Llegamos a la última semana del curso y es momento de hacer balance de algunos de los extraordinarios acontecimientos que siempre se producen en el aula. Durante este año he tenido clase con un grupo de refuerzo de lengua de 1º de ESO y con un desdoble de compensatoria de 2º de ESO; además tenía tres horas de "proyecto futuro", con alumnado abocado al fracaso escolar, y dos horas más destinadas a convivencia.
En los grupos en los que supuestamente tenía que impartir clases de mi materia, hemos estado dedicando el tiempo a leer y a escribir, que eran las principales carencias con las que me he encontrado. Hemos leído mitos clásicos, una adaptación del Quijote y una antología poética. Los viernes, generalmente, los dedicábamos a ver cortometrajes o documentales relacionados con el plan lector: sostenibilidad y uso de la bicicleta.
Más complejidad tenía el grupo "Riu Sec", una concreción particular del proyecto futuro en la que la mayor parte del alumnado era de etnia gitana o de colectivos con problemas de adaptación al medio escolar. En la lista tenía a 15 alumnos, aunque pocas veces los he tenido a todos en el aula, bien por el absentismo frecuente o bien por los expedientes disciplinarios. A algunos de ellos los he incorporado a mis otros grupos, llegando a compartir hasta ocho horas semanales con ellos (si conseguían venir todos los días). Con este grupo, los avances curriculares han sido poco relevantes, ya que hemos ocupado la mayor parte de las horas en hablar de temas que les interesan a ellos. Aun así, hemos leído mitos, fábulas y algún relato de acoso escolar, hemos comentado noticias de actualidad, hemos conocido curiosidades sobre el mundo gitano, como la vida de Django Reinhardt, y hemos leído y recitado a Lorca. Incluso hemos disfrutado de alguna actividad extraescolar, como la celebración del Día del Pueblo Gitano.
De esta experiencia, a pesar de los sinsabores de muchas horas en las que he necesitado dosis extremas de paciencia y autocontrol, me quedo con la satisfacción de haber paliado en parte el absentismo de algunos de ellos, que han reconocido que venían solo los días que tenían clase conmigo o con "Casa Camarón", el otro apéndice del "proyecto futuro", en el que comparten tareas escolares artísticas con el alumnado de Aula CiL, de espectro autista. También me complace que los incidentes graves de convivencia se han reducido en cantidad y en intensidad, aunque falta mucho por hacer en este sentido para lograr una paz social. En las extensas horas de charla que he tenido con ellos he aprendido mucho: por qué no quieren venir a clase, qué hacen cuando no vienen, qué visión del mundo tienen en el seno familiar, qué valor le dan a la educación formal, por qué rechazan el apoyo educativo de las instituciones, a qué tipo de vida aspiran, qué necesitan del instituto, qué valoran de los docentes... Son chavales muy complejos, contradictorios, como casi todos los adolescentes, pero con el añadido de sentirse distintos, de no encajar en un mundo de "payos" con el que no tienen nada que ver. A menudo piden ser tratados de manera distinta, pero, a la vez, les molesta que se les trate diferente. Les gustaría que el instituto no fuese una cárcel, poder ir y venir cuando les apetezca, no tener que funcionar a toque del timbre, bajo normas que rechazan sistemáticamente. En muchos casos, para ellos el gran enemigo es el agente de los servicios sociales, un ser taimado que les obliga a ir a un lugar que no les gusta, que les obliga a romper con la rutina de quedarse en casa. Por eso mismo, buscan a veces la expulsión, la bronca puntual que les facilite un salvoconducto para pasar unas semanas fuera del instituto.
Este fin de semana pudimos leer un reportaje sobre los héroes que dan clase en las Tres Mil. En el año 2008, nuestro instituto y el del reportaje, que dirigía Juanjo Muñoz, se parecían mucho, ya que entonces nuestra concentración de alumnado de compensatoria era mayor y teníamos grupos en los que, a final de curso, apenas quedaban dos o tres alumnos. Ahora la proporción es menor, pero seguimos teniendo alrededor de 30 alumnos con este perfil de abandono y fracaso escolar, motivado sobre todo por el absentismo continuado. No nos creemos héroes por tenerlos en clase, simplemente pensamos que son nuestros alumnos y que su lugar es el instituto; para nosotros, que uno solo de ellos llegue a conseguir el título de la ESO es una victoria excepcional. Vista mi experiencia, no me atrevo a decir que la inclusión esté funcionando bien, pero sí podemos hablar de un cierto "aroma de inclusión", una voluntad de no crear grupos segregados, de no fomentar los guetos educativos. Resulta difícil hablar de inclusión cuando pensamos en estos chavales que ya viven en barrios y en colectivos abocados socialmente a la exclusión, pues la Escuela no puede resolver problemas que la sociedad no es capaz de abordar de manera global. Sin embargo, si conseguimos que, poco a poco, participen de la vida educativa, de las actividades escolares, de la convivencia pacífica, habremos avanzado todos, porque dejarlos fuera tiene también un coste, un precio quizá mucho más caro que tres o seis horas semanales de un profesor.
Crédito de la imagen: 'Sin título1'
Tu forma de entender la educación me reconcilia con esta profesión. Por lo que cuentas vuestro centro tiene un proyecto para dar respuesta a la problemática que suelen plantear los alumnos de conducta compleja. Además, es el director quien se encarga de ellos, no el último que llega, como suele ocurrir . Esos alumnos existen de un modo u otro, en todos los institutos y no hay que mirar hacia otro lado, ni ir pasándonoslos de unos profes a otros sin más. También he trabajado con ese tipo de alumnos y hubiera agradecido colaboración por parte de una directiva coherente. Planificar el curso teniendo en cuenta a estos alumnos, beneficia a todo el centro. Crea bienestar. Enhorabuena por tu trabajo de este año ;)
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que es fundamental no delegar estos grupos en el pedagogo en exclusiva o el último novato si se quiere ayudar en algo a la inclusión. La memoria refleja como siempre tu enorme trabajo, y eso solo contando la parte docente que este año has reducido mucho en horas. Ayuda leer estos testimonios
ResponderEliminarCreo que, tal como están las cosas, sí podríamos conceder un punto de heroicidad a los equipos directivos comprometidos, capaces de diseñar proyectos de centro en los que creen, adecuados al perfil de su alumnado y las características del entorno. Y a los compañeros y compañeras del claustro que se dejan ilusionar por los mismos y se empeñan cada día en hacer realidad un sueño, o hacer posible el sueño de muchos.
ResponderEliminarToni, no quiero acabar el curso sin recordarte que te sigo -leyendo y disfrutando- letra a letra. Todos los temas, los sucedidos y las lecturas me son tan cercanas… como esta penúltima. Ayer mi hijo mediano (1º de ESO), que “tutoriza” a José, vino diciendo que este estaba mejorando y aprobando algunas y que le había dicho “ya no quiero ser chatarrero, quiero ser albañil”. Para algunos, un cambio insignificante, pero para mí muy importante y sobre todo para mi crío, que confía que con esfuerzo José podría llegar a ser presidente. La verdad es que en todo este proceso Martín se ha perdido afianzar algunos sintagmas verbales y una docena de ríos de la Península… pero ese otro aprendizaje es insustituible. No entiendo los guetos blancos de muchos colegios en los que no hay apenas color…
ResponderEliminarY recuerda que ya sabes dónde tienes una casa.
No se puede comenzar a dar clase con las expectativas que usted tiene para con su alumnado. Cuando dice "además tenía tres horas de "proyecto futuro", con alumnado abocado al fracaso escolar, y dos horas más destinadas a convivencia." está condenando a esas niñas y niñas, usted les llevará al fracaso que usted sin conocerles vio, y dictó sentencia. Su testimonio está plagado de prejuicios y afirmaciones ilógicas, como decir que dedicó horas a hacer cosas que a al alumnado interesaba. Pues sí, créame usted, puede que a las gitanas y gitanas nos interese mucho más Django que Cervantes, e incluso nos sirva mucho más en nuestra vida cotidiana. Olvida que no somos blancos, nuestra vida no es blanca, y nos interesa, gusta y nos sirven de ejemplo la superación de personas como Django, genio como persona y guitarrista que supongo que conocerá después de las clases que dio. En la escuela, ¿no se dan cosas que al alumnado interese?. Como de la lectura le quiero, y necesito ver buenas intenciones me atrevo a decirle unas cosas importantes; léase y mírese la viga en el ojo. Le recomiendo un par de videos, para que le ayuden en su trabajo de limpiarse la mirada, muy importante no solo para usted, sino para ese alumnado que tanto lo necesita, para esta sociedad y para la vida. Son relatos de niñas, niños y personas adultas gitanas que explican sus vivencias gitana. Espero que les sirvan. Aproveche para echar un vistazo a la web, seguro que hay muchas más cosas que le ayudan.
ResponderEliminarhttps://insumisasgitanas.blogspot.com.es/2015/11/video.html
Mª José: Sabes que esto no es un arrebato de altruismo ni nada parecido, que llevo años defendiendo que los docentes con más experiencia sean los que se enfrenten a los retos educativos más complejos. Desde que estoy en el centro he tenido a los grupos más difíciles y esto ha sido un paso más, ya que son los alumnos más vulnerables del sistema y de la sociedad. Si puedo, seguiré en esa línea. Gracias.
ResponderEliminarEduideas: En los años que llevamos he visto todo tipo de barbaridades, como dejar las tutorías más difíciles al más novato. También he visto que profes de compensatoria han escurrido el bulto y se han dedicado a echar a los alumnos del aula. Al final, hay que arremangarse y mojarse el culo.
Juan Pedro: No es fácil llegar a consensos en este tema, porque atender estas dificultades exige recursos humanos y materiales del centro, algo escaso en estos tiempos, y también genera críticas en la línea de que no se va a salvar a nadie para titular o para seguir algún programa. Creo que eso no debe coartarnos y, como digo en la nota, nuestra obligación es intentarlo.
Patxo: Nos toca sufrir todo tipo de marginaciones. Algunos de mis alumnos vienen de otros centros en los que los "han invitado" a irse. Este año reconocen que están a gusto, pero también eso provoca que otros alumnos, familias y profes protesten por el supuesto efecto llamada. Es decir, que a los malos estudiantes hay que tratarlos mal para que no vengan; en mi caso, me niego. Gracias por tu invitación: algún día la aceptaré :)
Insumisas gitanas: Creo que se equivoca totalmente en su juicio. El proyecto futuro forma parte del plan de atención a la diversidad del centro y acoge a alumnos con el siguiente perfil: a) alumnos que ya tienen un expediente de absentismo abierto por los servicios sociales, con más del 40% de faltas de asistencia injustificadas, b) alumnos que, después de la evaluación inicial, el equipo docente considera que no podrán alcanzar los objetivos académicos de su nivel, y c) alumnos que acumulan expedientes disciplinarios o más de 5 derivaciones al aula de convivencia. De este modo, en el grupo había gitanos y payos, y de igual forma, hay otros gitanos que no han participado en este programa porque seguían su ritmo normal en los grupos de referencia. Por tanto, al comenzar el curso no hay ningún alumno catalogado, ya que el proyecto futuro comenzó en noviembre, cuando se comprobó lo dicho anteriormente. Por supuesto, es falso eso de dictar sentencia sin conocerles: la mayoría de ellos son alumnos repetidores, a los que conozco muy bien, a ellos y a sus familias, ya que tenemos varias reuniones previas, con asistencia de la Fundación Punjab y el Secretariado Gitano, además de las asociaciones del barrio. En cuanto a los contenidos de las clases, son ellos los que eligen el tema que se va a tratar, excepto un día a la semana que dedicamos a la lectura: así hemos tratado la lengua romaní, la situación de los gitanos en Latinoamérica, las bodas gitanas, los palomos, la cría de gallos, la cría de perros, la venta ambulante, la mecánica del coche y de la bici, las tradiciones culinarias del pueblo gitano, etc. Estos alumnos, que el curso pasado estuvieron la mayor parte del tiempo expulsados, han conseguido -ellos, no yo- interesarse por las actividades de clase, por ver las salidas profesionales a su alcance, como la FP básica, pero sobre todo han venido a clase, algo que no hacían antes. Como ocurre siempre, nos queda mucho que aprender, pero, a la vista de su comentario, me temo que los prejuicios no están presentes solo en el lado de los payos.