Luis Landero, Miquel Llor, Valle-Inclán, Eduardo Marquina, Juan Carlos Onetti, Charles Baudelaire, Rojas Zorrilla, Américo Castro, Henry James e incluso dinamita cerebral... Si madurar como lector supone un cierto rigor en la selección de las lecturas y dejar de picotear aquí y allá, tal vez pueda considerar que he madurado en los últimos quince años. Al menos, mis listas de lecturas actuales no parecen un cajón 'desastre' como esta que acabo de citar: Lo que he perdido en variedad lo he ganado en cordura.
Para esta sesquidécada, del lejano agosto de 1995 voy a rescatar, sin embargo, a un autor casi desconocido: James A. Michener. En aquel año empecé a leer la serie de tres volúmenes Iberia: Viajes y reflexiones sobre España, editada por Grijalbo y que no creo que hayan vuelto a reeditar. Reconozco que me atraen mucho los libros de viajes, en especial los de viajeros extranjeros por España; es una pasión que nació cuando apenas era un niño tras la lectura de los Cuentos de la Alhambra, de Washington Irving, y de Carmen, de Prosper Merimée, y que sigue vigente hoy día, pues hace muy poco leí las Aventuras de un irlandés en España, de Walter Starkie (por cierto, recomiendo vivamente la lectura de La Biblia en España, de George Borrow -editorial Alianza-, una deliciosa visión de la España de principios del XIX llena de momentos divertidos y de reflexiones lúcidas sobre cultura y política).
Volviendo a Michener y sus viajes por España, se trata de una crónica viajera muy personal con el paisaje de la España de los años sesenta como fondo y figura. En algunos momentos, la narración discurre por diferentes tópicos como los toros o el Camino de Santiago, pero el carácter subjetivo de la obra nos deja momentos muy interesantes que sirven para que no olvidemos quiénes fuimos e incluso quiénes no hemos dejado de ser.
Consciente de que sois pocos los que aguantáis un agosto bloguero, me atrevo a copiar extensas citas que me parecieron interesantes en su día y que creo que todavía tienen vigor y mucha actualidad. Espero que os gusten.
Cualquier nación que sea capaz de desayunarse todos los días a base de chocolate con churros merece quedar exenta de demostrar su valor de otras maneras. (Vol. II, p.206)
Los españoles son conservadores en el vestir (...) No vi ni una sola camisa de sport, ni siquiera un traje de color claro. (Vol.I, p.53)
Uno de los indicios más seguros de que nos hallamos en España es el número de muchachas casadas que han dejado de cuidar la línea y han engordado (...) en cuanto una mujer se casa, ya puede tumbarse a la bartola; tiene a su hombe y no hay nada de este mundo que se lo pueda quitar, de modo que ya le tiene sin cuidado engordar. En España no hay divorcio, y ni sus hijos ni su hogar pueden serle arrebatados, o sea que se siente segura. Naturalmente, lo más probable es que su marido se eche una amante. Las tres cuartas partes de esos caballeros españoles (...) tienen una amante (...) (Vol.I, p.54)
Dudo que haya otro país europeo con más porcentaje de ruido que España (...). Todos los que poseen televisores se creen en la obligación de ponerlos al mayor volumen posible, para que los vecinos se enteren. Los dueños de motocicleta han de tener el acelerador rugiendo el día entero, para envidia de los que no han tenido tanta suerte. (Vol.I, p.136)
España está realmente corriendo peligro de achabacanar las cosas mismas que le hacen atractiva a los turistas. (...) Si esta cultura, por obra de los propios españoles, se convierte en parodia de sí misma, nadie que tenga buen gusto volverá a ocuparse de ella. (Vol. I, p.229)
La situación de los literatos en España es lo contrario a la existente en Estados Unidos: los escritores norteamericanos ganan mucho dinero, pero apenas influyen en la sociedad en que viven; los españoles, por el contrario, ganan poco, pero una vez muertos se convierten en figuras nacionales. (Vol.III, p.46)
Si la aristocracia española hubiese aceptado deberes dirigentes proporcionados a los privilegios de que disfrutaba (...), España habría prosperado, pero no aconteció así. Cuando España necesitaba industrializarse, los nobles dijeron que no. Cuando España necesitaba un Ejército y una armada de primera fuerza para defender su Imperio, los nobles insistieron en utilizar estos contingentes bélicos en pro de sus intereses personales, con un general para cada diez o quince soldados rasos, deformando de tal manera al Ejército que, de ser el mejor de Europa, pasó a ser el peor. Cuando le llegó a la Iglesia el momento de hacer en España lo que había hecho en los demás países de Europa, es decir, reajustar la religión a las circunstancias de un mundo en evolución, los nobles, desde sus puestos de poder, se negaron a permitir toda actitud crítica. Ninguna nación europea, con las posibles excepciones de Hungría y Rumania, ha sido tan mal servida por su clase dirigente como España. Tenían capacidad moral e intelectual de Gobierno, pero no la usaron; en vez de buscar el bien común no buscaron más que el propio, y el abismo entre ellos y el pueblo se ensanchó trágicamente. (Vol.II, p.50)
No recordaba ningún país, aparte de la India, donde la diferencia entre ricos y pobres fuese tan grande. (Vol.I, p.122)
12 comentarios:
Muy interesantes estas citas. Algunas cosas de las que allí se citan, hoy están superadas, pero otras no. Por ejemplo la referente al ruido. Los televisores y las motos... qué felices seríamos los españoles si nos respetáramos más en cuanto toca al ruido. Por lo demás me han parecido unos comentarios de una España que fue y que hoy navega por otros mares...
Un abrazo.
Estoy aquí, no me he ido. Leí a mis quince o dieciséis años, cuando leí con enorme interés a Marcial Lafuente Estefanía, un libro que me conmocionó de James A. Michener. Se titulaba El puente de Andau que trataba sobre la represión de 1956 en Hungría. Este libro determinó mi visión sobre el comunismo y mi desconfianza absoluta con ese mundo supuestamente revolucionario. No leí Iberia (1968) que es el libro sobre el que hoy escribes. Las citas son jugosas. Yo viví aquella época y puedo entender sus opiniones. Hacia 1974 viajé a Andalucía y visité la ciudad de Guadix. En ella había una enorme pobreza y muchos de sus hombres eran limpiabotas. Nunca he visto tal profusión de personas dedicadas a este oficio. Es un privilegio haber podido viajar, con conocimiento de causa y perspectiva, en aquellos años que no dejaron de ser apasionantes, porque entonces éramos algo frente a la cultura globalizada e insulsa que disfrutamos ahora. Entonces los niños jugaban en la calle, se compartía, no había apenas centros comerciales (que hoy son el eje de nuestros días), y la pobreza nos acercaba unos a otros. No he leído muchos libros de viajes, pero sí que leí apasionadamente a Gerald Brenan sobre su estancia en Las Alpujarras de Granada (Yegen) en los años veinte y treinta. Su visión sobre la España y Andalucía de aquellos años es de lo más magnético que he podido leer. Pienso que el relativo bienestar nos ha hecho más adocenados y sumisos, a pesar de lo que pueda parecer. Saludos de agosto, en este antiguo mundo de los blogs en los que somos ya plesiosaurios llenos de maravillosa historia.
Comparto contigo la afición por los libros de viajes, ahora estoy leyendo con mis nanos una versión de Los viajes de Gulliver chulísima. Lo de picotear me sigue pareciendo interesante en ocasiones, aunque siempre acabo pensando en cuánto me queda por leer. Por cierto, muy fuerte lo de las muchachas casadas y abandonadas a su "suerte". Qué triste.
Me uno a la recomendación de "La Biblia en España" de George Borrow. Las impresiones de los británicos sobre la Península siempre son interesantes. Descubrí al autor en la desaparecida biblioteca Grandes Viajeros de Ediciones B.
Coincido también con Joselu. Los libros en los que Gerald Brenan ofrece su visión de España, especialmente "Al Sur de Granada", son muy recomendables.
Miguel: Además del ruido, creo que hay más cosas de actualidad. Por ejemplo, Michener se refiere al deterioro de la cultura por parte de los propios españoles (relacionado con los espectáculos flamencos dirigidos al turismo chabacano), algo muy real si miramos ese turismo de playa que está acabando con los paisajes naturales (sin ir más lejos, acaban de aprobar el Manhatan de Cullera, un nuevo despropósito urbanístico). En cuanto a la actitud de la Iglesia en España, sin vestigios de evolución bien entrado el siglo XXI y con el beneplácito de unas clases 'nobles' que miran con nostalgia al pasado, simplemente habría que compararlo con cualquier otro país europeo, excepto Italia, claro.
Joselu: No he vivido esos años, pero sí la infancia en los primeros años setenta; he viajado por Andalucía, en tren, y no creo que distase mucho de lo que contaba Michener. También menciona la obsesiva presencia de curas y militares, algo que ya hemos comentado en otra ocasión. Gracias por las recomendaciones.
MªJosé: Los viajes de Gulliver son un ejercicio impresionante de crítica política; es curioso que sigan recomendando como literatura infantil novelas tan profundas como ésta o como Pinocho.
Evaristo: Me alegra que apoyes mi elogio de Borrow; era un viajero sagaz y extremadamente divertido. No he leído a Brenan, pero está ahí, a la espera. Un saludo veraniego.
Es verdad, tus citas son muy frescas, parecen del día. Es curioso como hemos perdido en valores por querer desanclarnos del pasado y sin embargo no somos capaces de soltar del todo, los lastres que más nos pesan. Será lo de la idiosincrasia.
Es una suerte poder seguirte hasta en verano. Un saludo.
Parecen muy interesantes las recomendaciones, tanto las tuyas como las de los comentaristas. Lo cierto es que no he leído mucha literatura de viajes, pero sí que me interesa mucho la mirada de otros sobre el propio país (por eso me encanta Estrabón y su Geografía, obra que leí por obligación en la facultad, pero que guardo como oro en paño, en una edición rotísima de Austral). Me han recomendado vivamente a Javier Reverte. ¿Has leído algo de él? Un abrazo.
Speedy: Como se suele decir, o calvos o tres pelucas... En este país hemos pasado de la Edad Media a la modernidad en apenas tres décadas, pero con la aceleración se nos cae el pelo a veces. Gracias por andar por aquí también en verano.
Carlota Bloom: Los relatos clásicos de viajes son fantásticos: Hay un genial libro de Ryszard Kapuscinski, Viajes con Heródoto, que explora esa relación de la historia antigua con la contemporánea. No he leído las obras de Reverte, pero sigo sus artículos de viajes en diversos medios, el último sobre su viaje por el Amazonas.
Es cierto que una de las lecturas de Los viajes de Gulliver y quizá la más notable es la crítica social, pero yo creo que es positivo recomendarla a los niños ya que posee otras lecturas como el gusto por la aventura, el viaje, la imaginación... que ponen la semilla para que de mayores lo retomen y encuentren otras lecturas como la que tu comentas. yo aún recuerdo la impresión que me causó de pequeña al igual que Alicia , El principito, Pinocho... Además el que leemos (comprado en París-Valencia) tiene unas ilustraciones preciosas. Yo lo recomendaría y además es perfecto si lo completas con una visita al parque de Gulliver en el río de Valencia.
Después de tu reflexión inicial, me ha entrado la certeza de que ando todavía en la fase de lectora inmadura en busca del libro total. Sé que es una persecución utópica, pero mantiene vivo mi interés por viajar a otros mundos, vivir otras vidas, oír otras palabras...
La literatura es siempre un viaje fascinante, aunque elijamos destinos inciertos y caóticos.
Lu: El libro total es como la tierra del Preste Juan, siempre inalcanzable. Como se suele decir, no importa tanto el destino como el viaje en sí. Nos leemos en septiembre, que está a la vuelta de la esquina.
Admiro a kapuscinski. Su libro El Emperador es imprescindible paes comprender Etiopía. Una joya.
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