Hoy he entrado en una clase de 1º de ESO. Se trataba de una guardia en un grupo que no conozco. Como de costumbre, les he preguntado sus nombres y que me contasen algo acerca de ellos. Eran pocos, un desdoble, pero casi todos repetían curso. No se sentían avergonzados, en absoluto. Incluso llevaban un poco a gala ser los 'burros'; reconocían que no les gusta estudiar, que no se enteran de lo que se explica en clase. Les he dicho que era una pena que hubiesen perdido un año con esta repetición de curso y que quizá algún día se arrepentirían de ello. Todos han coincidido en señalar que es verdad, que han perdido un año, pero que lo importante es que se lo han pasado bien.
Con la confianza que da ser el profe de guardia ante el cual no tienen demasiado que ocultar, han estado hablando de sus cosas. Iván reconoce que pasa muchas horas jugando al Call of duty o al Clash of clans, palabras que pronuncia con relativa soltura, aunque no sabe qué quieren decir. Le digo que lo escriba en la pizarra. Todos conocen esos juegos, pero ninguno sabe su traducción del inglés. Su compañera María apunta que "of" significa "de" o "para", no recuerda bien; lo que sí recuerda María a la perfección es el nombre de todos los primos de sus compañeros Daniel o Paula, uno por uno, con sus nombres y apellidos; en realidad, parece saberse el nombre de todos los niños pequeños de su pueblo. Me dice que quiere ser maestra de infantil, porque le gustan los niños. Mientras tanto, Iván y Pedro se han puesto a recitar fragmentos enteros de La que se avecina y de Aída. Son secuencias que incluyen diálogos chistosos, eróticos, racistas, machistas o escatológicos, que ambos reproducen literalmente, dándose réplicas sin errores, acompañados con gestos e incluso con palabras cuyo significado desconocen. En una esquina de la clase, Sergio imita los eslóganes de varios anuncios de telefonía móvil, también con citas literales y remedo de voces; algunos de los eslóganes están en inglés y tampoco sabe qué significan. Iván y Daniel, cuando se cansan de escuchar a Sergio, repasan las alineaciones de los equipos de fútbol, con los respectivos datos relacionados con el fichaje de sus jugadores.
He pasado un rato interesante escuchándolos. Al acabar les he preguntado qué clase tenían después. Lo han tenido que mirar en el horario.
-¿Y quién os da esa asignatura?
-Una maestra, no sé cómo se llama...
Son alumnos de 1º de ESO, repetidores. No son burros. Saben que hay cosas que les gustan y cosas que no. Frente al poder atractivo de la televisión o los videojuegos, la Escuela no les ofrece ningún aliciente. He salido con la vaga impresión de que la batalla está perdida, aunque sé muy bien que hay soluciones. Soluciones que están en nuestras manos, pero que no podemos abordar en solitario. En ello estamos.
Era solo una guardia.
¡¡Qué lástima!!sobre todo que lo tengan asumido ellos. Un saludo
ResponderEliminarEstoy a punto de que se me salten las lágrimas. Es así. Cuando les escuchamos, cuando les damos tiempo para decirnos lo que les interesa, descubrimos que siempre, a todos, les interesan cosas, que podríamos darle la vuelta a esos intereses, y muchas veces pienso que hoy por hoy a mí misma probablemente no me interesaría mucho la escuela.
ResponderEliminarBesos.
No sé, hay alumnos que son refractarios a todo tipo de innovaciones educativas. Lo estoy viviendo estos días en que intento dar coherencia a un proyecto de Flippped Classroom que en general ha sido bastante motivador. Pero hay un porcentaje de alumnos que se mantienen al margen por más que hagas. Su vocación es marginal y ni siquiera los enfoques más motivadores son decisivos. Y lo he intentado todo. Pero o no vienen a clase, o son incapaces de seguir la dinámica, o si vienen a clase la entienden como un lugar de esparcimiento mientras los demás trabajan y se aprovechan del ambiente de permisividad para no hacer nada. El ordenador no les funciona o son incapaces de hacerlo funcionar. Siempre hay explicaciones para ese no hacer nada. Si tú eres capaz de idear una dinámica que implique al cien por cien de los alumnos y suponga una persistencia en su actitud escolar, me quito el sombrero. Yo no lo he logrado aunque el sistema es sumamente atractivo.
ResponderEliminarCierto.
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ResponderEliminarUn grano no hace granero pero ayuda al compañero.
ResponderEliminarUn historial de fracaso no se arregla en una tutoría, ni en una asignatura un solo año, es mas complejo que todo eso.
La escuela les ha enseñado MUY BIEN que no sirven para la escuela y cuando hablas con ellos te das cuenta que no es culpa de su memoria o su razonamiento, es otra cosa.
No quieren porque han aprendido que no pueden y desaprender eso no es tarea fácil.
Creo que mas que decir que no quieren deberíamos decir que no sabemos como hacerlo o que la institución esta montada para que no sepamos o no podamos.
Pero la culpa no es de los chavales, aunque les hemos metido en la cabeza que si y ellos se lo han creído.
También los docentes hemos aprendido que son culpables y que no se puede y hay pocos ejemplos de proyectos docentes COLECTIVOS y donde los hay funcionan!!!!!
En mis tiempos nos llamaban “los maestros de la segunda etapa”; eran los tiempos de la EGB, obligatoriedad hasta los 14 que con los “repes” se convertían en los 16. La ESO los trasladó de la escuela al instituto, mera traslación que de por sí no aportó gran cosa a la cuestión más allá de la ampliación de la obligatoriedad a los 16, con repes 18 y proyectos de compensatoria o proyectos varios que sortean la escolaridad obligatoria y la postobligatoria.
ResponderEliminarTampoco el nuevo entorno y el nuevo profesorado aportan gran cosa a la cuestión, en mi opinión. El tema además de educativo y académico es social y laboral y de aquí a la “tribu” hay un paso; cuestión de la tribu y de educación.
Hoy me encuentro en ocasiones con exalumnos de aquellos tiempos, ellos me reconocen siempre, ya me conocieron calvo y caneado de barba. Yo no los reconozco casi nunca; son hombres y mujeres jóvenes de 20, 25 o 30 años.
Una cosa me llama la atención, la suerte (o el destino) laboral de todos ellos/as; he conocido auténticos “bárbaros/as” escolares absolutamente normalizados; casados, hijos, piso, coche, vacaciones, responsabilidades, gustos, aficiones... esas pequeñas / grandes cosas que re-ordenan unas vidas en su día absolutamente desordenadas. Desgraciadamente también me los he encontrado recién salidos de la cárcel y, lamentablemente, con muchos puntos para volver a ella.
Mi difunto padre tenía un pequeño taller de calderería y mecánica en los años 60 donde este tipo de jóvenes, con 14 años entraban como aprendices en un medio laboral real, iban a trabajar (sueldo) y no a la escuela (deberes) con una aquiescencia familiar que ponía en orden rápidamente desmanes juveniles por incumplimientos cuando faltaban al trabajo. El sueldo era pequeño pero aprendían y los deberes no existían... los entendían como obligaciones. Yo también fui uno de esos jóvenes.
Hoy el mercado laboral no permite legalmente este tipo de iniciativas pero creo que pueden ser necesarias como alternativas no educativas y sí laborales, sin entrar en muchos detalles de hasta dónde las unas, hasta dónde las otras y cómo entender las unas sin las otras.
Como ya hemos comentado muchas veces, intentar conocer a los alumnos, preocuparse por ellos, averiguar sus problemas de aprendizaje e intentar resolverlos depende en gran medida de la actitud del docente. Hay quien lo hace y hay quien no y es así. Incluso cuando has detectado las carencias en el alumnado y piensas que quizá probando otra metodología podría subsanarse, siempre hay alguien que te llama al orden e intenta que no hagas algo diferente, nada más allá del examen. El otro día ya intentaron llamarme al orden por querer intentar las Tertulias Literarias con un 3º de 28 alumnos... a ver si alguno se me iba a "escapar". Solo pienso si aquella profesora tiene la certeza de que examinando del libro nunca se le "ha escapado" ningún alumno sin leer el libro, viendo la peli el día anterior, o contándoselo un compañero en el patio previo al examen ...en fin, batalla constante y no con los alumnos.
ResponderEliminarLas guardias es lo que tienen. Que uno puede explayarse con argumentos no curriculares. Como por ejemplo, el caso que tú expones. Y cuando se da esta circunstancia, el profesor se ve sorprendido con unos razonamientos lógicos y simples que nada tienen que ver con lo pedagógicamente correcto. Pero el profesor recibe un baño de realidad que, a veces, muchas veces, obviamos.
ResponderEliminarUn abrazo.
No fue solo una guardia, fue abrir los ojos a la realidad de unos chicos cuyos aprendizajes no están vinculados a la escuela, porque lo que ésta puede ofrecerles los conduce irrevocablemente al fracaso.
ResponderEliminarDa que pensar.
Menuda guardia la tuya, Toni. Cuánto bien haríamos en pararnos a escuchar un poquito al otro, en este caso a los chavales. Si a nosotros nos cuesta una barbaridad despojarnos de prejuicios y de ideas preconcebidas imagino que para ellos debe ser tarea imposible. En fin, dejemos el afán etiquetador y empecemos a enfocar el asunto desde un punto de vista colectivo porque si no me temo que no hay demasiado que hacer. O sí, resistir. Pero no estaría nada mal algo más, ¿verdad? En fin, que las guardias las carga el diablo! Un abrazo!
ResponderEliminarMiren: Es una pena porque vienen ya con la etiqueta puesta desde hace tiempo. Como curiosidad, en un grupo en el que tenía dos "Adrianes" dije que llamaría a uno Adrián el listo" y al otro "Adrián el tonto"; enseguida uno de ellos se dio por aludido sin que yo señalase cuál era cuál.
ResponderEliminarRo: La experiencia demuestra que los dejamos hablar muy poco, normalmente porque si lo hacemos perdemos mucho tiempo y no se puede dar el temario (!!!)
Joselu: Nunca se puede llegar al cien por cien. No lo he conseguido jamás, ni con proyectos, ni con actuaciones, ni con chistes. Hay chavales que han creado una coraza que les sirve de escudo protector ante la Escuela. Consideran que no van a sacar nada positivo y cuando ven que empieza a interesarles algo, dejan de venir, desconectan o renuncian. La Escuela es solo parte de sus vidas y muchos tienen demasiadas sombras detrás contra las que no podemos luchar. La cuestión, en todo caso, es que tampoco los métodos tradicionales consiguen mucho con ellos, menos incluso que otros enfoques más activos.
Idoia: Gracias por la visita y el comentario :)
Carmen: Tienes mucha razón. Los docentes acostumbramos a escurrir el bulto y a veces hemos sido nosotros mismos los que hemos puesto las etiquetas. Es necesaria la labor de equipo, pero a menudo ello requiere trabajar siempre a contracorriente. Y eso es agotador, pues no es solo el frente educativo de tu aula, sino también el de tu claustro o la inspección.
Javier: Bienvenido al blog y gracias por tu esclarecedor comentario. En el blog he mencionado muchas veces el problema de este alumnado que está con doce, catorce, dieciséis años, calentando la silla, en el mejor de los casos dormitando, porque en su casa no lo dejan quedarse y tampoco lo admiten en ningún trabajo, cada día más escaso. Conozco bien la figura de aprendiz -yo lo fui- y creo que era positiva, siempre y cuando no fuese emparejada con una discriminación social o económica. El problema es que los servicios sociales están fallando y se pretende que la Escuela actúe como institución de equilibrio y justicia social, y eso no es así, lo vemos a diario. Por mucha igualdad de oportunidades que vendamos, los chavales de clases marginales tienen muchos más números para fracasar. Creo que habría que actuar mucho antes, sin negar las realidades y facilitando a los que quieren estudiar unas ayudas educativas verdaderas, no mero humo.
ResponderEliminarMª José: El alumnado sigue siendo más un enemigo que un cliente (aunque no me gusta nada esa palabra). Parece que el afán docente se centra más en tender trampas que en ayudar a superarlas. No encuentro otra explicación a ciertas prácticas consagradas como la que mencionas: exámenes trampa, lecturas "bonificadas" con trabajos tediosos, etc.
Miguel: Siempre me llevo faena a las guardias y acabo dejándola sin tocar. Es mucho más instructivo charlar con ellos :)
Lu: ¿Sabes lo mejor? Al día siguiente me encontré con "Iván" y me dijo que había preguntado qué significaba "Call of duty", y un amigo le había dicho que significaba "Llamada de emergencia". Le dije que no, que seguía equivocado. El jueves, en la guardia de patio, volvió a buscarme y me dijo: "Ya lo sé, maestro: La llamada del deber". Ahora sí. Esto no tiene precio, aunque solo un docente puede entenderlo.
ResponderEliminarRamón: En los claustros se suele hablar poco o nada de tutoría, que es un tema relegado a las reuniones de acción tutorial, muchas veces compendios de campañas sin mucho sentido ni ligazón, ni conexión con el aula. Si se habla de ellas, en alguna ocasión, es para pedir a los profes que dejen faena, porque si no el profesor de guardia tiene que estar discutiendo y riñendo todo el rato. Yo pienso entonces: "qué poco sabemos escuchar".
Las sustituciones, o guardias, como decís en Secundaria, nunca han sido plato de gusto para ningún docente. Si conoces al grupo, bueno, es más llevadero, pero cubrir durante una hora una clase es difícil. Si te dejan trabajo preparado te ahorras tener que improvisar, pero de todas maneras los chavales no suelen tomarte en serio. Por lo que cuentas, con los mayores puedes hacer una especie de tutoría, una charla no académica sobre los temas más variados. A los chavales les encanta hablar de lo que les interesa, que, evidentemente, no está en los libros de texto ni en las clases. No son torpes pero la enseñanza reglada les importa un comino, por eso suspenden, repiten y al final abandonan. El sistema cada vez les ofrece menos soluciones, cero alicientes, nulas expectativas. Salvo excepciones, los profesores no saben cómo llegar a ellos. Las leyes y programas están pensados para cubrir ciertos objetivos pero sin tener en cuenta los intereses de los alumnos. No digo que haya que darles lo que les gusta, sino tratar de aprovechar esos intereses para guiarles por caminos útiles. El abismo entre el mundo que nos rodea y lo que deben hacer los docentes es cada vez más profundo. Los chavales quieren hablar, contar lo que les pasa, y raramente pueden hacerlo en las clases. No confían en nosotros, salvo excepciones. Lo que cuentas es demoledor, real y un serio motivo de reflexión. Si no nos acercamos a los alumnos, ¿qué podemos conseguir de ellos? ¿En qué punto del currículo se habla de la cercanía al alumno? Todos somos personas, y la relación humana debería estar por encima del cumplimiento de los programas. La tutoría como tal ha desaparecido, estamos tan saturados que no hay espacio para lo realmente importante. Yo ya estoy alejada de las aulas, pero sigo estando al tanto de lo que ocurre, y me parece muy preocupante. Profesores como tú son quienes pueden abrir puertas liberadoras.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, colega.
¡Hola! Tengo una duda de un examen que me atormenta un poco, ¿me la propias resolver?
ResponderEliminar¿Seria correcto lo siguiente? Hay varias posibilidades, pero me gustaría saber si esta serviría.
Esta lista de indicadores se ha dividido en cinco grupos: por lujo (ordenador, sillones de piel, televisión), por comodidad (reposabrazos y almohadas individuales), y por rendimiento (velocidad y caballos).
Millones de gracias por atenderme.
¡Hola! Hoy en un grupo de FP Básica al que veo dos horas a la semana, he nombrado a "J" como "buscador de significados en su móvil", y le ha gustado. Hoy ha sido el primer día que me ha atendido...
ResponderEliminar¿Qué contenta estoy!. Creo que he captado su atención. ¡Bravo! Seguiré...
Gracias. Un saludo
"Era solo una guardia"
ResponderEliminarNo podemos cerrar los ojos ante estas realidades, es primordial conocerlas a fondo para poder cambiarlas.
Un saludo