Debemos agradecer a nuestras administraciones educativas ese esfuerzo supremo por que los profesores desarrollemos una imaginación desbordada a la hora de cumplir con nuestro trabajo. Por ejemplo, en mi centro, somos cinco profesores de distintas áreas los que impartimos la nueva asignatura de Trabajo monográfico de investigación para 4º de ESO, una asignatura especialmente diseñada para trabajar con las nuevas tecnologías, o al menos eso creo (¿o quizá los legisladores pensaban en investigación escolástica y no escolar?). Los cinco tenemos la misma hora para impartirla lo que obliga a utilizar las aulas convencionales, pues no están libres ni el aula de informática, ni su desdoble, ni siquiera la biblioteca. Por ello, se supone que el trabajo de investigación se convertirá en un reciclado de fotocopias diversas para trabajar en el aula. Así, todo un curso...
Pero -y aquí entra en juego la imaginación-, si eres lo suficientemente rápido y te adelantas al resto de compañeros -espero que no lean esto-, también se puede usar el aula móvil virtual, un carrito de portátiles que se puede llevar a un aula normal. Hoy, cual dispensador de almuerzos de un cátering, lo he utilizado con mis alumnos: ello me obliga a entrar un rato antes de mi hora habitual para asegurarme de que los portátiles están cargados y para preparar el cañón y la pizarra desplegable; cuando acaba la clase anterior, corro en busca de dos o tres alumnos del grupo para que me ayuden a llevar el carro, avisar al conserje para que nos dé la llave del ascensor; montar el cañón y la pizarra (ya tengo algún alumno del año pasado experto en la materia) nos ocupa otros cinco minutos; mientras, reparto los portátiles; algunos no se conectan bien porque la wifi tiene serias dificultades para atravesar los muros de este antiguo cuartel; sustituyo los portátiles que no arrancan por otros. Pasados veinte minutos, parece que todos pueden conectarse. Conseguimos, con suerte, crear una cuenta de usuario en Google. Pero ya quedan sólo cinco minutos y hay que recoger. Desmonta, guarda y devuelve todo a su sitio (nos comemos cinco minutos de la siguiente hora; suerte que no tengo clase a continuación).
Pero -y aquí entra en juego la imaginación-, si eres lo suficientemente rápido y te adelantas al resto de compañeros -espero que no lean esto-, también se puede usar el aula móvil virtual, un carrito de portátiles que se puede llevar a un aula normal. Hoy, cual dispensador de almuerzos de un cátering, lo he utilizado con mis alumnos: ello me obliga a entrar un rato antes de mi hora habitual para asegurarme de que los portátiles están cargados y para preparar el cañón y la pizarra desplegable; cuando acaba la clase anterior, corro en busca de dos o tres alumnos del grupo para que me ayuden a llevar el carro, avisar al conserje para que nos dé la llave del ascensor; montar el cañón y la pizarra (ya tengo algún alumno del año pasado experto en la materia) nos ocupa otros cinco minutos; mientras, reparto los portátiles; algunos no se conectan bien porque la wifi tiene serias dificultades para atravesar los muros de este antiguo cuartel; sustituyo los portátiles que no arrancan por otros. Pasados veinte minutos, parece que todos pueden conectarse. Conseguimos, con suerte, crear una cuenta de usuario en Google. Pero ya quedan sólo cinco minutos y hay que recoger. Desmonta, guarda y devuelve todo a su sitio (nos comemos cinco minutos de la siguiente hora; suerte que no tengo clase a continuación).
Sigo pensando que, en estas condiciones, todas las referencias que aparecen en la legislación educativa referidas a la competencia digital y el tratamiento de la información son una especie de broma jurídica, al menos hasta que no exista la igualdad TIC educativa. Reconozco que me gusta esta mala vida que nos dan las TIC y creo que a mis alumnos también. Pero, si no fuese así, preferiría no tener que estrujarme de este modo la cabeza y apañarme con unas fotocopias polvorientas.
Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/26572975@N00/546386745
Toda una odisea. Por cierto, ¿cuántas asignaturas de ese tipo se les ocurren a nuestros políticos? Para lo que duran luego...
ResponderEliminarUn abrazo
Conozco el tema. Suerte tendrás si tus compañeros tutores de trabajo de investigación no tienen la misma idea que tú. Es kafkiano. Este año para más inri entraron ladrones en mi instituto y se llevaron la dotación de ordenadores portátiles, o sea que nos hemos quedado en pelotas.
ResponderEliminarSi añades a todo esto que la red de mi centro se cae cada dos por tres, que algunos ordenadores siguen días y días estropeados, que convives con compañeros que siguen sin saber conectarse a Internet, que muchos alumnos desconocen las mínimas competencias digitales después de los años... ¡virgencita, virgencita que me quede como estoy! O no...
ResponderEliminarY después me quejo...
ResponderEliminarDespués de muchos años enseñando a los compañeros las bondades de las TIC, he conseguido que en mi aula exista un ordenador, con equipamiento multimedia y, gracias a un compi que me lo pasó, un proyector fijo.
También tengo problemas con la wifi, pero los resuelvo con una antena de mi propiedad. Como dice marcos: ¡ virgencita, virgencita que me quede como estoy!
Un abrazo "virtual" a todos
A los legisladores se les escapa que aplicar las TIC es una gimnasia física y mental. No sé tú, pero los que yo conozco y una servidora parecemos burros de carga. A cuestas llevamos el ordenador portátil y también el cañón y la pantalla, y los libros, claro.
ResponderEliminarLo de la gimnasia mental va por lo de madrugar para reservar el aula a través de la Intranet del centro. A quien no madruga, Dios no le ayuda.
Algunos compañeros nos miran como si fuéramos marcianos. ¿Lo somos? Me temo que sí.
Ay, los misterios de las WiFis y las redes inalámbricas... Si yo os contara los dolores de cabeza que dan a los que nos encargamos de su gestión. Pero bueno, no digo nada, porque al final quienes lo pasan peor son los sufridos docentes que estáis a pie de aula.
ResponderEliminarÁnimo, compañeros, porque dentro de poco aparecerán las tecnologías WiMAX salvadoras, que cubrirán todo el espacio real con una especie de atmósfera invisible de datos, una especie de tecnosfera o logosfera de conexión permanente y ubicua, que hará realidad nuestros más recónditos sueños de conectividad.
Pablo: Efectivamente, esta asignatura ya estaba cubierta por los respectivos apartados de técnicas de trabajo del resto de asignaturas; sin embargo, todos sabemos que resulta imposible llevarla a cabo en una programación normal. Si querían arreglar este desfase, tendrían que haber previsto una dotación técnica apropiada.
ResponderEliminarJoselu: Ya sabemos que lo de las TIC es una especie de lucha contra los elementos. Pero hay que estar ahí.
Marcos: No me hables de redes y de ordenadores, impresoras, etc. estropeados...
Ramón: Buena parte de las aulas se nutren de cachivaches que hemos ido llevando los profesores. Será el síndrome de Diógenes...
Lu: Me ha hecho gracia tu comentario, porque es del todo cierto; al final, se te olvida llevar el libro y el tamagochi para pasar las faltas (bueno, no se olvida, sino que te faltan manos).
Eduardo: Nos hablas del futuro mientras permanecemos en el jurásico. La única atmósfera digital que percibo es la que rodea esta blogosfera de profesores inquietos.
Nosotros también tenemos el carrito con los portátiles... En mi centro llegaron en abril del curso pasado dos pizarras digitales. Hoy, todavía, no funcionan porque el soporte del cañón no tienen la inclinación adecuada. Me parece escandaloso el retraso de los centros en infraestructuras mientras nos colman de normas, protocolos, papeleo... Cuando estas tecnologías lleguen bien a las aulas, habrá otra mucho mejor. Qué desastre.
ResponderEliminarTenéis suerte, ya que disponéis del carro de portátiles. Yo, con mis ilusiones en esta asignatura, para trabajar mil programas, visitar otras tantas páginas y utilizar blogs, wikis, diigo, y demás, me veo sin sala de ordenadores, con todos los profesores que impartimos la materia a la misma hora y en un aula de desdoble siendo 20 alumnos. El primer día, después de intentar ponerles un mísero powerpoint, desistí al ver la gran velocidad con la que arrancaba el PC de la sala de usos múltiples (sin internet, está claro).
ResponderEliminarJeje, yo sí te he leído, pero creo que voy a dejar estar eso del aula móvil!! Menudo lío!
ResponderEliminarToni, llora con un solo ojo: por lo menos tienes el aula móvil. Nosotros ni eso.
ResponderEliminarSaludos.
Hay cosas que por mucho que pase el tiempo no cambian y una de ellas, fundamental según creo para un profesor, es la ilusión por mejorar aunque sea a costa de enfrentare a todos los molinos del sistema escolar. Tu entrada me ha hecho recordar viejos tiempos en que iba a las clases, antes del timbre por supuesto, con una enorme caja llena de libros puesto que no había ni biblioteca de centro, ni de aula, ni dinero (era la crisis de los 80) para comprar muchos libros. Contra toda lógica, en el departamento nos empeñamos en montar una clase de lectura semanal. A mi compañera, embarazada, se le adelantó el parto con tanto trajín, con la caja y escaleras arriba, escaleras abajo.
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