Después de casi cuatro meses de trabajo, por fin hemos sacado a la luz el primer número de la renovada
Revista Riu Sec. Esta revista, en su primera etapa, se nutría, sobre todo, de aportaciones que realizaban alumnos de educación compensatoria, a través del Departamento de Orientación, en colaboración con un centro de parálisis cerebral con el que compartimos edificio. Sin embargo, a principios de curso, decidimos darle un empujón y convertirlo en un proyecto general del centro, es decir, una tarea que incluyese contenidos curriculares y que tuviese un alcance más amplio, tanto en los departamentos didácticos como en los distintos niveles académicos. Por ello, el Departamento de Castellano asumió parte de la responsabilidad del proyecto y, junto con otro profesor del Departamento Orientación, me vi embarcado en esta aventura que me ha ocupado muchas más horas de las previstas.
Para empezar, decidimos dar a la revista un hilo conductor cuyo tema se correspondía, para el 2008, con el
Año Internacional del Planeta Tierra (el siguiente será la Astronomía). También reducíamos la periodicidad: de tres números por curso, pasaríamos a dos, con lo que ganábamos tiempo y reducíamos costes. Además, los avances en la redacción quedarían fijados en un blog, que serviría de agenda y de punto de encuentro. Más tarde, consideré la posibilidad de tener una página web en la que colgar todas las colaboraciones, fuesen o no finalmente publicadas en papel.
Las dificultades han sido numerosas: Los alumnos se resisten a participar en todo lo académico y casi hay que robarles las colaboraciones (o que elijan desde el blog la mascota, el nombre, el color...); los departamentos (y los profesores) están sumergidos en la faena cotidiana y tampoco encuentran tiempo para desarrollar actividades paralelas; la tecnología no siempre funciona como queremos y los cambios de formatos (word, open, gif, jpg, pdf, etc.) me han dado bastantes quebraderos de cabeza; resulta complicado elegir el idioma vehicular (Valenciano/Castellano) en un centro con alto porcentaje de inmigrantes y con una revista gestionada por el Departamento de Castellano; y por último, la falta de experiencia en el maquetado y diseño de revistas ha restado calidad al producto final (la próxima saldrá mejor).
Quiero reseñar también la ayuda con la que he contado: agradezco a Manolo la colaboración con el Ateneo y los alumnos de compensatoria, además de toda la parte de impresión en papel; a las compañeras de Plástica, Patricia y Lucía, que hicieron suyo el trabajo de elegir y diseñar los murciélagos y el panel decorado de la revista; a Núria y
Francesc, cuyas colaboraciones dan calidad científica a esta revista; a mi compañera Elena que, como responsable del departamento, consiguió que el proyecto de la revista tuviese su lugar dentro del departamento de lengua. También debería agradecer de manera indirecta a Lu algunos
consejos extraídos de sus
reflexiones sobre revistas de instituto (por suerte, aunque no tengamos instituto, tenemos presupuesto para lanzar la versión en papel).
Y también quiero recalcar, cómo no, las posibilidades de las TIC para conseguir de manera gratuita un espacio visible en la red, sobre todo, a través de los blogs de
Blogger y las páginas web de Google (aunque nosotros usamos Google Pages, ahora se puede hacer lo mismo con
Sites Google). Para mostrar los resultados, me resulta muy atractiva la
presentación de Issuu; y si deseamos ofrecer la posibilidad de descarga, siempre tenemos
Scribd.
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