Es posible que llegue tarde con algunas de estas recomendaciones lectoras, cuando ya algunos vuelven de vacaciones mientras otros acabamos de empezarlas. No obstante, aquí quedan para quien quiera aprovecharlas.
Me ha sorprendido mucho la novela Intemperie, de Jesús Carrasco, una obra corta pero intensa que merece la pena tener en cuenta. No desvelaré detalles, pero tiene el ambiente de Delibes y la crudeza de Cormac McCarthy. En la misma línea de dureza, pero en el contexto de la América profunda, se sitúa El diablo a todas horas, una mezcla entre road movie, thriller y bildungsroman que estremece en más de una ocasión, y no por lo fantástico sino por lo real.
Cambiando de tercio, tenemos dos novelas con abuelos en portada. El abuelo que saltó por la ventana y se largó, de Jonas Jonasson, es una novela ligera que me recuerda a los absurdos personajes de Arto Paasilinna, esta vez enredados en una trama digna de Forrest Gump. Es una novela ideal para pasar el rato y revisar algunos de los acontecimientos históricos del siglo XX. También tiene fondo histórico Mi abuelo llegó esquiando, de Daniel Katz, una novela que enfoca a una familia judía que va protagonizando batallas y huidas en la Europa del primer medio siglo XX. En este caso, el tono ágil, irónico y desmitificador hace que la lectura sea un verdadero placer.
En el ámbito de la divulgación, Santiago Posteguillo ha publicado una recopilación de anécdotas literarias narradas en forma novelesca que ha titulado La noche en que Frankenstein leyó el Quijote. Tal vez para muchos lectores estas historias son ya conocidas, pero es un libro ameno que se lee en un rato.
Y para acabar, una recomendación juvenil -o no-, en este caso un homenaje a las novelas de Julio Verne que realiza César Mallorquí en La isla de Bowen. A pesar de que es una novela larga y orientada al público juvenil, tiene todos los ingredientes del género de aventuras, con numerosos guiños a los lectores de Verne y de las novelas de ciencia-ficción. Es un gran regalo para jóvenes lectores y para nostálgicos del género.
Como siempre, los comentarios están abiertos para vuestras opiniones. Felices vacaciones; lo que queden de ellas...
Como siempre, tomo nota. La del abuelo que saltó por la ventana me la regalaron hace poco pero ni había encontrado el momento ni me atraía en exceso. Me anima verla recomendada aquí porque las lecturas que propones son siempre un acierto. De hecho, una de mis últimas lecturas ha sido "Una temporada para silbar". La tenía apuntada desde que vi tu recomendación en Kuentalibros y la he disfrutado muchísimo. Espero encontrar tiempo para ir degustando tantas otras recomendaciones pendientes.
ResponderEliminarUn saludo.
¿No puedes esperar a las sesquidécadas? jeje Me apunto el del abuelo esquiador, los títulos de esta editorial suelen ser un acierto seguro, diferentes pero con una misma atmósfera nostálgica y realista.
ResponderEliminarYo me apunto la de "Intemperie", gracias. La del abuelo ya la leí hace tiempo y la de "La isla de Bowen" la he leído el primer trimestre de este curso junto con algunos alumnos y nos ha encantado. César Mallorquí no suele defraudar (La catedral, Las lágrimas de Shiva...), de casta le viene... ¿Alguien ha leído de la nueva de Rafael Chirbes?
ResponderEliminarDe los libros que citas he leído el de Posteguillo y es cierto que alguna de las historias ya me sonaban. Me gustó. Apunto el resto de títulos. Eres un "devorator" de libros :)
ResponderEliminarJavier: El abuelo que saltó... es amena y tiene su gracia. Espero que te guste. En cuanto a Iván Doig, creo que han publicado otra novela suya en la misma línea. Ya veremos.
ResponderEliminarEduideas: He mirado mis próximas sesquidécadas y quizá sean demasiado 'técnicas'. Tenía ganas de comentar lecturas más actuales. Estoy de acuerdo contigo en que los Libros del Asteroide suelen tener calidad.
Carlos: Ya me dirás qué te parece Intemperie, que a mí me ha dejado un sabor similar a La carretera, ce McCarthy. Gracias por comentar que La isla de Bowen funciona bien en el aula. ¿No se han quejado del número de páginas? Y no he leído la de Chirbes, pero acepto recomendación.
Mª José: El libro de Posteguillo es quizá ese tipo de libro para regalar y quedar bien, una panorámica curiosa del mundo de la literatura. Devorator, sí, pero en menor medida de lo que quisiera :)
¿Tarde? Ya se vislumbra un largo verano para leer -entre tras cosas- Tomo buena nota, no he leído ninguno.
ResponderEliminarDisfruta de las vacaciones -a mí ya se me acaban :(
No he leído nada de lo que comentas, así que no puedo decir nada al respecto. Mis lecturas van por otros lados que aparecen en Pinterest. En todo caso, tomar nota de aventuras literarias en un tiempo en que lo literario ya no es una aventura sino un viaje organizado con seguro concertado y actividades de animación por las noches.
ResponderEliminarEcho en falta el tiempo en que la literatura era un arma para cambiar la realidad no solo para recrearla o para ser ligeramente ingenioso con ella. Ese mordiente que tiene la gran literatura lo echo a faltar en estas lecturas modernas que lo máximo a que aspiran es a hacernos pasar un buen rato, sin mayores complicaciones existenciales que nos lleven a la rebeldía política y personal.
En todo caso, ayer murió Paco Elvira, un fotógrafo barcelonés, que exploraba la sierra del Garraf haciendo fotos. Me ha conmocionado su muerte por su vocación fotográfica tan semejante a la mía y por su compromiso intelectual que le lleva a morir haciendo lo que mejor sabía: hacer fotos.
Echo en falta esto en los narradores que nos proponen pasar un buen rato y salir iguales que hemos entrado en su libros.
La buena literatura nos hace algo imperdonable: nos cambia, nos transforma, nos hace morir en el intento, como a Paco Elvira.
MUERE PACO ELVIRA
Carlota Bloom: Uf, el verano... está tan lejos :)
ResponderEliminarJoselu: Había visto la noticia de Paco Elvira precisamente en tu Facebook y me acordé de que tú mismo contabas en tu blog los paseos por Garraf. Hablar de libros que cambian el mundo, de libros que nos convierten en otras personas, es difícil mientras seguimos en esta entumecida realidad, en este periodo que parece un tránsito hacia algo que ni siquiera vislumbramos. Me he dado cuenta de que no recomiendo públicamente libros difíciles, libros que provocan el desasosiego interior, y que quizá ni yo mismo los busco. Tampoco me fío ya de esa idea de la literatura como arma de combate interior o exterior. Me conformo con leer y disfrutar, con una visión totalmente hedonista de la lectura, incluso utilitaria, por qué no. Pero no me voy a poner filosófico en los comentarios. Estuve dudando si incluir una novela que me pareció interesante para la reflexión metaliteraria -¿qué sentido tiene la literatura hoy día y qué ocurre con las obras de éxito?-, y lo haré ahora por si te animas: X, de Percival Everett. No va a cambiar el mundo, pero tampoco creo que lo pretenda. Un saludo y gracias.
Tomo nota de tus consejos. Consejos siempre valiosos. Ojalá el tiempo me permitiera ir de libro en libro, ahora que estamos en primavera, pero me conformo ir de uno en uno...
ResponderEliminar¡Que disfrutes de lo que nos queda de vacaciones!
Un abrazo.
Tomo nota. Algunas ya las conocía y les tenía ganas, como la del abuelo y la de Santiago Posteguillo, pero ¡uff! leer por placer es algo que no cato desde hace meses. Menos mal que el paro que me regalará la administración dentro de poco me permitirá ponerme al día.
ResponderEliminarSaludos, Toni
Yo no he leído ninguno de los títulos que citas. De todos, me atrae "Intemperie", pero no las historias de los abuelos (no por ligeras, sino porque prefiero la relectura de algunos clásicos).
ResponderEliminarEste fin de semana he vuelto a tener en mis manos un librito apasionante: La invención de Morel de Bioy Casares. Y he vuelto sobre los poemas de Allen Ginsberg. Si no los habéis leído, son altamente recomendables.
Creo que el de Posteguillo me está haciendo un guiño ;)
ResponderEliminarSaludos