Hablaba en mi nota anterior de los dardos en la palabra de Lázaro Carreter y de su preocupación por un idioma sano. Me da la impresión de que no existe una conciencia clara de la importancia de hablar y escribir bien, al menos entre los usuarios de la lengua estándar. La fijación por la ortografía de cierta escuela tradicional, con sus dictados y lecturas canónicas, cayó en desgracia, arrasada por nuevos planteamientos pragmáticos y comunicativos en los que se privilegiaba la comprensión y producción textual en contextos más reales y diversos, lo que conllevaba en ocasiones una menor atención a la corrección ortográfica.
En el aula, los docentes de lengua -algunos ávidos lectores de gramáticas- corregimos hasta la saciedad, tachamos, volvemos a pedir la reescritura de borradores, exigimos reflexiones sobre el error, juegos ortográficos, ejercicios interactivos, etc. Sin embargo, parece que ese interés por escribir (y hablar) bien, solo incumbe a la Escuela; como ocurre con otros tantos 'pecados adolescentes', los profes son unos friquis que se enfadan por hábitos considerados normales fuera del aula. Pocas familias echan una mano a la hora de enseñar a hablar y escribir; quizá algunas por ignorancia, pero otras también por dejadez.
A pesar de todo ello, debo constatar que esos hablantes del castellano, usuarios medios, tienen pocos recursos para conocer qué es correcto y qué no. La televisión está plagada de individuos que se expresan como si nunca hubiesen leído un libro; pseudoperiodistas que utilizan un idioma enrevesado y lleno de incorrecciones. No hay programas de divulgación lingüística y, cuando los hay, la propia estética avisa de su cursilería o petulancia. Por no haber, no hay ni siquiera manuales para el buen uso de la lengua. Es verdad que algunos periodistas, como Álex Grijelmo, han intentado publicar ensayos sobre corrección, al estilo del mencionado Lázaro Carreter (aunque también es verdad que su intento de llegar a todos con La gramática descomplicada no fue muy exitoso). Tenemos los manuales de estilo de algunos diarios, casi todos demasiado técnicos para un hablante no especialista. Tampoco la Nueva Gramática de la Lengua Española está al alcance del público general; incluso el Manual es un recurso más académico que divulgativo.
Al final, las posibles dudas de ese hablante que quiera mejorar su corrección acaban siendo solucionadas a través de la red, con los riesgos de no hallar el recurso adecuado o el informador apropiado. En Internet, podemos encontrar recursos bastante fiables como Wikilengua, Fundéu o la RAE, pero de nuevo nos hallamos ante unos portales poco atractivos o complicados de usar.
Para finalizar, y no como publicidad aunque pueda parecerlo, quisiera mencionar que acabo de recibir un ejemplar de la Ortografía y gramática para dummies, de Pilar Comín. Al principio pensé que sería otro de esos libros de divulgación superficiales que buscan más impresionar por el título que por el contenido y que reseñarlo en el blog no tendría sentido. Sin embargo, me he encontrado con un manual bastante completo y documentado que ayuda a resolver dudas prácticas, al mismo tiempo que aporta una visión general del funcionamiento del idioma en sus distintos niveles. No es un libro para trabajar en el aula (de Primaria o ESO), pero podría ser interesante para despertar el interés por la corrección lingüística en Bachillerato, escuelas de idiomas (ELE) o ámbito universitario.
Me gustaría encontrar en las librerías más obras que animasen a los lectores a interesarse por la lengua y que pusiesen, al menos, la preocupación por el lenguaje a la altura del cuidado del cuerpo, por aquello de mens sana in corpore sano. Ya sabemos que en la televisión, la batalla parece perdida; sería una lástima que nos rindiésemos sin dar un poquito de guerra, aunque solo sea con la lengua a rastras.
11 comentarios:
Gramática para Dummies ="Dummification", el dardo en el usuario ;-)
Otro "gran libro de estilo" del insigne sociólogo, especialista en estupideces como las suyas, es el que corre por las librerías este mes: Hablando pronto y mal. No sé si ayudará a curar agramaticalidades y barbarismos. En cuanto a la ortografia, hay un virus que se propaga contra el que este año usaré el antivirus de Daniel Gabarró Berbegal (PNL para disminuir el 80% de faltas). Saludos.
P.S. Enlace con noticia de la presentación del libro mentado de Amando de Miguel: http://www.eldiario.es/politica/Amando-Miguel-estupidez-lenguaje-igualitario_0_173232790.html
Roberto: Es cierto, frente a profes friquis hallaremos alumnos dummies :)
Toni: Me temo que si se pone de moda la 'pose de hablar y escribir bien' (muy distinto del 'acto' de convertirlo en norma), tendremos libros de ortografía escritos hasta por Alberto Chicote o Jesús Calleja o Mario Vaquerizo o... Tomo nota de la PNL, de la que no tengo ni idea :)
Hay tan pocos jóvenes que tengan como objetivo el dominio de la lengua… que el profesor se desespera y relativiza promoviendo mejor el factor comunicativo, como bien has dicho. No hay una conciencia social de la importancia del valor de la corrección de la lengua. La ortografía es un buen problema. Las normas son complicadas y poco atractivas. Pero no es menor problema la escasez de recursos lingüísticos. Dudo que un alumno de secundaria se maneje con más de ciento cincuenta palabras distintas, al menos en el ambiente en que yo me muevo. La ortografía les aburre, la ampliación de léxico les aburre, la corrección les parece innecesaria … y esto es algo que está en el común de la sociedad que emplea escasos recursos para mejorar la expresión y la corrección lingüística. Los profesores de lengua estamos solos. Ni siquiera nuestros compañeros de instituto entienden que la corrección ortográfica sea algo importante en sus respectivas materias. El argumento es bueno. Si tuvieran que valorar la corrección lingüística además del acierto en la propia materia. no aprobaría nadie. Y ya sabemos que el sistema nos lleva a aprobar sistemáticamente a la inmensa mayoría de alumnos. Pobrecitos. No tiene solución, Toni. Estamos perdidos y solos.
Tomo nota del libro. Difícil reto intentar mejorar la ortografía, vocabulario etc...de los alumnos. En 1ºy 2º algunos años recopilábamos en una libreta todas las palabras nuevas que íbamos aprendiendo y al final hacíamos una especie de concurso. El otro día les dije a los del PQPI que inventaran una oracion con cada una de las palabras con las que hubieran cometido una falta. Las oraciones tenían que tener un significado especial para ellos. Imagino que cada uno tenemos nuestras tretas para intentar que mejoren la ortografía pero si no leen es complicado.
Ahora que estoy fuera de escena (jubilado), puedo decir sin hundirme un centímetro que me he pasado media vida intentando que mis alumnos de Lengua escriban y escriban mejor sin conseguir apenas nada; para lo de hablar... he visto menos resquicios (aún) y he tenido también menos ideas, por qué no decirlo. Llegó un momento en el que entendí que "el sistema" de enseñanza no está pensado e implantado para eso, de ahí que se estrellen contra sus muros buena parte de las innovaciones encaminadas a enriquecer la competencia. Un ejemplo tan solo: vamos a suponer que un alumno suspende en junio una unidad dedicada al debate con una orientación práctica, aplicada: ¿cómo se recupera en septiembre? Me da la impresión de que la revolución en la clase de Lengua, que es necesaria, supone una revolución amplia dentro del sistema, en la que cambie buena parte de él. Distinto es que uno haga "cositas", que agraden a los alumnos y calmen el desasosiego propio. Salud(os), Toni y demás. Siento ser hoy un poco pesimista.
El bien escribir es un arte. Y quien así lo hace, es pues, un artista. Y es que escribir (formalmente) bien es algo que supone un gran esfuerzo. Como todas las cosas verdaderamente virtuosas requiere una dedicación y motivación, realmente extras. No sé si a lo mejor, en el contexto educativo, se esté valorando la excelencia en el escribir como es debido. Yo sólo te puedo decir que este es un tema recurrente en mi departamento (el de Sociales) y al final siempre hay alguien que suelta la frase lapidaria: Si tuviera que quitar puntos por las faltas no aprobaba casi nadie... ¿Qué hacer? ¿circunscribir la enseñanza y cuidado a la asignatura de lengua castellana...o extenderla a otros ámbitos?
Un abrazo.
Tomo nota del libro y del PNL. Yo también me uno a esa legión de "plastas" que insistimos e insistimos en clase, diciéndoles a los alumnos que lo más importante de la asignatura es hablar y escribir correctamente.
No hace mucho tiempo, un exalumno -ya entrado en años- me recordaba que le quité dos puntos en un examen por escribir 19 veces la palabra "nucleo". A día de hoy, no se le olvida que lleva tilde en la u. No sé...
También hay por ahí algún que otro "recurso" utilizando el humor como medio. Por ejemplo hace poco recibí una presentación en la que aparecía, junto a diferentes chistes gráficos, lo siguiente:
http://www.cuantarazon.com/756901/buena-ortografia
Un saludo, Domingo.
Toni, nuestro trabajo es muchas veces como el del salmón que nada contracorriente para dejar sus huevos. También nosotros vamos contracorriente, porque ni siquiera los medios son exigentes con la corrección lingüística. Estoy cansada de leer la prensa digital y hacer capturas de pantalla de erratas y despropósitos que, unas horas después, se corrigen. Siempre me pregunto cuánta gente habrá leído el error y lo habrá considerado aceptable por el hecho de proceder de una fuente supuestamente fidedigna.
Joselu: Que los chavales no le den importancia entra dentro de lo normal, dada su edad y condición; más preocupante es que sean los profes los que no se tomen en serio la conveniencia de una buena expresión oral y escrita, no solo de sus alumnos sino también de ellos mismos. Y muchísimo más grave cuando los profes de lengua ni siquiera se actualizan en su materia y siguen aplicando normas de cuando eran jóvenes, y no hablo solo de lo ortográfico.
Mª José: Hay que estar en continua renovación con los métodos de mejora de la ortografía. A mí me parecen flojas todas las soluciones si únicamente corresponde sancionar al profe de lengua.
Jaramos.G: Tienes mucha razón, los métodos de evaluación son parciales y a menudo arbitrarios. La evaluación por competencias sigue siendo una tarea pendiente y no creo que vaya a mejorar en el futuro. También yo soy pesimista.
Miguel: Fíjate en esa afirmación que mencionas: si tuviésemos que suspender por faltas... Eso nos pasa también a los profes de lengua, que tenemos demasiados frentes abiertos: la comprensión y expresión escrita, la gramática, el texto literario... No creo que se trate de aprobar o suspender por faltas, sino de considerar seriamente si la ortografía es una cuestión solo del área de lengua, sobre todo cuando impide la comunicación efectiva. No puedo concebir cómo algunos alumnos a los que apenas se le entiende una frase sencilla son capaces de aprobar con buena nota otras asignaturas (no solo Religión). Es para pensárselo.
Marcos: Lo que ocurre es que no podemos ser plastas a diario, que acabamos agotados :)
Domingo: Gracias por el enlace. El humor en la clase de lengua es a veces una tabla de salvación.
Lu: Como le decía a Joselu, al alumnado se le puede perdonar hasta cierto punto, pero a esos profesionales de los medios habría que castigarlos de algún modo, si hubiese alguien por encima que percibiese el desatino, claro.
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