En la recopilación mensual de lecturas sesquidecádicas de abril, he optado por seleccionar más que un libro, un autor. Se trata de Ramón Gómez de la Serna. La lectura de aquel abril de 1994 fue Retratos de España, una galería de personajes contemporáneos, de los que Ramón traza breves semblanzas biográficas, recopilada en una edición de bolsillo, ya descatalogada, de la colección Libro Amigo (primero de Bruguera y luego Ediciones B). Aparecen allí retratados Benavente, Blasco Ibáñez, Baroja, Juan Ramón Jiménez, Felipe Trigo, los hermanos Machado, Dalí, Picasso, Maruja Mallo, Manuel de Falla y algunos otros célebres artistas y escritores de la época.
Hace muy poco elogié la biografía que hizo Ramón Gómez de la Serna de otro Ramón. En estos retratos también encontramos la visión particular y siempre ingeniosa de un auténtico mago de la palabra. Por aquellos años, tuve a Gómez de la Serna por uno de los mejores escritores de todos los tiempos; me sorprendía continuamente su capacidad de innovar, su búsqueda incansable de puntos de vista originales, de técnicas novedosas; la greguería me parecía el mejor invento literario. Claro que, conforme iba leyendo sus obras, descubría que no todo el monte es orégano y que, al final, hasta el ingenio más genial agota al lector. Aún así, durante mucho tiempo, su novela El incongruente constituyó para mí el paradigma de las vanguardias lúdicas.
Hace muy poco elogié la biografía que hizo Ramón Gómez de la Serna de otro Ramón. En estos retratos también encontramos la visión particular y siempre ingeniosa de un auténtico mago de la palabra. Por aquellos años, tuve a Gómez de la Serna por uno de los mejores escritores de todos los tiempos; me sorprendía continuamente su capacidad de innovar, su búsqueda incansable de puntos de vista originales, de técnicas novedosas; la greguería me parecía el mejor invento literario. Claro que, conforme iba leyendo sus obras, descubría que no todo el monte es orégano y que, al final, hasta el ingenio más genial agota al lector. Aún así, durante mucho tiempo, su novela El incongruente constituyó para mí el paradigma de las vanguardias lúdicas.
En el aula, de Ramón Gómez de la Serna, todos aprovechamos como podemos las greguerías, algunos, como Lu, con acierto envidiable. Estos retratos contemporáneos también podrían ser provechosos en clase, si hubiese ediciones asequibles (quizá alguien conozca alguna edición digital, pero creo que están todavía bajo derechos de autor). En ellos aparece una imagen muy cercana de escritores y artistas, con sus manías y sus anécdotas. También dan una visión mucho más familiar de su autor, menos preocupado del ingenio que de la complicidad con el lector.
Y si aún queda duda de la modernidad de Gómez de la Serna, he aquí este vídeo en el que, como apunta el autor de DesEquiLIBROS, se nos muestra un digno antecedente de los monólogos televisivos actuales: