Es curioso: El Lazarillo es una de las obras más conocidas y más recomendadas en colegios e institutos (muy pronto lo comprobaréis aquí mismo); sin embargo, sólo unos pocos -filólogos en su mayoría- conocen la existencia de dos segundas partes del Lazarillo. Esta sesquidécada enmienda levemente ese olvido, pues rescata para el blog aquella lectura de Lázaro que, en ambas secuelas, aparece convertido en pez. La primera de ellas se trata de una segunda parte muy cercana en el tiempo al lazarillo original, publicada de manera anónima en Amberes, que utiliza el relato de transformaciones al estilo de Luciano de Samósata para convertir a Lázaro en un atún y criticar las costumbres de su tiempo. En la segunda, de Juan de Luna, el estilo barroco se acerca más al de Gracián, aunque mantiene una fuerte dosis de anticlericalismo y censura moral. Además de mostrar una calidad menor que la del original, ambos relatos han resistido peor el paso del tiempo, algo que los aleja del gusto actual. No obstante, merece la pena leerlos y pasar un buen rato con ese mundo que podría ser el de Bob Esponja pasado por el callejón del Gato.
Otra de las lecturas recuperadas en esta sesquidécada son los Cuentos de amor, de locura y de muerte, de Horacio Quiroga. "El almohadón de plumas", uno de esos relatos de Quiroga, tiene asegurado un lugar en todas las antologías; el resto de cuentos posee asimismo una calidad incuestionable.Vale la pena acercarse a sus historias y ponerlas en relación con los propios horrores de su biografía, que podría haberse convertido en uno de esos cuentos de locura y muerte.
En último lugar, se habrían disputado los honores de figurar aquí el Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, y Los Lusíadas, de Luís Vaz de Camões; sin embargo, hoy 18 de marzo debo dejar espacio para un homenaje. Se trata del centenario del nacimiento de Gabriel Celaya, un poeta necesario como el pan de cada día. Los poemas de Celaya no encajan en ninguna de estas sesquidécadas, o más bien encajarían en muchas de ellas, pues han estado ahí siempre. Desde la rebeldía hasta la intimidad, sus versos son puñados de humanidad. Y el mejor homenaje es traer aquí sus palabras:
Biografía
No cojas la cuchara con la mano izquierda.
No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.
Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
¿Dónde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes?
Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
Eso, para seguir.
¿Le parece a usted correcto que un ingeniero haga versos?
La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.
No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.
No bebas. No fumes. No tosas. No respires.
¡Ay, sí, no respirar! Dar el no a todos los nos.
Y descansar: morir.
Hago un paréntesis entre otras lecturas, tomo la antología de Taurus “Cuatro poetas de Hoy” y leo. Hay varios subrayados, mis gustos son parecidos –casi los mismos - que hace más de veinte años. Sé que no es el lugar para este anuncio, pero también sé que me lo perdonarás, Toni: “Se ha perdido un hombre / calvo, de ojos claros. / Se ignora su nombre. / Ya no tiene años. / Confunde su vida / con lo que ha inventado. / Viste como todos. / No es ni alto ni bajo. // Se ha perdido un hombre / que salió buscando / algo cuyo nombre / ya se le ha olvidado. / Si alguien se lo encuentra, / diríjale al cuatro / de Juan de Bilbao / Donostia (España). / Le estoy esperando”.
ResponderEliminarLa poesía es un arma cargada de futuro es uno de esos poemas siempre vigentes, que nunca se olvidan por la clarividencia y belleza de esas imágenes potentes y llenas de densidad de ideas. ¡Cómo me emocionó en los años setenta oírlo cantado por Paco Ibáñez! Igual que el otro que a mí me maravillaba que era España en marcha. Gabriel Celaya y Blas de Otero, los dos vascos, encarnan la figura del poeta como conciencia cívica y comprometida. Me identifico con su trayectoria que va de lo existencial a lo social sintetizando esos oscuros años de las décadas del cincuenta al setenta, pero a la vez llenos de fuerza, resistencia y valor. No sé si la poesía es un arma cargada de futuro, muchas veces me lo he preguntado. Con la muerte reciente de Benedetti parece desaparecer una concepción de la poesía hispana vertebrada por la conciencia cívica, humanista y existencial. Celaya es desconocido por los jóvenes, pero para algunos de nosotros es un paradigma de honradez intelectual y de compromiso humano.
ResponderEliminarNo leí las continuaciones de El lazarillo, así que no puedo comentar, pero sí que me regocijé con la continuación en cierto modo de La Celestina en la magnífica obra de Francisco Delicado que es La lozana andaluza. Hubo un tiempo en que la hacía leer a mis alumnos a continuación de la obra de Rojas.
Saqué mis oposiciones con un tema que tenía como eje a la novela picaresca y guardo por ello un cariño especial a este género. Fue en la prueba oral. Curiosamente tuve tiempo para crear una tesis personal que no tuve ocasión de desarrollar con el tiempo.
Lo cierto es que muchos desconocen el significado propio de «sesquidécada».
ResponderEliminarNo obstante, creo que los profesores de lengua, y en especial las nuevas generaciones que estamos aún en proceso estudiando la carrera, deberíamos dar nosotros mismos pie a que se conozcan obras que parecen estar olvidadas, fomentar la cotidianeidad con estas continuaciones. Pienso que si no se conocen continuaciones de grandes glorias de la literatura como el Lazarillo es porque cortamos de raíz cualquier mención a su continuación, no alentamos a seguir descubriendo o, al margen del libro, la mayoría no la menciona.
Yo la conocí de casualidad, pero ni en los años en los que estudié la obligatoria o bachillerato, y ni siquiera en las asignaturas pertinentes de la carrera, aparecía. Desconozco si en asignaturas más especializadas la nombrarán, pero en lo que son las que cursé...
Un saludo.
Manjo ExLibris
Desconocía la existencia de las dos segundas partes del Lazarillo y me ha entrado la curiosidad, así que voy a intentar encontrarlas. En cuanto a Quiroga, he leído varios de sus relatos, pero ese lo desconocía. Me ha parecido espeluznante. Y el homenaje a Gabriel Celaya, evidentemente es merecidísimo ya que es uno de los grandes poetas de la posguerra española.
ResponderEliminarGracias por la información y saludos.
De Quiroga he leído -y me encantan- los "Cuentos de la selva" y alguno de la obra que mencionas; éste que citas no lo conocía, ¡es tremendo!. No he leído las secuelas de "El Lazarillo", pero recuerdo haberlas estudiado en algún momento (esas curiosidades filológicas). En cuanto a Celaya, su "Biografía" es deliciosa, y su homenaje, obligatorio. Ahí va otro pequeño homenaje, de Tranquilamente hablando:
ResponderEliminarTODO VALE LA PENA
TODO vale la pena.
Espero ansiosamente telegramas que digan,
por ejemplo: "Aceptado", o: "Llegué bien. Abrazos."
Pago cualquier precio por un coñac decente;
pierdo noches enteras con cualquier muchacha.
Todo vale la pena.
Todo me arrebata y esto es lo terrible;
todo me apasiona y es, sin embargo, tonto;
todo debería parecerme nada,
mas las naderias son mi vida, mi todo.
Todo vale la pena.
Llevo el capital social de mi negocio
como un piel-roja lleva su pluma arrogante.
Es una miseria; no significa nada;
mas mi sangre suena: vivo, soy dichoso.
Yo tuve ocasión de leer el lazarillo-atún, pero fue en un momento de la carrera en el que no supe disfrutarlo. Lo reconozco. Fue una época gris en la que la universidad también me parecía gris, salvo en las maravillosas clases de Martín de Riquer a las que me colaba. Precisamente una de mis profesoras, Rosa Navarro, es quien defiende que El Lazarillo es obra de Alfonso de Valdés.
ResponderEliminarHubo una parte de los estudios universitarios que nos introducía en el maremagnum de las ediciones, copias, manuscritos y variantes, en detrimento de otros aspectos de contenido más interesantes.
Celaya es un poeta al que leí cuando era estudiante de COU. Su poesía no me era extraña, ni críptica y sintonizaba con mi espíritu algo rebelde. Hoy siento ese mismo sentimiento, a pesar del tiempo transcurrido.
Carlos: Veo que la lectura del tocho de George R.R.Martin te deja tiempo para picotear en la poesía. Gracias por los versos.
ResponderEliminarJoselu: También para mí estos poetas tienen resonancias libertarias, en un contexto que recuerdo con cierta nostalgia. En lo que se refiere al lazarillo, las segundas partes no encajan bien en el género picaresco y quizá por eso te quedaron al margen. Tal vez deberías animarte a retomar esas tesis originales; tendrías fieles lectores.
Manjo ExLibris: En lo de sesquidécada, casi siempre menciono que se trata de lecturas de hace 15 años y en esta ocasión no lo hice, aunque es una serie que viene de largo. En cuanto a la reivindicación de estas lecturas al margen, lo tenemos difícil pues ya nos cuesta lo nuestro arremeter con los grandes...
Virginia: Te animo a descubrirlas (están publicadas juntas en Cátedra), pues son 'originales'. El relato de Quiroga es espeluznante ciertamente. En las aulas de ESO funciona bastante bien un libro suyo llamado Anaconda, en Vicens-Vives.
Carlota Bloom: Delicioso poema el que citas. Hay muchos y muy buenos. Estos días en la red estamos gozando con su 'resurrección poética'. Un saludo.
Lu: Profesores universitarios que derraman su erudición como bendiciones; profesores alzados del suelo como depósitos de sabiduría, inalcanzables a la comunicación en el aula. En otro nivel, los seguimos encontrando en el instituto, o incluso en el colegio. Hemos perdido el goce de buenas obras abrumados por el estudio de impresiones y reimpresiones, manuscritos A y B y tanta hojarasca baldía. Todas nuestras actividades abiertas e inteligibles quizá sean una pequeña venganza por aquello.
ResponderEliminarCreo que se recomienda demasiado el mismo canon: lazarillo, Garcilaso... Hay muchos otros clásicos que adaptados podrían triunfar en secundaria, le estoy cogiedo manía a Lázaro por su presencia excesiva y constante. Quizá deba leer esas partes para reconciliarme con él.
ResponderEliminarQuiroga tiene un par de cuentos buenísimos, como el del almohadón, pero el resto me decepciona, es bueno para antologías variadas no para recomendar todo el volumen: demasiado iguales los temas y desiguales los ritmos e intensidad narrativa
Yo recuerdo haber leído el lazarillo en cuarto de bachillerato y me encantó. Me pareció (a mis quince años) una obra interesantísima. Y hoy, cuando la releo, me lo sigue pareciendo. La poesía de Celaya sigue siendo actual y reivindicativa con este lenguaje llano y próximo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por tus recomendaciones, Antonio. Tomo buena nota.
ResponderEliminarSaludos
Interesante,El Lazarillo convertido en pez, no lo conocía y me lo apunto. Tiene algo que ver con este mes de "piscis". El relato lo conocía y lo he utilizado en clase al igual que Anaconda, me sorprende el final, es intrigante aunque me decepciona un poco. El poema es genial.
ResponderEliminarQue poema de Celaya tan bonito has escogido. Qué certero y que capacidad de hacer poesía con un lenguaje común, de suscitar la emoción a partir de lo cotidiano.
ResponderEliminar¡Cuántos recuerdos! ¿Hemos cambiado o sigue siendo válido?
Un poema que habla de la sobrevida...aunque todo pinta para organizar una buena muerte. me gusta
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