Hallábase maese Antonio holgando con sus lecturas y se le allegó su sobrino quien díjole así:
-Pidiéronme para la maestría de profesorado un escolio de 500 caracteres sobre los objetivos de la educación, pero he de confesar que, pese a mis lustros de formación en el trivio y cuadrivio, ignoro los entresijos del noble arte de enseñar.
Contestole su mentor:
-Preciado pupilo de barba vellida, también en mis tiempos se estilaba platicar sobre el arte de enseñar, aunque lo hacíamos con mayor prolijidad hasta alcanzar las 500 palabras. Me demandas consejo y te daré conseja. Aguza el oído:
“Cuentan que entre las afanosas hormigas hallábase un grupo que destacaba por su inteligencia. Este grupo selecto de maestrehormigas dedicábase a señalar los surcos por los que debían las hormigas obreras buscar el sustento. En cada encrucijada, en cada vado o revuelta, una de estas sabias hormigas mostraba a las demás compañeras cuál era el camino atinado. Mas aconteció un día que una joven y garrida hormiga preguntó a su guía cuál era el motivo por el que tenían que seguir siempre los mismos surcos. La maestrehormiga respondiole que los surcos ya trillados son el buen camino, un sendero del que todos conocen su origen y final, el ansiado alfa y omega de nuestro destino. La hormiga inquieta quedose pensativa un buen rato y volvió a inquirir:
-Maestra, el camino será bueno, pero, cuando llueve, los surcos se inundan y perecemos a miles. ¿No sería mejor que cada nueva generación de hormigas abriese surcos menos angostos y más livianos?
Respondiole la maestrehormiga con estas palabras:
-Sin duda es la juventud quien te empuja a la temeridad. Surcos y lluvias forman parte de nuestra vida desde la noche de los tiempos. Sigue tu camino, escucha, aprende y no preguntes. Cuando conozcas en profundidad los senderos trazados, podrás ser maestra como yo. Lo demás es vanidad de vanidades y todo vanidad...”
Maese Antonio permaneció largo rato en silencio, como si Twitter se hubiese colgado.
-¿Y qué hizo la hormiga? -preguntole su sobrino.
-Hijo, en esta historia hay tantas versiones como hormigas. Unos dicen que la joven hormiga hizo caso a su maestra y acabó convertida en una gran sabia, promotora de sesudas leyes hormiguescas. Otros, por contra, señalan que la díscola obrera (quizá un 15 de mayo) abanderó un grupo de hormigas desencantadas que saliéronse de los surcos y establecieron una comunidad próspera, sin caminos trazados y sin miedo a las inundaciones. Me preguntabas por el propósito de la educación y te diré que el buen maestro no es el que responde a las preguntas de la hormiga rebelde, sino quien consigue que la hormiga cuestione aquello que le viene dado. Y tú ahora puedes elegir entre alzar la mirada al horizonte o caminar inclinado tras las pisadas de quienes te preceden.
Y como a los de Purposed/ES parescioles buena esta historia, mandaronla escribir e añadieronle unos versos:
Si quieres hallar el propósito de educar,
no pienses qué cuestiones has de responder,
sino qué preguntas debes sembrar.
Imagen original: Pintada en Córdoba
ole, ole, y olé maeztro ...
ResponderEliminarTony, me ha encantado!! A mis 8 de la mañana, sé que es lo mejorcito del día. Empezamos bien!! Un abrazo.
ResponderEliminarExcelente!! Te felicito :)
ResponderEliminarCreatividad !! Ya mencionaba en mi post la necesidad de ser creativos. Un buen ejemplo de cómo podemos plantear cuestiones esenciales como tu has hecho con este post, con arte, sabiduría y sentido del humor. Enhorabuena, pocos lo consiguen.
ResponderEliminar(La cuenta no es mía pero soy @manuelpielroja )
Ja, ja, ja, maese Antonio (rima con Patronio), me ha encantado: fino, divertido, interesante. Me recuerda el asunto de una obra no muy conocida de Bertold Brech, El que dijo sí, el que dijo no. Trata, si mal no recuerdo pues la leí hace más de treinta años, de un pueblo que ha de trasladarse por entre las montañas afiladas y peligrosas. La tradición establece que a los que no puedan seguir (ancianos, enfermos...) se les dejé allí o se les despeñe para no ser una rémora para el resto de la familia. En la primera versión, se aplica la tradición milenaria (el que dijo sí), pero en la segunda se contraría lo que se había dicho y hecho siempre (el que dijo no). Tenemos siempre esta opción abierta. Seguir la tradición, esos surcos abiertos por las hormigas o intentar abrir surcos nuevos. La respuesta no es fácil porque en esos surcos milenarios hay mucho conocimiento acumulado (también dislates), y en los nuevos surcos puede haber "mediterráneos" que se creen descubrir y experimentación baldía o fuera de sentido. Personalmente, a mí me gustaría ser profesor innovador en un contexto de dominio de la tradición, no para sobresalir, sino para que mis alumnos tuvieran asegurados unos conocimientos y destrezas básicos que sólo puede proporcionar la tradición. En la innovación puede haber impulsos interesantes pero también muchísima hojarasca, cual espumilla desechable. No estoy viendo que la incorporación de los portátiles a la educación haya supuesto un gran avance, y muchos alumnos añoran los libros de texto. Ese diálogo entre tradición y vanguardia no se resuelve fácilmente.
ResponderEliminarPropiciador del debate tu artículo. Saludos.
Solo puedo decirte que lo has bordado... mil gracias por estar aquí, por alzar la voz, y por ser capaz de sembrar esas preguntas y reflexiones entre nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo enorme!
Paréceme que en el tal libro figuran otros versos que dicen:
ResponderEliminar"Con la ayuda de @tonisolano y de su buen consejo,
sale la educación de angustias y cumple su deseo".
Enhorabuena por la entrada. Fantástica.
¡Buenísimo! Una vez más, me quito el cráneo, maese Antonio.
ResponderEliminarQue maravilla! en mi post ya propuse que el propósito de la educación era dudar de todo aunque quizás es mejor como propones: que se lo cuestione todo. Gracias por hacerme la mañana un poco más amena! Un abrazoo
ResponderEliminarMi querido conde Solano, sólo -¡ortografía real ya! puedo exclamar una sola palabra: ma-gis-tral...
ResponderEliminarSeguiremos sembrando dudas y recogiendo incertidumbres...
De nuevo, me quito el cráneo, ¡MAESTRO!
Vaya pues por todas esas hormigas díscolas que un día salieron y seguirán saliendo del surco quizá un 15M. Genial tu vena escritora. Me ha encantado la foto.
ResponderEliminarQué tío, sabes darle a todo un toque de maestría y humor excepcional. He disfrutado siendo hormiguita en esta reinvención del Conde Lucanor, ¡bravo!
ResponderEliminarBonita historia... estupenda para hacer un videocuento o un cómic con estudiantes de Magisterio :-)
ResponderEliminarEl curso que viene.
J.
Gracias, Tony! Esto es música para mis oídos y glucosa para esta carrera de fondo.
ResponderEliminarAntonio, ha sido lo mejor de un día muy revuelto. No sólo en la enseñanza, también en la vida nos empeñamos en seguir el surco que sabemos que no lleva a ningún lugar, en vez de vagar libres descubriendo y renombrando el mundo. Gracias.
ResponderEliminarMe ha encantado, sobre todo el recurso de contarlo con un cuento. Estoy preparando la defensa del Trabajo Fin de Máster y termino la exposición haciendo un paralelismo entre montaña y educación. En la montaña existen los alpinistas profesionales que te enseñan las reglas de la montaña, utilizan bombonas de Oxigeno, que intentan hacer el mayor número de ascensiones y cuando les preguntas te hablan de la técnica hay otros que además o sin darle tanta importancia a las técnicas de ascensión te enseña a amar la montaña a respetarla e incluso te acompaña en alguna ascensión. Me parece que los profesores del MAES has sido de estos dos tipos por eso lo comento.
ResponderEliminarNo sé, tus hormigas me recordaron mi presentación que últimamente está en todas partes.
Un placer leerte
No puede uno más que...querer ser hormiga que aprenda de un maestro-hormiga como tu. Que suerte tenerte por aquí. De 10...alto.
ResponderEliminarParafraseando a Don Juan Manuel:
ResponderEliminar"a los que leyeren este cuento, si se deleitan con sus enseñanzas, les será de provecho, y a los que, por el contrario, no las comprendan, al leerlo, atraídos por la dulzura de su estilo, aunque no quieran, aprenderán.
Extraño sería que pasara nadie a nadie alguna cosa y que aquí no hallara nada de donde poder sacar enseñanza. En el nombre de Dios. Amén"
(Buena "medicina", maestro)
Lu
Muchísimas gracias a todos. Es un placer teneros por aquí hablando de educación.
ResponderEliminarUn abrazo.
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A ver si ahora puedo publicar mi comentario que llevo desde el mediodía intentándolo. Te decía que muchas gracias por tu relato a lo Conde Lucanor. Estoy por compartirlo con los alumnos: primero por el formato para que vean que se puede estudiar a los clásicos escribiendo a la manera de.. y segundo para que vean que la creatividad, la crítica y el humor no están reñidos y que a partir de los clásicos se puede aprender a pensar, soñar y argumentar. Gracias por enseñarnos nuevos caminos para enseñar a aprender y ayudarnos a enseñarles que la literatura sirve para algo más que saberse nombres, cronologías y datos.
ResponderEliminarGenial Antonio.
ResponderEliminarEsto es sabiduría y maestría. Gracias por tu aportación.
Felicidades
Gracias, Antonio por esta entrada. Me ha encantado. Fiel reflejo de tu persona. Salud
ResponderEliminarIm-prezionante ;))
ResponderEliminar¡Maravilloso! ¡Me ha encantado leerte!
ResponderEliminarLuego, mientras leía los comentarios, me he dado cuenta de que tal vez habría que hacer alusión al uso del casco, que abrir nuevas rutas tiene sus efectos secundarios... XD
Un abrazo, maestro
Una muestra de intertexto magnífica. Una lectura divertida y profunda.
ResponderEliminarNo soy yo muy adepto a las hormigas como concepto (monocolores, iguales, no cambian ni crecen, aburridas, rastreras, clasistas, trabajadoras hasta la extenuación, agresivas e invasoras… mucho más cercano estoy a las orugas y sus metamorfosis y colorido y mariposeos, pero… esa es otra historia ;-) así que a punto estuve de sacar el insecticida según aparecieron.
ResponderEliminarPor suerte, me contuve, y conseguida la abstracción necesaria en este cuento abierto, me encantó, y yo, que continuamente me planteo el "para qué…" que en esta sociedad parece justificarlo todo, hasta la educación, vi satisfecha mi imaginación con esos caminos de surcos trillados y esas preguntas sembradas que nos dejas por todo el cuento.
Y además de lo contado, el lenguaje en que lo has escrito es, no lo dudaba, una gozada a la vez distante, y a la vez irónica.
Felicitaciones, Antonio.
(Y me alejo preguntándome… cómo lo habrá hecho este Antonio… otra vez).
¡Qué placer leerte!
ResponderEliminarY aunque ya sé que no es de este cuento, habría que conocer también la opinión de las cigarras...
Como de costumbre, muy bien escrito y argumentado
ResponderEliminarJajaja. Excelente tanto el continente como el contenido. ¡Para que luego se cuestione la validez y actualidad de los clásicos! ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarUn auténtico placer leer un texto tán inteligente en una forma tan amena y agradable. ¡¡ GUSTAZO !!!
ResponderEliminarDesde que te leo, me cuestiono aquello que viene dado; sin duda eres un buen maestro y por supuesto eres un escritor muy ingenioso.
ResponderEliminarUn deleite leerte. Un saludo
Un escrito excelente, tanto en forma como en fondo. ¡Qué más se puede pedir!
ResponderEliminar¡Enhorabuena!
Un abrazo.
Sólo puedo darte las gracias por compartir lo que escribes, me ayudará a continuar con este domingo antes de opositar
ResponderEliminarHola! Llegué a este blog buscando informacion para unos cursos a distancia que estoy haciendo. Me gustaría felicitarte ya que me ha encantado lo que planteas en este post! De verdad! Y me ha hecho venir ganas por seguir creiendo en que una buena educación es posible :)
ResponderEliminarGracias de nuevo a todos por vuestros comentarios. Saludos.
ResponderEliminarMe ha gustado la intertextualidad con D. Juan Manuel.
ResponderEliminarMuy buenas las metáforas y la moraleja final.
Saludos.
Excelente la reflexión,excelente forma y fondo, y sobretodo regresar nuevamente a donde debemos de partir, hacia la persuación de búsqueda, de ideas.... Gracias!!
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