Esta sesquidécada que recupera las lecturas de marzo de 2000 es un poco rarita. En ocasiones, el azar nos lleva a leer obras extrañas que difícilmente caerían en nuestras manos si no es por una conjunción de casualidades.
El primer autor que recupero es Marcel Schwob y lo hago con una de sus novelas más inquietantes: La cruzada de los niños. Este relato breve llegó a mí de la mano de Vicent-Josep Escartí, que, junto con Antoni Tordera, se habían encargado de editar y traducir al valenciano. De aquella versión, La croada dels infants, me encargaron una reseña; con ello alimentaron mi curiosidad por Schwob, su vida y su obra. Descubrí que se relacionó con Julio Verne y fue traductor de Stevenson; como otros artistas de la época, escapó a la Polinesia buscando tal vez la libertad creadora.
La cruzada de los niños narra un episodio a mitad de camino entre la historia y la leyenda: unos miles de niños se encaminan hacia Jerusalén para liberarla de la dominación musulmana. Tal vez sea una lectura apropiada para estos tiempos en los que se habla tanto de yihadismo y jóvenes. Por supuesto, Schwob construye un relato ficcional, cargado de simbolismo y con unas técnicas muy singulares, alejadas ya del naturalismo del XIX, tal como explico con excesiva prolijidad en aquella reseña. Schwob es autor además de otra obra igualmente curiosa: Vidas imaginarias, que prefigura el juego de las falsas identidades que tanto juego dará en las vanguardias.
La segunda obra de la que hablaré se llama Las letrinas. Historia de la higiene urbana, de Roger Henri Guerrand. Ya entendéis por qué dije que era una sesquidécada rarita, ¿no? Todo tiene su explicación. En aquel tiempo en que trataba de orientar mi tesis doctoral, me documentaba sobre microhistoria (o intrahistoria, que decía Unamuno), esos pequeños sucesos que quedan al margen de la historia oficial. Curiosamente, los cambios en la organización urbana tuvieron mucha relación con la recogida de residuos y el alcantarillado. Como ejemplo, mencionaré que la primera -y polémica- disposición sobre recogida selectiva (papel, orgánicos y vidrio-cerámica) data de 1883, promovida por el prefecto Poubelle, quien, ironías de la historia, acabó dando nombre a la basura en francés.
El último protagonista de la sesquidécada es un cronista de Indias: Polo de Ondegardo, de quién leí la Relación de los fundamentos acerca del notable daño que resulta de no guardar a los indios sus fueros. En realidad, más que un aventurero, se trataba de un funcionario comisionado por Pizarro para ordenar administrativamente sus territorios. Me resultó curioso observar la visión poco típica de este relator, más interesado en las cuestiones legales del imperio Inca que en las hazañas bélicas de los conquistadores. Por ello orienté uno de mis trabajos de doctorado a compararlo con Pascual de Andagoya, un militar, mucho más interesado en el oro que en la ley. Podéis echar un vistazo a aquellas reflexiones en mi artículo "Dos visiones del Nuevo Mundo: el oro y la ley".
A modo de colofón, el podcast de "El recreo" con la sección literaria de la sesquidécada (a partir del min. 33'12) en la que hablo con Gorka Fernández de estas lecturas. No dejéis de escuchar también a Marcos Cadenato, que inaugura una sección sobre dichos, ni a Manuel Jesús Fernández, que habla de la "clase al revés".
Pues tus dos recomendaciones raritas son de lo más interesante. Ya conocía el episodio de la supuesta cruzada infantil, aunque no he leído este libro. Respecto al segundo, a veces estos ensayos de microhistoria son más iluminadores que cualquier sesuda tesis para entender cómo cambia una sociedad.
ResponderEliminarBorges afirmaba que Vidas imaginarias era la inspiración principal de su Historia universal de la infamia. Marcel Schwob está enterrado en el cementerio de Montparnasse donde estuve este verano pero no fui consciente de ello Murió muy joven, a los treinta y siete años. Solo he leído de él hace mucho tiempo El rey de la máscara de oro pero sus hilos narrativos se me escapan perdidos en la desmemoria.
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