¿Recuerdas cuándo leíste por primera vez el Quijote? Detrás de la lectura del Quijote hay infinidad de historias e intrahistorias. Raro es el famoso de la tele que no menciona la obra de Cervantes cuando le preguntan por el libro que salvaría de un incendio; casi tan raro como encontrar gente normal de la calle que de verdad se lo haya leído. Personalmente, aunque pienso que el Quijote es una obra excepcional, no me siento un apóstol de su lectura, y menos en el instituto. En mayo de 1998, hace quince años, leía por segunda vez, de principio a fin, el Quijote. La primera vez fue en 1994, con 26 años y un largo historial de lecturas detrás. A pesar de que siempre hubo un Quijote en la librería de mi casa, yo apenas había pasado de algunas lecturas parciales de los episodios más célebres. Intuía que había algo grande detrás, pero era consciente de que todavía no estaba preparado para ello -guardo entre sus páginas alguna hoja con decenas de palabras para mí desconocidas: "rodela, adarga..."-. Por eso pienso que la labor que tenemos los docentes de Secundaria es acercar el universo cervantino a los estudiantes, mostrar el contexto, leer fragmentos, adaptaciones, textos complementarios... abrir el apetito para cuando realmente estén preparados para leer el Quijote con placer.
Aquella segunda lectura de la que hablo en esta sesquidécada me pareció mucho más jugosa que la primera, porque estaba en condiciones de captar mejor las referencias, los guiños, la sutileza con la que Cervantes nos regalaba. Desde entonces no he vuelto a leer el Quijote de principio a fin. Lo he leído en dosis pequeñas, medianas y grandes, según me lo pedía el cuerpo, porque ahora me resulta difícil no volver a sus páginas cuando echo de menos consuelo, alegría, indignación o aventura. Vuelvo a él para leerlo a trocitos en clase, para sincoparlo o para doblarlo.
No me considero un apóstol del Quijote, pero siento un poquito de pena por todos aquellos que no han sucumbido todavía a su lectura, sea de principio a fin, sea a minúsculas dosis, dosis terapéuticas, dosis balsámicas, dosis de literatura pura cien por cien.
He de reconocer, no sin rubor por el puesto que ocupo, que aún no he disfrutado de una lectura completa del Quijote. Como tú antes del 94, no he hecho más que aproximarme a fragmentos, escenas (de pequeño a las de la película animada, de mayor a las sincopadas) y otras muchas formas de acercar el Quijote a los legos en la materia(ninguna en la escuela, donde la única experiencia me hizo aborrecerlo un poco).
ResponderEliminarEl verano pasado intenté quitarme esa espinita que llevo clavada y comencé a leerlo, pero tocaba seguir con la lectura cuando empezó septiembre y entonces este mes, con su ímpetu escolar, me impidió encontrar los tiempos necesarios que requiere una lectura como la de la obra cervantina (y así hasta hoy). Confío en retomar mi propósito este verano, ya más libre de cargas, y poder disfrutar en plenitud de la obra, pues el aperitivo del pasado mes de agosto supuso un placer lector que pocas veces había alcanzado.
Gracias por tranquilizar mi conciencia profesional y personal con la confesión de que hasta los 26 no lo leíste (yo aún no los he cumplido), pues viniendo de un maestro del Quijote como tú, me permite sentir un poco más de paz interior y afrontar su lectura con la sensación de no haber tardado tanto como pensaba en llegar a la obra, sino de estar haciéndolo probablemente en un momento adecuado. Seguro que con los años llegarán nuevas lecturas (posiblemente no las más de 50 de las que presumía una profe de Literatura, la misma que acertó a alejarnos a sus alumnos de la obra universal de Miguel de Cervantes), de las que le enseñan a uno recovecos desconocidos de los libros. Gracias por esta entrada tan necesaria.
Yo tuve en la universidad a un excelente profesor llamado Agustín Sánchez Vidal. Un día trajo una diapositiva y un proyector a clase y nos proyectó el cuadro de las Meninas de Velázquez haciéndoslo entender en toda su complejida compositiva barroca como juego de realidad y ficción, reflejo y realidad, sueño y realidad… y así me hizo entender para siempre qué es El Quijote y a qué principios compositivos responde. Fue una de las mejores clases sobre literatura a que he asistido en mi historia como alumno. Tenía tal vez 20 o 21 años y allí tuvo lugar mi primera lectura de El Quijote como texto pleno en una edición de Alianza sin citas. Me pareció un texto divertidísimo, pero esta impresión se me quebró en sucesivas lecturas que hice en las que percibí la honda tristeza que existe en él, especialmente en la segunda parte. Como aventura especial mi última lectura completa fue en 1999 en que me hice con la edición anotada y rica de Francisco Rico y, con la lectura reciente, me fui a La Mancha en tren y realicé una especie de ruta cervantina alquilando un coche en Alcázar de San Juan. Recuerdo mis duelos y quebrantos en El Toboso, así como mi visita a la cueva de Montesinos y las lagunas de Ruidera, además de recorrer todos los restos de molinos. Tuve ocasión de visitar también la celda donde murió Quevedo en Villanueva de los Infantes adonde llegué por casualidad. Fue una lectura extraordinaria apoyada en aparato crítico solvente. Luego lo he leído año tras año como antología pues es una lectura fija para las PAU aquí en Cataluña. Creo que raramente logro que El Quijote les interese de verdad a pesar de que retomo la clase magistral de Sánchez Vidal. El principal obstáculo para que este texto sea disfrutado es de índole cultural. La adolescencia y la juventud, así como la vida toda se ha hecho más pueril y asumimos comportamientos que en otras epocas hubiera sido humillantes por lo infantiles y de tal modo no podemos entender la hondura de expresión y pensamiento de esta obra que requiere de una cosmovisión bastante abierta a lo complejidad. Evidentemente un adolescente pegado al móvil y a las redes sociales que vive ese mundo que llamamos normal y contemporáneo no está capacidado para entender ni aquilatar qué tiene entre manos. Yo sudo cada año para intentar acercárselo sin entrar en juegos de trilero pero reconozco que es inútil. No funciona. A mi juicio sería más útil la lectura de algunas novelas ejemplares antes que machacar esta obra de la que sí soy un entusiasta absoluto y que señala un hito narrativo universal.
ResponderEliminarMi primera lectura seria de El Quijote fue en la facultad. Tiene mucho que ver con una salita y un sillón de la casa paterna donde me gustaba trasladarme en épocas de lecturas nocturnamente intensivas y exámenes. También tiene que ver con un ejemplar que me regaló mi padre con ilustraciones de Gustavo Doré. La última vez que lo leí fue en clase, con los alumnos del IES Turís y ahí sí lo disfruté, creo que lo disfrutamos, haciendo la actividad de la entrevista. Siempre fuente de inspiración,gracias a él, escribí el poema más largo de mi vida embarazada de mi hijo. En fin, El Quijote es El Quijote :)
ResponderEliminarYo me había acercado al libro en el colegio y me lo leí por primera vez en el primer año de facultad. Es uno de esos libros raros que sabes que es bueno, lo lees y lo encuentras muy bueno (muchos clásicos "sabes" que son geniales pero no te llegan y otras novelas están tan sobrevaloradas que te decepcionan). El episodio de la venta me hizo reír a carcajadas, aunque me sobró parte del asunto de los nobles burlones. Creo que es un libro imprescindible para cualquier persona medianamente culta, a la edad que sea, en la edición que sea (incluso adaptada)
ResponderEliminarJavier: Se supone que todos los profes de lengua y literatura han leído todo, y eso es imposible; de hecho, conozco muchos profes de nuestra especialidad a quienes no les gusta leer, ni siquiera las novelitas que obligan a leer en clase. Entiendo tus vacilaciones porque también pasé por ahí. Como dice Mª José, mi lectura vino a partir del estudio del Siglo de Oro en la carrera de Filología. Podría haber hecho lo que hicieron muchos, sobrevivir con resúmenes, pero pensé que había llegado la hora, que el Quijote me estaba llamando: y acudí. Seguro que a ti también acaba llegándote su llamada :)
ResponderEliminarJoselu: Leer el Quijote en el contexto actual de los adolescentes es propósito inútil por varias razones. No hay paciencia, los tiempos de lectura que exige son incompatibles con la percepción fragmentaria de la información en la que viven insertos los jóvenes, las carencias culturales y el escaso vocabulario hacen inviable una lectura fluida, etc. Como apunto en mi nota, pude acceder al Quijote cuando mi historial de lecturas ya me había proporcionado un bagaje amplio. La segunda lectura hizo de argamasa de todos los conocimientos culturales del Siglo de Oro, porque el Quijote traza un recorrido que hilvana la sociedad y la cultura de toda su época. No creo que nuestra labor sea convencer a los alumnos para que lo lean; deberíamos explicarles su importancia y darles algunas claves que les permitan acercarse más adelante sin miedo a la obra. Al contrario de lo que hacen algunos profes, más que sacralizar el Quijote deberíamos desacralizarlo, bajarlo de esa nube de elitismo que nosotros mismos creamos.
Mª José: Detrás de cada lectura del Quijote hay una historia, o muchas, o el comienzo de vidas nuevas :)
Eduideas: Entre el gremio hay auténtica alergia a las adaptaciones de clásicos. Soy partidario de ellas cuando están bien hechas (por ejemplo las de Eduardo Alonso en Vicens Vives) ya que acercan los clásicos al modo de lectura actual y permiten una vivencia real en el aula. Otra opción es leer fragmentos, pero en niveles más bajos resulta insatisfactorio. Mi propuesta por tanto es: adaptaciones ligeras en Primer Ciclo de ESO, adaptaciones más complejas en Segundo Ciclo y fragmentos en Bachiller. Creo que eso proporcionaría las herramientas suficientes para una lectura autónoma de adulto.
ResponderEliminarLeer el Quijote fue mi lujo en segundo de carrera: una hora diaria, de 19.30 a 20.30, en la biblioteca de medicina: ellos a sus histologías y yo a gozar con las historias del manco.
ResponderEliminarCoincido con tu criterio de aproximación paulatina-desacralizada. Leer no admite el imperativo, como el verbo amar. Quien no lo lee, él se lo pierde. Es como el buen jamón, nada abundante, de precio considerable y requiere un gusto educado.
Siempre me ha gustado definir el Quijote como uno de los "ochomiles" de la literatura.
ResponderEliminarPero siquiendo con el símil alpinista, a un "ochomil" se puede acceder de muchas maneras: con o sin oxígeno, con sherpas o sin ellos, haciendo trecking hasta el campo base o ascendiendo por la vía más compleja y técnica…
Cada uno sabrá hasta dónde puede y quiere llegar, pero de lo que no hay duda es de que el paisaje y el entorno son espectaculares y, por qué no, de obligada visita.
Muy buena la comparativa de los ochomiles. Acabo de caer en que es lo que hago yo. En mi caso, "El año del Quijote" tuvo lugar con 34. No lo había leído antes y me propuse leerlo en tres idiomas diferentes. No imaginaba lo que iba a disfrutarlo en cualquiera de los tres, independientemente del nivel de conocimiento del mismo: alto, nativo y medio, por orden de lectura. Tiempo después me propuse subir el ochomil del Ulysses de Joyce. Creo que no hay comparación, el Quijote puede saborearlo todo el mundo, el Ulysses no lo tengo tan claro. Yo no lo hice.
ResponderEliminarUn saludo, Domingo.
Mi primera "lectura" del Quijote fue antes, casi, de tener uso de razón. Debería andar por los 10 añitos cuando apareció una versión en forma de "cuento" (así llamábamos a lo que hoy conocemos con el término "cómic"); cada semana aparecía un fascículo, que yo esperaba con tanto deseo como la satisfacción que me producía comprarlo y leerlo. De esto debe hacer unos cincuenta y tantos años. Después, hubo otra lectura de corrido no sé qué año de la carrera, seguida de las fragmentadas. El recuerdo de aquel "primer encuentro" no se me va. Salud(os).
ResponderEliminarJoAn: Gracias por la visita y el comentario. Tú sabes mejor que nadie el contexto en el que nos movemos en centros como el Bovalar, donde la clase magistral no tiene sentido -ni explicaciones teóricas más allá de los diez minutos-. Acercar el Quijote puede ser el único contacto con los clásicos que tengan nuestros alumnos. Más vale que guarden un buen recuerdo de un fragmento, que una pésima memoria imborrable de sus sesudas teorías.
ResponderEliminarRafael: Me gusta mucho esa metáfora de alta montaña. Es cierto, el esfuerzo bien vale la pena. Gracias por comentar.
Domingo: Tu opinión es ya la de un iniciado en la secta cervantina :) También a mí me pareció que el Ulises pecaba de un engolamiento que no existe en el Quijote. La grandeza de Cervantes fue construir esta obra con tantísimos niveles de lectura (al menos para el lector de su época), algo que Joyce no tiene en mente. Gracias también a ti por pasarte y dejar tu impresión.
Jaramos.g: Los tebeos o cómics del Quijote, los dibujos que ahora ha recuperado @QUIXOTEdotTV -Santiago Romagosa-, alguna serie de televisión y adaptaciones al cine... el Quijote forma parte de la cultura y resulta difícil hallar el primer rastro suyo en nuestras vidas. Eso sí, su lectura no deja nunca indiferente. Gracias.
Leí la primera parte de El Quijote en 8º de EGB. Fue un curso "raro raro": no sé cómo lo hacía aquel maestro joven y entusiasta -Don Javier-, pero consiguió que leyéramos esto, y de propina, a Juan Ramón, a Garcilaso, a Machado, a Lorca y a Quevedo, sus poetas favoritos. Por supuesto, no me pareció el libro de mi vida, -aunque tampoco me traumatizó- pero algunos episodios me hicieron reír, quizá porque en su lectura me acompañaba mi padre, hombre de campo y humilde ebanista que se aficionó al texto de Cervantes y a otras lecturas en sus largas tardes de pensión en Madrid, con pocas posibilidades de ocio fuera de la lectura. Volví a leer la primera parte en 3º de BUP, y hasta los 21 o 22 no lo leí completo en la Facultad. Después lo he vuelto a leer dos o tres veces más, la última hace 4 o 5 años. Yo tampoco me considero un apóstol de su lectura en Bachillerato -este año no podrá ser completo, aunque estamos leyendo una selección de capítulos-, pero reconozco que hago lo posible por dedicarle tiempo a leerlo antes que a otros menesteres, simplemente porque me encanta (tengo que decir en mi descargo que cumplo con mis deberes textuales y gramaticales, jeje)Lo "vendo" como una lectura que me apasiona, no como "algo que hay que leer". Lo más lógico es que Alonso Quijano y sus manías les importe un rábano, a mí me pasa también con algunas "vacas sagradas". Un abrazo, ha sido un placer refrescar la memoria.
ResponderEliminarMuy bien. Lo habéis conseguido. Confesaré…
ResponderEliminarNo he leído el Quijote.
No entero; no de tirón.
Estudié Filología Hispánica en una Univeridad en la que era posible licenciarse en esa especialidad sin estudiar el Quijote.
Leímos mucho y estudiamos mucho sobre la época; incluso leímos en insufrible "Persiles"; pudo haber sido peor: a otros les tocó La Galatea.
Sea como fuere, El Quijote nunfa fue directamente un tema; entiendo que dabanpor hecho que estábamos de alguna foram obligados a leerlo sin que nadie nos lo pidiera. Supongo que eran vestigios de un hispanismo un tanto vetusto y apolillado.
Así que mis lecturas directas del Quijote son fragmentarias y, por qué no, interesadas.
Sin embargo, de alguna manera, tengo la sensación de haberlo leído y de formar parte del universo que retrata, encarnado en un Alonso Quijano postmoderno.
Hala; ya lo he dicho