Lo reconozco: soy un charlatán. De las cuatro acepciones que figuran en el diccionario de la RAE, me veo reflejado al menos en tres:
1.- Reconozco que hablo mucho y me temo que, a veces, sin sustancia.
2.- Soy indiscreto, sobre todo si consideramos que la discreción es también prudencia.
4.- Me dedico en ocasiones a la venta ambulante de una mercancía un tanto intangible, de la que hablaré más tarde.
Como ven, lo único con lo que no me identifico es con la número 3, eso de "embaucador", ya que supondría que con mis palabras pretendo "engañar o alucinar, prevaliéndose de la inexperiencia o candor del engañado", y a ello todavía no he llegado, creo.
Al hilo de la charlatanería, esta semana he participado en unas Jornadas sobre innovación y éxito escolar, organizadas por Espaitec, el Departamento de Educación de la UJI y el Cefire Castellón para promover la innovación, la creatividad y la iniciativa emprendedora en las aulas de la provincia. Reconozco que, en los últimos tiempos, todo lo que lleva la raíz emprend- me produce cierta urticaria mental, pero no pude negarme, ya que habían pedido mi participación al unísono Reina Ferrández, directora del Departamento de Educación de la Universitat Jaume I (y con quien voy a colaborar en el diseño de la autoevaluación de nuestro proyecto de dirección del instituto), y Lidón Zabalza, asesora del CEFIRE y maestra de Infantil. Se trataba de hablar indiscretamente y de vender una mercancía: las tareas que se hacen en mi aula. Un reto inexcusable para un charlatán como yo.
Sin embargo, no era fácil resumir en una charla de apenas diez o quince minutos tantas historias que han ocurrido en clase. Por eso recurrí a un antiguo alumno, Pau González, que ha tenido la dicha o desdicha de ser pupilo mío desde 3º de ESO a 2º de Bachiller. Ahora, desde sus estudios de Ingeniería, ha podido contar su visión subjetiva de todos aquellos proyectos que llevamos a cabo: Piénsame el amor y te comeré el corazón, El barco del exilio, Vamos a venderlo todo, Un paseo con Antonio Machado, Callejeros literarios o el Quijote sincopado. Verlos ahí, tan seguidos y narrados con la pasión de alguien que afirma que los recuerda como algo enriquecedor, como algo que le ha servido y le sirve para su carrera y para su vida, es el mejor premio que puede recibir un docente. No insistiré más en ello, porque, como buen charlatán, lo he contado con detalle a lo largo de estos años en el blog.
Por otra parte, la idea de las jornadas era estupenda: ligar la formación del profesorado con prácticas reales de aulas de distintos niveles, con el mundo universitario y con Espaitec, que vincula la universidad con las empresas. En ese espacio, como podéis imaginar, había de todo, porque para hablar de efecto contagio era necesario contar con los actores principales, es decir, el alumnado. De modo que también vinieron alumnos de Primaria de Santi Monforte, que han montado su propia ópera dentro del proyecto LOVA, o los alumnos de Infantil de Lidón Zabalza, que aún ahora desde Bachiller recuerdan los proyectos que hicieron en el aula con apenas tres o cuatro años.
Sé que los charlatanes caemos mal. Mirad a César Bona, un buen maestro de pueblo, al que nadie conocía, pero cuyos alumnos aprendían y admiraban, hasta que tuvo la ocurrencia de presentarse a unos premios internacionales y salir nominado; probablemente muchos preferirían que siguiese ahí olvidado por la administración y por sus colegas, rumiando el desencanto mientras pone buena cara a sus alumnos. Sin embargo, rompo una y mil lanzas, como ya he hecho en otras ocasiones, por la necesidad de contar, por la exigencia profesional que tenemos como docentes de hacer visible el trabajo de nuestro alumnado, para que gente como Pau o tantos otros puedan decir que en la Escuela han aprendido mucho y muy bien, y para que todas esas experiencias reales de aprendizaje no se pierdan en el tiempo como lágrimas en la lluvia.
En ese sentido, me reivindico una vez más como charlatán, sin que ello implique que los métodos que defiendo sean los mejores. A diferencia de los charlatanes embaucadores, jamás he vendido una mercancía que no haya probado y, además, me haya funcionado en clase. De hecho, admiro a todos los que comparten experiencias de aula, sean de la escuela, corriente o tendencia que sean, explicadores o gamificadores, flipadores o makers, me da igual. Lo que me cuesta soportar es la crítica de quienes nunca han mostrado lo que hacen en sus clases, o peor aún la de quienes no han pisado un aula (o la pisaron cuando la tele era en blanco y negro). Por mucho prestigio que tengan y por muchas cifras y siglas que exhiban, esos sí que son buhoneros embaucadores, pues cualquiera que viva de cerca la vida del aula sabe que ni existe la fórmula mágica contra el fracaso escolar, ni existe la piedra filosofal del aprendizaje milagroso.
Y ya para terminar, en estas jornadas, Cesar García-Rincón aclaró que el emprendimiento no es únicamente una cuestión neoliberal, sino una actitud que nos mueve al cambio, lo que mitigó mi urticaria hacia esa palabreja, pues me hizo pensar que me muevo entre pequeños emprendedores que lo son sin saberlo. También habló con cierta dosis de humor de una clasificación humana que me atrevo a resumir aquí. "El mundo se divide en tres grupos: los es que..., personas que siempre tienen excusas para no salir de su zona de confort; los hay que..., personas que admiten que algo se debe cambiar, pero depositan ese compromiso en terceros; y los vamos a..., que se animan a tomar las riendas". Pues eso, vamos a...
Me ha encantado el final, lo de la división de tipos de personas. Desde luego, quiero ser de los VAMOS A... sin duda, porque desde las aulas no vamos a cambiar el mundo pero intentaremos cambiar a las personas que pasen por ellas para que ellas cambien las cosas.
ResponderEliminarBesos.
Enhorabuena por esta fantástica entrada, Toni. Muy realista e inspiradora para los que somos del "Vamos a...". Siempfe digo que no soy "emprendedora", soy "aprendedora" ;)
ResponderEliminarPues a mí me siguen produciendo urticaria sin excepción ni paliativo todos esos discursos que apelan al cambio (¿No será el (re)cambio?)las religiones apelan a la salvación y para ello emplean términos como "zona de confort". O aún peor, hacen en tricolon clasificaciones de personas plagiadas con simpleza o directamente extraídas de otros clásicos de la llamada autoyuda (franquicias del charlataneo indisimulablemente no neo sino ultraliberales) del estilo "quién se ha llevado mi queso" y otros clásicos de la psicología positiva o el autoengaño rentable en forma de placebo y pseudosaberes.
ResponderEliminarModo empirista, solo tienen un valor: demostrar que los cambios pueden ser a peor.
Y me siguen dando urticaria no solo por todo lo anterior sino sobre todo porque son la rama de las pseudociencias que afecta al desarrollo de la filosfía, la psicología, la pedagogía, la literatura y otros saberes fundados y respetables. Y no me creo que no te hayas dado cuenta.
No solo porque están vacíos de concepto, tampoco porque ostentan un uso lingüístico deplorable maltraducido del inglés de los negocios, sino sobre todo porque constituyen una falta de respeto al saber y a la inteligencia potencial del auditorio y eso sucede porque son al conocimiento lo que la astrología a la cosmología: algo peor que la ignorancia.
Lamento que vayas abandonado de momento el apego ilustrado y el rigor didiáctico y literario de otros tiempos magníficos de este blog y empieces a mirar con simpatía esos montones de rentable basura pseudointelectual.
Aunque espero que solo sea producto del entusiasmo y obligación de cortesía y pueda volver a leer entradas estimulantes en tu admirado blog y que este anuncio de crecepelos no desemboque en una sesquidécada dedicada a Paulo Coelho. Porque los cambios también pueden ser a peor...
Ro: La nota pretendía precisamente eso, ser una invitación a la acción. Ojalá hubiese más personas dispuestas a ponerse en marcha.
ResponderEliminarElisa: Aprendedora y emprendedora, buen binomio :)
Odradek: Creo que hay mucho discurso vacío y mucho humo alrededor de la innovación educativa. Mi invitación al cambio parte de una experiencia personal en las aulas, basada en el empirismo de lo que a mí me funciona. Lo poco que he leído de esos gurus educativos no me ha encandilado, aunque he visto reflejadas en algunos fragmentos ideas que ya había verificado en clase. Cuando alguien me dice que un modelo funciona le animo a que lo ponga en marcha y me muestre resultados. Eso me podrá o no convencer, no las palabras. Sin ir más lejos, hace poco pretendieron venderme una receta mágica educativa y los mandé a paseo. Es cierto que estoy de director y que tengo una perspectiva nueva, que nunca había experimentado, pero no he abandonado el aula y tengo a día de hoy los grupos más difíciles. A Paulo Coelho lo mantendré a raya durante bastante tiempo más, no sufras :)
Me encanta el blog de este charlatán que dice verdades como puños y no solo dice, también hace, porque la educación se cambia haciendo.
ResponderEliminarAunque este blog ya ha cumplido diez años, hace pocos meses que lo conozco, pero me he puesto al día, cuando lo descubrí, leía y leía como si no hubiera un mañana, me encontré con esos "Centros sin deberes", una utopía que comparto totalmente, me gustó mucho ese encuentro fortuito con "La Celestina", me reí muchísimo con el espectro de "Quevedo" y me llevaste al pánico más absoluto por aquellos "Túneles", se me saltaron las lágrimas con los "Eternos olvidados" y me llegaste al alma con "Solo era una guardia". Hay tantos que mencionar que podría estar toda la noche. Solo me queda darte las gracias por mostrarme un camino que hasta ahora no me había atrevido a explorar.
Hola: creo que no se ha comprendido la esencia ni el límite de mi crítica. Supongo que debería aclararlo si lo he explicado mal. No se trata de las palabras sino de en qué se basan, el fundamento. En este caso la base metódológica y como base de ella el fundamento filosófico-científico (o como prefieras llamarlo) sobre el que se sustenta.
ResponderEliminarLo que señalo es que detrás de esos discursos que apelan a un cambio (que no es cambio porque no transforma nada) mediante un discurso (que no es discurso porque no dice nada) no aportan realmente nada porque no se sostienen en nada, no tienen ningún fundamento.
Hasta ahí, indiferencia o sorna, pero cuando suplantan el papel de la filosofía, la psicología, la pedagogía y otos saberes, como a menudo está sucediendo, es para preocuparse, porque el humo empieza a ser tóxico, como cuando las estrategias sustituyen a la veracidad en el discurso de los medios, por ejemplo, o cuando las gotas de agua de la homeopatía usurpan el lugar de la medicina.
Y creo que eso ya ocurre: entre parte de los contenidos que loas en esta entrada y Paulo Coelho no hay diferencia, de ahí mi preocupación, porque son al saber lo que Paulo Coelho a la literatura. Agua de borrajas.
Expresiones vacías como zona de confort, "cambio" como término comodín para campañas no solo electorales y demás, suplantan a modo de muletillas vacías a unos saberes teóricos que organizan con cierto rigor una experiencia empírica, igual que términos como motivación son contraproducentes cuando suplantan análisis multifactoriales (psicológico, psicosocial, fuente sociológica etc.) para explicar algunas conductas en el ámbito académico y poder elaborar un cambio que no sea una entelequia.
Entiendo que en el mundo de los vendedores de crecepelo y humo todo el mundo esté instalado en la cháchara de la visibilidad (salir en la foto), la inmediatez (lo quiero ya aunque no sepa para qué) y, en definitiva, la propaganda, pero las experiencias que más me interesan están centradas en los aspectos que sigo creyendo fundamentales para el hecho educativo: significatividad, autopercepción, relación dinámica de esta con el marco social en el que se construye, o lo que es lo mismo: psicologías cognitiva, evolutiva y social, filosofía y teoría del conocimiento, sociología, análisis curricular, modelos pedagógicos varios, etcétera, no son disciplinas perfectas pero son lo mejor si no realmente lo único que tenemos.
Todo lo que se aleja de eso y toma como vehículo los mantras insostenibles por vacíos de significado y encuadre como la zona de confort, las tontunas altamente eficientes, los alquimismos del chalaneo, los hábitos de los ombligos altamente eficientes y tóxicos, el emprendimiento franquicial y demás biblias postprotestantes, pueden dar risa como a Kennedy Toole las biblias de neón... hasta que te las encuentras ocupando las estanterías del oncólogo librero y cualquier interlocución pasa por dar por buena esa falsificación. Si el cacareado cambio o recambio pasa por ahí, entonces es un cambio a peor.
Espero que esto explique mejor el sentido y el límite. No es una crítica personal -eso estaba claro- ni al blog -que por algo sigo y enlazo desde el mío. Obviamente, era una invitación a mandarlos a paseo sin excepción.
Saludos.