Curso nuevo, centro nuevo. De 350 alumnos pasamos a más de 500. En el claustro, tres profesores menos, dos de nuestro departamento de Castellano. Eso sí, se dobla el personal de limpieza. Ojalá los alumnos fueran baldosas...
Crédito de la imagen: 'Oaxaca mop'
¡Menudo fregado!, por seguir con la metáfora :(
ResponderEliminarAntonio, mira el lado bueno: daréis clases sobre chorros de oro ^__________^
ResponderEliminarÁnimo. Seguro que de la necesidad haces virtud.
Un abrazo.
Me temo que esas clases compartidas que me maravillaban desaparecerán. Centro nuevo, pero ahora reducen profesorado aunque aumente el alumnado. Entiendo tu cabreo. Yo daba, hace años, clase en un viejo edificio con muchas carencias, pero le tenía un enorme afecto que no he logrado proyectar en el nuevo, tan pulido y bien pintado. No tiene que ver, pero ya ves por dónde van las inauguraciones de nuevas instalaciones. Ahora hay que pagarlas. Digo yo. No obstante, adelante. Tienes fuerza para esto y mucho más.
ResponderEliminar¿Y si limpiáis los profes y que de clases el personal de limpieza?
ResponderEliminarPues siguiendo con la idea de Carlos, ya me gustaría que los alumnos pudieran oír las historias de vida de algunos miembros del personal de la limpieza de mi centro. Son una novela.
ResponderEliminarEso sí qie enseña.
Toni, adelante con los cambios. Los nuevos edificios no aseguran una mejor educación. Yo tengo una experiencia similar a la que cuenta Joselu. Ahora tenemos un centro nuevo, pero nadie pisa la Sala de profes. Nos hemos convertido en un avispero en el que cada cual ocupa su celda.
Estrella: La enseñanza/educación es un sector en el que no resulta fácil medir los recursos necesarios; es una pena que las administraciones, ante la duda, recorten personal, pues acabaremos pagándolo donde más nos duela.
ResponderEliminarJosé Luis: Seguro, sobre todo estos primeros días en los que las aulas están tan despejadas que no hay ni pupitres :-)
Joselu: Espero que haya fuerza. Nos hemos negado a sacrificar la docencia compartida en algunos grupos de 2º de ESO, los más difíciles (que cogemos voluntariamente los dos más veteranos del departamento); a cambio, no tenemos ninguna optativa, ni refuerzos a extranjeros, ni el proyecto de la revista :-( Es una renuncia dolorosa, pero los desdobles o la docencia compartida en grupos de 28 alumnos con graves problemas de exclusión no es un lujo, sino una cuestión de supervivencia.
Carlos: Como dice Lu, no les vendría mal a los alumnos oír las historias de las limpiadoras, madres de jóvenes como ellos. Por supuesto, la metáfora alumno/baldosa da para profundizar más en la consideración que tienen "los poderes" de lo material y lo "espiritual", en la línea de lo que le comentaba arriba a Estrella.
Lu: Efectivamente, hemos vivido años sin tener otro remedio que vernos las caras a diario. Ahora tenemos cubículos en los que escondernos a rumiar el desengaño diario. El centro es enorme y no será difícil pasar desapercibido, para lo bueno y para lo malo. En todo caso, creo que faltan meses para que podamos hacer vida normal en él (a dos días de empezar las clases, todavía tenemos el material en el centro viejo y la mayoría de las aulas están sin montar).
Es la moda, Antonio, eso de reducir claustros aunque aumenten los alumnos. Sopongo que os habrán aumentado las horas, ¿no? Ánimo.
ResponderEliminarCarlota: Aumenta el personal necesario para las guardias y se exprime a tope la jornada lectiva. El curso pasado teníamos dos horas semanales para la revista y medio profesor para atención de alumnos con NEE; todo eso ha desaparecido. La sensación que tienen todos los docentes es que se avecinan tiempos de supervivencia, en los que habrá poco lugar para la experimentación, la innovación o cualquier mejora educativa.
ResponderEliminarAntonio, hoy han hecho adjudicaciones en Valencia, y os va una profe de Castellano a compartir con el dpto de Valenciano, un leve respiro, no?
ResponderEliminarMe ha encantado tu metáfora!!!
Un saludo
Inés: Ésa es otra: La plaza que ofertan como compartida es en realidad el docente que nos falta; ahora mismo somos cuatro y con esa profe seremos cinco. Para 500 alumnos de un centro que tiene reconocidas unas condiciones especiales de docencia (centro CAES), 5 profes de castellano... ¿alguien se anima a comparar con sus centros?
ResponderEliminar¿Cuántos alumnos hay por clase?
ResponderEliminarYo desde siempre he estado en clases de entre 25 y 30 personas, y tengo que decir que la educación que se nos dé puede ser buena.
Eso sí, reconozco que los profesores lo tenéis difícil a la hora de manejarnos, se pueden hacer muchas menos actividades así...
Ánimo para el nuevo curso :)
No es por competir en quejas, pero al menos puedes echarle la culpa a la administración, yo no he podido elegir ningún libro de lectura ya que habían sido decididos unilateralmente en junio y el ampa ya los ha repartido al alumnado, bueno, a los que pertenecen al ampa, claro. Además no hay posible elección, uno por trimestre. Tal vez las señoras de la limpieza del Bovalar podrían pasarse para limpiar algunas mentes.
ResponderEliminarCristinaa: En mi centro, la dificultad reside en que la mayor parte del alumnado procede de zonas o de familias con dificultades sociales. Mis grupos de 2º de ESO solían tener entre 18 y 22 alumnos en la lista; de esos, quizá acudían normalmente y con material, unos seis u ocho; el resto venían día sí, día no, sin material y sin voluntad de hacer nada. Con dos profes en el aula, todo está bajo control, porque siempre hay material y supervisión. Ahora sube la proporción y hay grupos con 28 alumnos y un solo profesor. Sin exagerar, algunos de esos grupos tienen un 90% de alumnos repetidores que nunca han aprobado nada y a los que el centro tampoco les puede ofertar un Programa de Diversificación o un PCPI. ¿Cómo crees que serán esas clases?
ResponderEliminarGracias por el comentario, a ti y a Inés, que no le dije nada :-)
María José: Esto que me cuentas merecería no una entrada, sino un tratado: Manual del docente supremo. Creo que las lecturas deben ser consensuadas en el Departamento, con reuniones específicas y con docentes que "conozcan" la oferta real y actual; si no, más vale que cada cual ponga las suyas, pues no me veo defendiendo un plan lector en el que no creo.
ResponderEliminarBueno, Antonio. A pesar de todo buen comienzo de curso. Seguro que en seguida le podéis empezar a sacar chispas a los nuevos espacios.
ResponderEliminarLo peor de todo, Antonio, es que nos hemos sumido en un ostracismo del que resulta difícil salir. Aquí también se reducen profesores, aumenta el número de alumnos por aula, los inspectores se quejan del alto número de suspensos, como si fuesemos nosotros los causantes del fracaso escolar (y en algún centro han obligado a aprobar a causa de la presión de los padres), los padres nos aborrecen porque tenemos dos meses de vacaciones...
ResponderEliminarSin embargo, nuestra respuesta es el abatimiento. Dice un amigo mío que la educación es una batalla perdida. Yo me niego a verlo así pero no veo el más mínimo deseo de movilización o queja conjunta; los docentes nos hemos acostumbrados, de forma casi enfermiza, a convivir en soledad (¡qué paradoja!) y, al igual que un secuestrado que permanece años en un zulo y de pronto lo rescatan, nosotros tampoco queremos salir del hoyo, nos molesta la luz del sol y vemos peligros por todas partes. Preferimos lo malo conocido aunque cada vez sea más malo. Si seguimos así, la enseñanza será, efectivamente, una batalla perdida. ¿Quién nos ayudará a salir?
Lo malo y lo bueno a la vez es que el ser humano tiene una gran capacidad para adaptarse al medio, así que a pesar de todo, sobreviviremos.
Buen comienzo.
Hortensia Lago: por desgracia, yo también pienso que "la educación es una batalla perdida".
ResponderEliminarPero no por docentes, los alumnos, sus familias, internet o la falta o mala gestión de los recursos; sino porque los politicos se empeñan en hacer de ella un arma electoral, arrojadiza.
En todo aso, ánimo a todos los docentes, porque sois la primera línea de combate contra la ignoracia
Quizá esas historias que dice Lu sean apasionantes, pero las que me han tocado a mí en mi sufrido papel de secretario de un centro de más de mil alumnos, también os digo que pueden ser de historias para no dormir...
ResponderEliminarMmmmmm... si las baldosas hablaran, a más de uno y a más de una se le caería la cara de vergüenza...
Me quedo con El estudiante de Salamanca y La ilustre fregona... ¡ja!
Bueno, por lo menos tenéis infraestructuras nuevas. Pero lo malo es que los alumnos no son baldosas, ese es el mayor de los problemas en nuestra profesión: que tratamos con seres humanos, y esto a veces, se obvia y se tratan como si de baldosas se tratara. ¡Ánimo!
ResponderEliminarUn abrazo.