Una sesquidécada que se publica el Día de la Mujer ha de tener necesariamente como protagonistas a las mujeres. Allá por marzo de 1998, mis ocupaciones lectoras seguían centradas en la literatura conventual femenina, lo que me llevó a descubrir numerosas escritoras interesantes. Si os apetece conocer algunas de las poetisas más destacadas de los siglos de oro, podéis hallarlas en una antología preparada por Ana Navarro en la editorial Castalia. Sin embargo, en esta sesquidécada me quiero centrar en dos autoras muy especiales. La primera es Sor Marcela de San Félix, una artista de primera categoría que quedó eclipsada por tres circunstancias: ser mujer, encerrarse en un convento y ser la hija de Lope de Vega. Probablemente de no haber concurrido esas condiciones (sobre todo la primera), hoy figuraría en muchos más repertorios bibliográficos. Aunque su poesía amorosa tiene una orientación divina como ocurre en los autores místicos, es fácil ver que su sensibilidad artística y su técnica versificatoria está a la altura de otros tantos poetas de la época. Os ofrezco un fragmento de uno de sus poemas amorosos, pero en Internet podéis acceder a la obra completa recopilada por Electa Arenal y Georgina Sabat de Rivers, así como a diversos estudios sobre su producción poética:
Pues no puedo callar
ni hablar tampoco puedo,
entre callar y hablar
desahogarme intento.
Y callando lo más
y diciendo lo menos,
podré cumplir en parte
con estos dos afectos.
Yo me abraso de amores,
sin duda yo me quemo,
que me ha llegado así
un infinito fuego.
De cerca pudo herirme
si bien estaba lejos,
y en calor tan activo
se deshizo mi hielo.
Es el amante mío
fino por todo estremo,
y agora, por mi dicha,
ha dado en estar tierno. (...)
Dejo a imaginación de los lectores completar el contexto de producción de estos poemas, a cargo de una joven, hija de Lope de Vega y Micaela de Luján, enclaustrada a la edad de 16 años y que llegaría a ser en su vida "tres veces madre superiora, maestra de novicias, provisora, refitolera y gallinera". Probablemente, lo más jugoso de su producción habrían sido sus escritos autobiográficos, quemados antes de su muerte a instancias de su confesor.
ADDENDA 10/03/13:
Referencia al cuadro del entierro de Lope de Vega con Sor Marcela en la celosía del convento
Artículo de Espido Freire sobre Sor Marcela
Artículo de 1957 en el ABC de Sevilla sobre Sor Marcela
ADDENDA 10/03/13:
Referencia al cuadro del entierro de Lope de Vega con Sor Marcela en la celosía del convento
Artículo de Espido Freire sobre Sor Marcela
Artículo de 1957 en el ABC de Sevilla sobre Sor Marcela
La segunda autora en esta femenina sesquidécada es Sor Juana Inés de la Cruz, una figura muy reconocida y reivindicada desde el ámbito de la lucha por los derechos de la mujer, una figura que casi todos coinciden en señalar como una de las primeras feministas en lengua castellana. Sus poemas más combativos son tan famosos que incluso nuestros alumnos del proyecto #piensamelamor están trabajándolos, pero no es tan conocida su faceta como dramaturga. En marzo de 1998 pude leer su obra Los empeños de una casa, una comedia de enredo y con intriga amorosa. Una vez más, al igual que ocurría con Sor Marcela de San Félix, sorprende la capacidad de estas mujeres de presentar una identidad tan 'mundana' en ese contexto recluido desde el que ejercían su voz pública. Para el lector actual es todo un reto tratar de leer entre líneas las inquietudes que estas mujeres podían filtrar a través de sus obras. Es un reto adivinar si existen mensajes en clave para todas esas otras mujeres silenciadas a las que podían llegar con sus escritos. Quienes deseen acceder a esta comedia, pueden encontrar una versión digital anotada y otra descargable en formato PDF. Creo que, cuatro siglos más tarde, estas mujeres aún tienen mucho que decir.
Muy interesante. Muchas gracias por los enlaces, es un lujo tener a golpe de clic toda esta información, Toni.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sin duda tenemos lecturas distintas. No recuerdo muy bien lo que leí en estos años entre el nacimiento de mi primera hija y la segunda. No he llevado un registro de lecturas y mi memoria es flaca. Y en este tiempo de tus lecturas claustrales lo único que me viene claro es mi descubrimiento de la obra de Primo Levi y mi lectura apasionada de su trilogía. Una lástima no haber consignado mis lecturas. Poco tiempo después comencé mi periplo por la cultura y literatura africana coincidiendo con el nacimiento de Lucía en septiembre de 1999.
ResponderEliminarEn todo caso, desconocía que la hija de Lope y Micaela Luján hubiera sido poeta. Sus versos saben a buena obra de orfebre del XVII, tal vez curtida por el estilo de la casa.
Y, por fin, de Sor Juan Inés de la Cruz desconozco casi todo, pero tomo nota de esta obra que reseñas Los empeños de una casa que he visto que está disponible en Amazon.
Por cierto, el otro día pedí La señorita de Trevélez a Amazon en libro físico y tardaron veinte horas en hacérmelo llegar desde Madrid a través de Seur sin ningún gasto de envío.
Me decepcionó La señorita de Trevelez, sobre todo habiendo visto Calle Mayor de Bardem, basada en ella.
Me retiro tras una buena conversación literaria en que hemos compartido algunas lecturas.
Casi a punto de cerrar el día, leo tu nota. Como siempre, me parecen interesantes tus itinerarios de lectura. En algunos hemos coincidido, en otros nuestras sendas se han separado mucho.
ResponderEliminarMe sumo a nota-homenaje, por algo hablas de mujeres el día 8, con un homenaje a las mujeres impresoras
Esa antología poética tiene buena pinta para leer más allá de lo típico en clase. Coincido con Joselu en Primo Levi, aunque yo llegué a él más tarde.
ResponderEliminarMuy interesante tu propuesta, no conocía esa antología. Cuando di el taller de literatura de mujeres profundizamos en los s.XIX y XX no fuimos más lejos.Creo que la literatura para estas mujeres fue vital ya que por muy digno que fuera ser mujer,monja y escritora en aquella época, no dejaba de faltarles algo tan importante como la libertad que creo recuperaban solo cuando escribían. Buen ejmplo de ello es el poema que presentas, mundano y repleto de dudas y cuitas amorosas. Por cierto de casta le venía a la hija de Lope. (Voy a intentar incluir aun, algunos de los poemas de esta antología en #piensamelamor).Gracias.
ResponderEliminarCarlota Bloom: Gracias. También estas sesquidécadas son un intento de organizar ligeramente la información y los materiales dispersos.
ResponderEliminarJoselu: Tengo siempre pendiente la lectura de Primo Levi, postergada por la idea de que va a resultarme duro y doloroso. En cuanto a Lope y su hija, hay diversas anécdotas al respecto, e incluso un cuadro del entierro de Lope con su hija en la celosía del convento de las Trinitarias. Gracias por tus recuerdos literarios al respecto.
Lu: Gracias por el enlace a la página de mujeres impresoras, muy interesante, porque la mayoría de ellas se ocuparon de difundir a grandes figuras de la época.
Eduideas: El problema de la antología es que no es fácil de encontrar en librerías, pero en verdad ofrece un panorama variado.
Mª José: Ese disfraz de 'divino' que tienen todos los poemas amorosos de ascéticos, místicos, frailes y monjas, es difícil de tomar en serio en todos los casos. Como digo, estas jóvenes intelectuales que profesaban en los conventos porque no tenían otra salida en la vida civil seguro que tenían en la cabeza algo más que una devoción sin límites al Creador. No digo que fuese todo erotismo, pero tampoco sería todo entrega divina :)
Siempre es bueno saber algo más. Desconocía esta labor de las mujeres del siglo de oro. Eran otros tiempos y el talento literario era cosa de hombres. Por eso, me alegro de descubrir que también hubo mujeres que pese a todo dejaron fluir su vena poética.
ResponderEliminar¡Qué tal las fiestas de la Magdalena...!
Un abrazo.