Entre lluvias, letanías y vacaciones malogradas, compruebo que muchos profesores no abandonan la versión 2.0 de su oficio y continúan publicando y comentando por estas redes del señor.
En la nota anterior lanzaba una pregunta sobre la canción de Cecilia Doña Estefaldina. Marcos Cadenato, siempre al filo de la tiza y el ratón, daba con la respuesta casi de inmediato. El poema es de Ramón María del Valle-Inclán, y se llama La infanzona de Medinica. No lo he visto completo en la red, así que reproduzco la versión que recoge Pere Gimferrer en la Antología de la poesía modernista (Ed. Península. Barcelona. 1981):
LA INFANZONA DE MEDINICA
Doña Estefaldina teje su calceta,
puesta de mitones, cofia y pañoleta,
en el saledizo de su gran balcón.
Doña Estefaldina nunca fue casada,
así que en la falda, de cintas picada,
tres gatos malteses hacen el ron-ron.
Doña Estefaldina odia a los masones,
reza por que mengüen las contribuciones,
reprende a las mozas si tienen galán.
Oprime en las rentas a sus aparceros,
los vastos salones convierte en graneros,
da buenas palabras al que llora pan
Doña Estefaldina los puntos recuenta,
y al pie de una silla cose una sirvienta
que prende en el moño cintado cairel.
El busto en el ruedo del halda amarilla
parece un chamizo que enciende Castilla:
bayeta amarilla es grito de hiel.
Bajo el roto alero de hierbas nacido,
con el garabato de un vuelo atrevido
fulmina el vencejo su torvo zig-zás.
¡Caserón de Vargas, viejos artesones,
pinturas de santos, desnudos salones,
Caserón de Vargas, en el polvo das!
Desfila un ringlero de seminaristas,
bayetas peladas como los sopistas,
tricornios jaranos, negrura montés.
Cencerra la recua de mulos hastiales
negros y zancudos, sin goces nupciales,
y el mulero canta canto aragonés.
Doña Estefaldina recuenta los puntos,
del tiempo y las siembras haciendo barruntos,
y cuando la plaza cruza el capellán,
dobla la calceta, pide el rebocillo,
se prende alfileres, y con un banquillo
corre a la novena con trote de can
Doña Estefaldina, sangre de los Vargas,
teje su calceta en las tardes largas
bajo el torvo alero que pica el gorrión
¡Con qué ceremonia en los ademanes
responde al saludo de los capellanes
Doña Estefaldina desde su balcón!
Y si alguien tiene remordimientos por sus vacaciones de maestro, que dedique el tiempo a leer la estupenda biografía sui generis de Valle-Inclán (en la colección Austral de Espasa-Calpe), a cargo de Ramón Gómez de la Serna, que lo conoció de primera mano:
Roto, desvigorizado, desengañado de la esperanza de vivir mejor, me dijo:-Créame usted... No vale la inmortalidad la vida ésta... La estoy perdiendo a chorros...Hizo una pausa y continuó:-Lo malo de la muerte es que hay que volver a ver a todos aquellos que afortunadamente perdimos de vista.
Una cita para tener en consideración en estos días de muertes y resurrecciones.
Gracias por traer a la actualidad personajes tan memorables. Estupenda la anécdota y estupendo el poema. Lástima que Cecilia muriera tan joven (yo estaba en Inglaterra aquel verano y me enteré un par de días más tarde), era inteligente y tenía buen gusto, algo poco frecuente hoy. Sus canciones siguen transmitiendo "algo", y no por casualidad.
ResponderEliminarYo no tengo remordimientos por mis vacaciones, pero paso de explicárselo a los ignorantes y a los estúpidos. Nos espera un duro trimestre, así que feliz descanso a todos.
Un abrazo.
Perder la vida a chorros... ¡qué frase tan doliente! Algo escurridizo es nuestro devenir.
ResponderEliminarQuizá sea la lluvia que me ha instalado una cortina en el pensamiento, pero no sé por qué al leer tu entrada hice estas asociaciones: sueño-vigilia, muerte-resurrección, trabajo-vacaciones
Yolanda: El libro de Gómez de la Serna está lleno de anécdotas tragicómicas, algo que conecta con la propia existencia breve de Cecilia. En cuanto a las vacaciones, parece una lucha perdida, a pesar de que todos reconocen que no aguantarían a sus hijos ni la mitad de lo que los aguantamos nosotros.
ResponderEliminarLu: Valle es ese autor con el que siempre soñamos en los días de lluvia (las sonatas, las comedias bárbaras, Max Estrella derrotado en una fría acera...), así que la cita me llegó también al alma. Esperemos que la vuelta al trabajo nos traiga también a tantos buenos compañeros de fatigas.
Valle Inclán, tan inmenso y tan desconocido para las jóvenes generaciones. Estimo toda su obra y su pose de carlista iluminado en su trilogía de la guerra carlista, o el Ruedo Ibérico, o los esperpentos, Tirano Banderas, y su libro estético por antonomasia, La lámpara maravillosa. Creo que se está olvidando a Valle en esta España tan variopinta y olvidadiza. No sabría muy bien cómo calificarla, pero en Cataluña se ha orillado totalmente a Valle. Sólo hace cinco o seis años se propuso la lectura para las PAU de la literatura de Modalidad de Divinas palabras. Después, silencio.
ResponderEliminarHay palabras olvidadas -o casi- que me gusta oír, leer o decir de cuando en cuando. En este poema de Valle he disfrutado mucho de: mitones, cofia, pañoleta, saledizo, ron-ron, mengüen, aparceros, cairel, halda, chamizo, hiel, garabato, ringlero, jaranos, cencerra, hastiales, barruntos, rebocillo... Gracias, Toni, por hacerme sonreír y disfrutar.
ResponderEliminar¡Feliz Semana Santa a todos!
Joselu: Lamentablemente, Valle es ya un autor para minorías. Es mucho pedir a los alumnos que capten esos juegos de claros y sombras de su obra, su toque irónico, el esteticismo. Ya lo hemos comentado: a fuerza de priorizar las competencia comunicativa (fundamental para adquirir cualquier otra), se nos han ido perdiendo otras que a nosotros nos parecen tan básicas. Esperemos que el resultado no sea una generación de Don Latinos.
ResponderEliminarMarcos: Tienes razón, leer a Valle es un auténtico placer adulto, desde las sonatas al Tirano Banderas, pasando por este pequeño poema.
Me ha encantado la cita. Y perdona que me remonte a un post anterior, pero no lo había visto antes, sobre la referencia a los libros, coincido con la maravilla que es Chesil Beach. Sobre otro de los libros reseñados por ti, Cometas en el cielo, comentarte que fuimos a ver la peli basada en el libro por un programa contra la drogadicción (que consta de un ciclo de pelis) y a pesar de la dureza, de estar tan alejada de nuestros referentes culturales y, por qué no, de los prejuicios que incluso nosotros (digo los docentes) teníamos sobre la peli por aquello de que no iba a enganchar a los alumnos, resultó que a todos les gustó.
ResponderEliminar¡Un saludo y a disfrutar de las vacas!
Hola! Qué coincidencia. Esta misma mañana he estado escuchando esta canción de Cecilia, buscando otra, como suele suceder. He empezado a oir canciones y he terminado en esta que siempre pasaba. Me gusta de Cecilia, igual que de Serrat, el tono genuinamente machadiano de muchas de sus letras (que también se ve en muchas de las primeras canciones de Serrat y en algunas del Sabina que estaba de okupa en Londres). En fin.
ResponderEliminarAprovecho y te mando un saludo desde Viena.
Un abrazo,
Paco
Juliii: Me alegra coincidir contigo en las lecturas, lo que demuestra que no estamos locos, todavía; y es cierto que los chavales son imprevisibles en el cine.
ResponderEliminarPaco: Gracias por tu comentario. Ya sabes que sigo tu blog casi siempre en silencio.
Te invito a seguir un meme que me ha llegado. Pensé en tu afición a las listas.
ResponderEliminarSé que no a todo el mundo le gustan estas cosas, pero no sé si es tu caso.
Un saludo.
Conchita.
(Es en Blogmaníacos).