Enero de 1995: Sumido en el estudio de la literatura valenciana, de la gramática generativa, de la literatura latinoamericana y de otros intereses filológicos, la asignatura de Latín era para mí un bálsamo (a pesar de los odios que despertaba entre muchos filólogos de otras especialidades). La traducción de textos clásicos era un divertimento que proporcionaba placeres similares a la resolución de un sudoku, con el añadido de conocer las raíces de nuestro pensamiento y cultura modernos. De aquel enero de 1995, rescato la lectura de La República de Cicerón. Revisando mis notas del libro para esta sesquidécada, me encuentro con un pasaje de rabiosa actualidad, que dirían los telediarios. Es un poco largo, pero lo compensaré con la brevedad de mis comentarios al respecto:
Cuando las fauces insaciables de un pueblo se resecan por la sed de libertad y, a causa de los malos servidores, sacia su sed con una libertad excesivamente pura y no moderadamente rebajada, entonces, si los magistrados y dirigentes no son los suficientemente blandos y remisos como para servirles una generosa acción de libertad, el pueblo los persigue, los calumnia y los acusa, llamándolos 'potentados', 'reyes', 'tiranos' (...)
Quienes obedecen a los dirigentes son continuamente provocados por ese pueblo (...); por el contrario, a quienes desde el cargo de magistrados quieren parecer ciudadanos normales, que trabajan para que no existan diferencias entre el particular y el magistrado, a ésos los llenan de alabanzas y los colman de honores, de manera que se hace necesario un régimen político de este tipo, que rebose libertad, que en la casa privada no haya autoridad alguna y que esta epidemia se extienda hasta las bestias; finalmente, que el padre sienta miedo ante el hijo; que el hijo olvide sus deberes con el padre; que sobre cualquier tipo de respeto para ser totalmente libres; que nada importe si se es ciudadano o extranjero; que el maestro tenga miedo a sus discípulos, que los adule y que los discípulos desprecien a sus maestros; que los jóvenes asuman las graves tareas de los ancianos y, por el contrario, los ancianos desciendan a los juegos de los jóvenes, con tal de no resultarles odiosos y pesados (…) Y de esa anarquía sin límites ésta es la consecuencia: que los espíritus de los ciudadanos se vuelven tan delicados y suceptibles que, a la menor aplicación de la fuerza del poder, montan en cólera y no consienten en acatarla; a partir de aquí comienzan a despreciarse también las leyes, con el fin de verse libres por completo de toda autoridad. (Libro I, XLIII)
A) Hay que limitar las libertades y poner coto a los vuelos democratizadores demasiado exigentes.
B) Si limitásemos las libertades, nos encontraríamos todavía con una sociedad como la que plantea Cicerón en la que la mujer sigue siendo inferior o en la que se tolera la esclavitud.
No voy a pediros que toméis partido en este debate, pero lanzaré una pregunta al aire: ¿Pensáis que la Generación 'ni-ni' es producto de una excesiva libertad o es simplemente heredera de un tiempo y sociedad determinada?
Para no engañar a nadie, me apunto a la segunda opción.
No voy a pediros que toméis partido en este debate, pero lanzaré una pregunta al aire: ¿Pensáis que la Generación 'ni-ni' es producto de una excesiva libertad o es simplemente heredera de un tiempo y sociedad determinada?
Para no engañar a nadie, me apunto a la segunda opción.
Me parece que los jóvenes de hoy día son el resultado de una sociedad montada única y exclusivamente para ganar el mayor dindero posible, donde la educación, los valores y todo lo demás pasa a un lugar secundario. Hablando de Cicerón recomiendo este interesante libro de Robert Harris "Imperium"
ResponderEliminarPienso que hay demasiadas cosas, vivimos en un exceso de todo (de productos en el supermercado, tecnológicos, información audiovisual, imágenes, publicidad). Estamos saturados, disfrutamos de todos los placeres de los sentidos que podemos. Es difícil ante la abundancia y el derroche que vive occidente frente a cualquier país subdesarrollado (Haití, por ejemplo, antes del terremoto)que las cosas se valoren, que la educación se tenga por un bien, que el conocimiento tenga prestigio. Y estamos acostumbrados a tenerlo todo fácilmente (o casi todo). Los jóvenes de la generación ni-ni que representa a muchos de los adolescentes actuales imitan, se hacen permeables a ese materialismo que nos domina, están saturados antes de empezar a vivir y carecen de ilusión para nada. Están perdidos y desorientados, inapetentes. Tienes razón son el producto de una sociedad determinada. Si hubieran recibido valores éticos fuertes y hubieran vivido con más austeridad, tendrían más hambre de todo. Pienso que tener todo fácilmente es un buen problema y la enseñanza para muchos se ha convertido en un producto más y se consideran consumidores, y el consumidor tiene siempre la razón. Espero no haber desbarrado mucho, pero el tema se las trae. Un cordial saludo.
ResponderEliminarNo se pueden cargar las culpas contra la sociedad o contra la falta de una moral estricta. Los nini no son más que una parte de la juventud. Sólo que ahora tienen un atractivo mediático que les convierte en "protas" de las páginas centrales de los periódicos. No entiendo por qué esa tendencia a etiquetar a los jóvenes con lo diversos que son.
ResponderEliminarJorge: Víctimas de una sociedad perversa: con la excusa del bienestar estamos creando un estilo de vida insostenible, y no sólo para los jóvenes. Gracias por el comentario y por la recomendación.
ResponderEliminarJoselu: Tus palabras suelen dar en la diana. No podemos pedir a nuestros alumnos más de lo que ofrecemos como modelo. Hemos convertido la educación casi en comida basura, un producto que hay que digerir rápido para pasar a otra cosa enseguida. Y no nos damos cuenta de que es eso mismo lo que hacemos los adultos, con el cine, con nuestros cachivaches del hogar, de ocio, etc. Una pena.
Lu: También tú pones el dedo en la llaga. No son todos, pero sí los más visibles. Ya no sé si es culpa de los medios o es una percepción falsa de casi todos los adultos. Los profes damos pena porque todos piensan que nuestros alumnos son protodelincuentes o, en el mejor de los casos, esta generación ni-ni. En las aulas no seríamos capaces de clasificarlos con tanta seguridad y, aunque lo consiguiéramos, no creo que fuese un grupo tan significativo como aparenta.
No creo que haya que limitar las libertades ni poner cotos, aunque la libertad a muchos les viene muy grande y no se manejan. Hay que tener unas normas éticas y eso hay que mamarlo en casa, independientemente de la época que te toque vivir. Intentar inculcar todo ésto en el aula, por ejemplo, es muy difícil.
ResponderEliminarNo me he encontrado casi ningún ni-ni en las aulas en los últimos años (todos los alumnos que tuve el curso pasado en 4... siguen estudiando: bachillerato o ciclos, y con ilusión). Este año tengo muchos que no quieren estudiar, pero que están deseando ponerse a trabajar. Y me sorprende que con el panorama que pinta Joselu -que suscribo- haya (o me haya encontrado) con tan poquitos. ¿Suerte... protagonismo mediático, como dice Lu?
ResponderEliminarLos ni-ni son solamente una parte, pero preocupan y mucho. No creo que haya demasiada libertad, nunca puede haber un exceso de eso, sino quizá lo contrario: algunos no han sido educados en la libertad, que implica aceptar la otra cara que es la responsabilidad. Sin embargo creo que pesa más el conjunto social.
ResponderEliminarMuchos son falsos ni-ni, son algunos que dejan lo estudios por problemas del sistema y que no conocen las pasarelas de enganche, con seguimiento pueden regresar.
Estoy de acuerdo con los comentarios anteriores y pienso que la mayoría de los jovenes suelen estar despistados respecto a su futuro, pero no creo que la mayoría sean esos nini, (no creo que sea una generación) nini ha habido siempre y de todas las edades. Y por supuesto la libertad no tiene la culpa de esto, aunque es cierto que para vivir en libertad hay que tener las cosas claras sobre los valores positivos, la responsabilidad y los compromisos.
ResponderEliminarUn saludo.
Yo también me apunto a la segunda opción. Todo lo que tiene valor en esta vida se consigue con esfuerzo. Y esto no es precisamente a lo que se encamina esta sociedad. Yo creo que esta es la causa de fondo de la generación "ni-ni"
ResponderEliminarUn abrazo.