24 junio 2015

En un lugar de las redes...


Llega el verano y es hora de volver a la aldea y poner en orden nuestra hacienda. Atrás dejamos polvorientos caminos y calurosas ventas. Regresamos, pero no lo hacemos derrotados por el Caballero de la Blanca Luna, todavía no, porque aún quedan caminos por recorrer. Hace unos meses, os invitamos a cabalgar con nosotros en este loco proyecto de caballería y periodismo, un proyecto llamado Quijote News que cierra ahora su primera etapa. Muchos docentes se han sumado a esta compañía ambulante que decidió homenajear al clásico cervantino en su IV Centenario. Acabado el curso, podéis visitar ya una gran cantidad de periódicos quijotescos de 25 centros, que constituyen una magnífica colección de buenas tareas de las que el propio Cervantes se hubiese sentido orgulloso:
Como decíamos, venimos a refugiarnos ahora del implacable sol manchego del verano, pero ya sabéis que volveremos en otoño a las andadas, pues el proyecto se cierra al finalizar el año del homenaje. Por eso, os animamos a todos a seguir lanza en ristre con las aventuras de Quijote y Sancho narradas al modo periodístico. Ahora no caminaréis a ciegas, pues tendréis a la vista los magníficos ejemplos de otros compañeros de viaje, aunque bien sabemos que, acompañado de los clásicos, uno nunca se encuentra desamparado.

¡Feliz verano 2015!

17 junio 2015

Sesquidécada: junio 2000

La sesquidécada de junio viene con aromas de caballería andante, pues celebra la lectura añeja de un clásico del género: el Tirant lo Blanch. En realidad, el clásico original ya lo había leído durante la carrera, pues, en mi época, las Filologías tenían un tronco común hasta 3º y luego las Hispánicas continuaban con asignaturas de literatura valenciana o catalana hasta 5º. De este modo accedí al Tirant en su versión original allá por el año 1996, y lo hice de la mano de Albert Hauf, quizá el especialista en literatura medieval más interesante y caótico que he tenido en mi carrera. Pero no es el Tirant, sino el Tirante, el verdadero protagonista de la sesquidécada, porque en junio de 2000, después de haber participado en su curso de doctorado sobre dietarística medieval, Vicent-Josep Escartí me propuso colaborar en el cotejo de la edición en castellano de Tirante el Blanco con la versión facsímil de su traducción original impresa por Diego de Gumiel en Valladolid en 1511. Imaginad mi alegría al poder enfrentarme a textos casi originales y hacer mis primeros pinitos en edición textual, algo en lo que había comenzado un par de años antes a partir de pliegos sueltos. Con aquel entusiasmo, incluso me compré mi primer portátil de segunda mano para poder trabajar con total libertad. Pasé muchas semanas descubriendo la riqueza del castellano de principios del siglo XVI y gozando de esos placeres que solo los filólogos de vocación pueden entender.

El Tirante el Blanco en versión castellana difiere en ocasiones de la versión original de Joanot Martorell (y tal vez concluida por Martí Joan de Galba). No solo es cuestión de la estructura externa, capítulos y organización, sino también de algunos fragmentos modificados quizá por influencia del Amadís de Gaula. Sea como fuere, se trata de una novela de caballería única, hasta tal punto que Cervantes, en el Quijote, la salva de la quema en el escrutinio del cura y el barbero:
Por tomar muchos juntos se le cayó uno a los pies del barbero, que le tomó gana de ver de quién era, y vió que decía: Historia del famoso caballero Tirante el Blanco. Válame Dios dijo el cura, dando una gran voz; ¡que aquí esté Tirante Blanco! Dádmele acá, compadre, que hago cuenta que he hallado en él un tesoro de contento y una mina de pasatiempos. Aquí está don Kirieleison de Montalván, valeroso caballero, y su hermano Tomás de Montalván y el caballero Fonseca, con la batalla que el valiente de Tirante hizo con Alano, y las agudezas de la doncella Placerdemivida, con los amores y embustes de la viuda Reposada, y la señora emperatriz enamorada de Hipólito su escudero. Dígoos verdad, señor compadre, que por su estilo es este el mejor libro del mundo; aquí comen los caballeros, y duermen y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte, con otras cosas de que todos los demás libros de este género carecen. Con todo eso, os digo que merecía el que lo compuso, pues no hizo tantas necedades de industria, que le echaran a galeras por todos los días de su vida. Llevadle a casa y leedle, y veréis que es verdad cuanto de él os he dicho (Cap.6, I parte)
El Quijote, como veis, nos sale al paso en todo tiempo y lugar, sin necesidad de requerir la ayuda de nuestros reporteros del Quijote News. Muchos críticos se han empeñado en descifrar si los comentarios del cura son reflejo del propio pensamiento de Cervantes o si el merecimiento de galeras es una burla o un doble sentido. Para mí, lo importante es saber que Cervantes encontró en el Tirant elementos valiosos para su Quijote. Puede que le gustasen la humanidad o cercanía del personaje, o sus avatares a menudo ridículos o abiertamente eróticos; puede que atisbase ya en el Tirant las postrimerías de una época que llegaba a su fin y que solo se podía sellar con una gran parodia como el Quijote; o puede simplemente que lo divirtiese hasta tal punto de rendirle homenaje en su obra de este modo. En cualquier caso, es una pena que el Tirant solo sea conocido en el ámbito de la literatura valenciana y que sus traducciones solo se valoren fuera de España, algo bastante común por cierto en este país cainita. 
Como de costumbre, gracias a Gorka tenemos un podcast de esta sesquidécada (a partir del minuto 22), podcast que recomiendo entero porque en él también son protagonistas los alumnos de Víctor Cuevas.

09 junio 2015

Crecen y se van


Hoy empiezan los exámenes de Selectividad -tal vez los últimos- y algunos de mis alumnos de 2º de Bachiller se enfrentarán a un paso decisivo para sus carreras y sus vidas. Cierran un ciclo que es habitual para todos: crecen y se van; pero en ese acontecer rutinario del oficio siempre nos dejan un poco vacíos con su despegue.
Es ésta una promoción de bachilleres que conozco bien; algunos de ellos han sido alumnos míos desde 2º de ESO. Hemos participado en proyectos como el Quijote sincopado o Callejeros literarios, en 3º de ESO; en un Paseo con Machado, Vamos a venderlo todo o el Barco del Exilio, en 4º de ESO; Piénsame el amor y los portafolios digitales, en 1º de Bachiller. Sus tareas han recorrido casi todos mis blogs de aula (2º ESO, 3º/4º ESO y Bachiller) y casi todas mis intervenciones en eventos educativos, así que no son solo mis alumnos, sino también un poco vuestros.
Sé que ellos están agradecidos, conmigo y con el centro, pues no siempre es fácil llegar hasta aquí, como decía hace poco. Al acabar la ESO, me hicieron el mejor regalo que puede recibir un docente: el agradecimiento explícito, en forma de vídeo, como bien lo saben hacer. Por eso, era justo que también yo les regalase mi agradecimiento y les desease suerte. Espero que la tengan, porque la van a necesitar. ¡Ánimo y suerte!


05 junio 2015

Disculpad el tono pesimista


Acabo de llegar de una sesión de evaluación, así que disculpad el tono pesimista. Tenemos un serio problema de fracaso escolar y abandono temprano, como demuestra esa pirámide de grupos de mi centro que encabeza esta nota. A lo largo de los años hemos intentado hacer (casi) todo lo posible por salir del horror de unas estadísticas que ofrecen grupos con más del 80% de alumnos en situación de repetir curso: hemos pedido grupos de diversificación curricular de 3º de ESO, hemos solicitado personal de apoyo, hemos planteado planes de mejora... y, ante el silencio de la administración, seguimos sin tener un plan eficaz contra esos números que sonrojarían a cualquiera.
Acabo de llegar de una sesión de evaluación en la que muchos alumnos de 2º de ESO van a promocionar automáticamente a 3º de ESO, después de haber repetido 1º y 2º de ESO, llevando detrás más de 15 asignaturas suspendidas y sin haber aprobado un examen desde Primaria, en el mejor de los casos. Alumnos que tienen ya 16 años pero que no tienen ninguna salida académica ni profesional. Alumnos absentistas parciales que van y vienen los días que quieren y a las horas que quieren. Alumnos que acumulan expedientes disciplinarios y que protagonizan frecuentes altercados en el aula y fuera de ella. Alumnos que, administrativamente, nunca podrán obtener el graduado en ESO por la vía ordinaria. Alumnos a los que ni siquiera se les facilita un informe para acceder a la Formación Profesional Básica, ya que, al haber tan pocas plazas, dejarían fuera a otros alumnos cuyo perfil encaja mejor y muestran una actitud positiva y responsable. 
Acabo de llegar de una sesión de evaluación en la que me he sentido fatal por exigir que no se permita la matrícula en el curso que viene a esos alumnos que ya han cumplido la escolarización obligatoria y que poco provecho obtendrán del sistema (y viceversa). Sé que la alternativa para muchos de ellos es pasarse las horas en casa aburridos (de ahí también la insistencia de las familias en que continúen en el centro), pero pienso que el resto de compañeros también tiene derecho a educarse en un ambiente favorable de convivencia y estudio, que hemos llegado a un concepto de escolarización que se aleja de la educación y se asemeja a la estabulación, que la Escuela merece una dignidad que no estamos proporcionando si aceptamos que la solución al fracaso escolar es dejar que un joven vegete en una silla hasta que cumpla los 18 años. Sé que es clamar en el desierto, que el año que viene habrá grupos de 3º de ESO en los que, de nuevo, el fracaso escolar se acercará al 80% y en los que será difícil crear un clima de trabajo, incluso para quienes abordamos enfoques por proyectos. Sé que algunos de esos alumnos a los que se supone que hacemos un favor irán abandonando las aulas en un goteo desesperante, sin que hayamos podido ofrecerles otra cosa que suspensos y partes disciplinarios. 
También sé, por desgracia, que la mayoría de políticos de este país nunca conocerá de cerca esta situación, ni como gestores ni como padres o madres. Quizá por ello seguirán redactando leyes absurdas, diseñadas para colegios cuyo contexto tiene poco que ver con el nuestro, colegios en los que jamás se vería una pirámide como la que encabeza esta nota. Por cierto, uno de los programas que permitían paliar este horror era el PQPI, que ha desaparecido con la LOMCE. 
Acabo de llegar de una sesión de evaluación, así que disculpad el tono pesimista.