que se ha abierto un hueco en la prensa conservadora. Tal vez por eso resulta difícil volver a leer Las máscaras del héroe con una mirada despojada de prejuicios, como así demuestran algunas reseñas que he leído posteriormente. Por suerte, en algunos momentos, me vuelvo a encontrar con cierta lucidez en sus escritos. No todo está perdido.
Breve sesquidécada, épocas de menos lectura. Efectivamente el autor a veces condiciona demasiado la obra y bloqueas determinados libros o los lees diferente, un tema también para comentar en el aula.
ResponderEliminarGracias, eduideas. Tenía también en el listado "La soledad de los pirómanos" de Javier Tomeo y una novela juvenil de Espido Freire, pero la memoria no me ha devuelto ningún recuerdo de ellas ;-)
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