Ya estamos en la última sesquidécada del año. En diciembre de 1995 seguía liado con monográficos sobre diversos asuntos filológicos: El teatro del siglo de oro, del que ya hablé en la anterior entrega; la historia de la lengua española, a la que espero dedicar una nota más profunda; la literatura hispanoamericana, a la que también me enganché perdidamente... Demasiados frentes que apenas dejaron sitio a obras de ficción. La única novela que leí aquel mes fue La exagerada vida de Martín Romaña, de Alfredo Bryce Echenique. Algunos amigos me habían recomendado a este autor, al que consideraban un maestro del humor. La novela que cito me resultó divertida, pero tampoco era para tanto (lo que he leído después de este autor no me ha gustado nada, incluidos los recientes episodios de plagio en los que se ha visto envuelto). De hecho, creo que le sobran páginas, pues el estilo se hace bastante repetitivo. Precisamente ese estilo singular, tan identificativo de algunas obras de Bryce Echenique, fue el que me impulsó a tomarlo como referencia para un trabajo de grupo en la asignatura de Literatura Hispanoamericana (a cargo de Sonia Mattalia). Se trataba de aislar rasgos estilísticos de autores americanos y construir un texto "a la manera" de ellos. Recuerdo que preparé una base de datos en Access con todos los procedimientos técnicos del autor; después sustituí el marco del 68 parisino por las revueltas del 0'7 en la Valencia de 1996, y al personaje pusilánime de Martín Romaña por un hipocondríaco estudiante de filología. El texto de base que pergeñé fue mejorado por el grupo de trabajo y nos permitió comprobar que detrás de todo autor existe una técnica que es posible imitar, por lo que la creación literaria, igual que la pintura u otras artes, consiste más en abrir caminos que en mostrarse virtuoso con las palabras. Es algo que procuro no olvidar para no ponerme estupendo a la hora de escribir.
P.D. Os recuerdo que el próximo día 16 (y 17) de diciembre se conmemora el aniversario del acto fundacional de la Generación del 27 (la cita en el Ateneo de Sevilla). El año pasado, muchos blogs publicaron ese día un poema del 27 bajo la etiqueta ponunpoemadel27enelblog. Este año pienso seguir la convocatoria, de modo que estáis invitados a publicar el poema que más os guste el próximo jueves 16 (o viernes 17). Por supuesto, también se hace extensible a Twitter, bajo la etiqueta #poema27.
Antonio, parece que por una vez y sin que sirva de precedente ^_^, seré el primero (o de los primeros).
ResponderEliminarDe Bryce Echenique, lo único que he leído es Un mundo para Julius, que me encantó y Tantas veces Pedro, de la que poco puedo decir porque, para imitar al protagonista, la leí completamente borracho (cosas de la juventud).
En cuanto a repetir la conmemoración de la reunión en el Ateneo de Sevilla, cuenta conmigo: mis alumnos andan haciendo prácticas de lectura y grabación con Amando en el tiempo, de Cernuda. ^_________________^
Un abrazo.
Lo siento, pero el humor no es mi fuerte. Sólo me hacía reír a mandíbula batiente Bukowski, y una vez un grupo ruso llamado Pokatuka. Creo que en mi vida he pasado un rato con mayor contento y alegría. Pura magia. Tengo un sentido del humor peculiar y no muy florido. Quizás por eso La vida exagerada de Martín Romaña me sumergió en el bostezo, y sí demasiado grueso para lo que es el libro. Sentía pasión por la literatura latinoamericana, pero Bryce Echenique, pues no. No creo que lo vuelva a intentar. Ante un humor que no me llega y un drama que me conmueve prefiero mejor esto último. Por eso sé que he de volver a Onetti. Su tristeza me sigue conmoviendo. Lo prefiero. Pero puede ser un error mío de perspectiva. Echenique quemó su último cartucho conmigo. No me volverá a atraer, algo así como me pasa con el PSOE. ¿Adónde iremos, pues? En la literatura hay mucho donde elegir, pero por aquí, en el otro terreno, pues no.
ResponderEliminar¡Qué extraña convocatoria en el setenta y tres aniversario del homenaje a Góngora! Veremos lo que se hace.
Un cordial saludo.
Genial tu relato " a la manera de", has conseguido que mi jornada correctora acabe en carcajada. He recordado la gran acampada 0,7 en Blasco Ibañez y que yo también hice ese trabajo y elegí a Bryce Echenique (cómo eres capaz de conservar esas reliquias).Empecé a leer a Bryce en 3ºde BUP, aquello si que era leer en abierto, alguien se leía un libro, lo comentaba y todos lo leíamos para poder comentarlo a su vez. Así pasó con Un mundo para Julius, Martín Romaña o El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz. A mí me gustó mucho y recuerdo que me reía, tenía 17 años, no sé si ahora sería lo mismo. Me da un poco de pena que los últimos libros sean tan poco digeribles, él me cae bien. Mi blog acudirá a la cita del Ateneo de Sevilla y el 27 aunque es difícil la elección de un solo poema.
ResponderEliminarEl 16 de nuevo en la red esta vez con la Generación del 27.
ResponderEliminarDe Bryce Echenique he leído Un mundo para Julius y creo que me pasa un poco como a ti.
ResponderEliminarDesde Tres Tizas nos unimos a la convocatoria: cambiaremos 16 por 27.
Yo también leí Un mundo para Julius, sencillamente correcto. A mí me va por épocas, tuve mi año de leer hispanoamericano, últimamente leo mucho estadounidense de los años 50 y 60, aunque procuro ir alternando. Se podría elaborar una lista "Los 10 libros que más lectores han decepcionado" sobre las expectativas demasiado altas que nos ponen las recomendaciones.
ResponderEliminarA mí sí que me hizo reír mucho Echenique, éste y El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz.Un mundo para Juluis me parece una novela preciosa. Hace muuuucho que no leo nada de él, pero entonces, cuando yo era vienteañera, me encantaba. tomo nota de la propuesta (¡Espero llegar!!)
ResponderEliminarComo a Carlota, Un mundo para Julius me gustó, pero eran otros tiempos. Hoy no sé si pasaría la prueba. El tiempo nos hace más puntillosos y exigentes con las lecturas. ¿O no os pasa lo mismo?
ResponderEliminarEn cuanto a la celebración, pues claro que sí. Ahí estaremos.
Cuenta conmigo también para la celebración
ResponderEliminarEstoy de acuerdo. Se puede mejorar la técnica, pero el alma del artista esta ahí. Y ella sola es capaz de hacer brotar creaciones artísticas. Luego, repito, se puede perfeccionar, pero la esencia no se aprende.
ResponderEliminarUn abrazo.
José Luis: Seguramente la lectura de Bryce Echenique encaje en esa edad de la rebeldía. No sé si a estas alturas resistiría el envite. Gracias por aceptar el reto.
ResponderEliminarJoselu: Ya hablamos en otras ocasiones sobre el humor en lo literario. En efecto, la melancolía parece más efectiva que la carcajada a la hora de apreciar a un autor (tal vez los libros tristes permitan más lecturas que los cómicos). En cuanto al desencanto político, pocos cartuchos nos quedan también a nosotros como votantes.
Mª José: Estuve a punto de no citarlo, pues me parece ñoño y pasado de moda. Guardo casi todo porque ya tenía ordenador en aquella época (incluso tengo la versión retocada del grupo, que no he publicado por decoro). Gracias por sumarte al homenaje.
Blogge@ndo: Otro lance poético, para no perder el ritmo.
Marcos: Un poco pesadote, pero se puede digerir con píldoras poéticas como la de mañana.
Eduideas: Sí que vamos por rachas, como los locos :-) En cuanto a la lista de decepciones, a ver si nos ponemos con ella.
Carlota Bloom: Como le he dicho a @jlgj, el periodo de los veinte años se presta a disfrutar de esos desvaríos. Yo no he hecho la prueba de releer; no me atrevo.
Lu: Además, hay tantas cosas nuevas que leer (incluso los clásicos imperecederos). Espero sorprenderme mañana con vuestros poemas. El mío será muy previsible.
Silvia: Gracias por unirte al reto poético.
Miguel: Creo que la calidad está en ese difícil equilibrio entre el virtuosismo y la genialidad. Un saludo.