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29 octubre 2008

Móviles y retretes, una vez más

Leyendo esa joya de la diversión diaria que es el periódico 20 minutos, me encuentro con esta noticia:

Atrapado en el váter de un tren cuando intentaba rescatar su teléfono móvil

Lo que me lleva a las siguientes conclusiones:

Y, por supuesto, queda claro que el protagonista de la noticia no había trabajado en clase de lengua mi actividad del móvil y el metro de Nueva York.

Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/47379017@N00/2109131640

24 octubre 2008

Pasarse de listos

El miércoles emitieron en TV3 un documental sobre superdotados. A pesar del tono desenfadado y de su brevedad, quedaron bastante claras algunas cuestiones que afectan a ese 2% de la población que se sitúa al este de la campana de Gauss (vid. infra) y que resumo brevemente:
  • Sólo se identifica a una proporción mínima de los superdotados y, generalmente, cuando ya es tarde para ayudarlos en su formación.
  • Ser superdotado no supone ninguna ventaja social ni emocional respecto al resto de la población.
  • El superdotado es diferente, pero su capacidad no lo hace ni más feliz ni más desgraciado que cualquier otra persona.
  • La convivencia con un superdotado suele ser, en ocasiones, bastante compleja.
Del intrincado laberinto de la superdotación (en el que no faltan arribistas como en cualquier otro ámbito), me interesa especialmente la atención de los superdotados en el ámbito educativo. Dice la LOE en el Título II, Capítulo I:
ALUMNADO CON ALTAS CAPACIDADES INTELECTUALES

Artículo 76. Ámbito.

Corresponde a las Administraciones educativas adoptar las medidas necesarias para identificar al alumnado con altas capacidades intelectuales y valorar de forma temprana sus necesidades. Asimismo, les corresponde adoptar planes de actuación adecuados a dichas necesidades.

Artículo 77. Escolarización.

El Gobierno, previa consulta a las Comunidades Autónomas, establecerá las normas para flexibilizar la duración de cada una de las etapas del sistema educativo para los alumnos con altas capacidades intelectuales, con independencia de su edad.
Si hacemos caso de las estadísticas, hay un 2% de alumnos superdotados en nuestras aulas. Eso quiere decir que por cada dos grupos de 25 alumnos/as debería haber un/a superdotado/a. Y eso significa también que, en la mayoría de casos, por cada Adaptación Curricular Significativa (ACIS) que se formaliza por problemas de limitación intelectiva, debería realizarse otra por superación de los estándares. Como esto no es así, lo que suele ocurrir es que aquellos alumnos superdotados que se aburren en clase desde muy temprano (ya en Primaria) acaban desconectando y se ven abocados al fracaso escolar. Muchos, además, intentan pasar desapercibidos para no generar rechazo del grupo, de modo que es aún más difícil detectarlos. Curiosamente, las chicas son las que más empeño ponen en disimular sus capacidades.
Lo peor de todo ello es que casi ningún docente está preparado para detectar alumnos superdotados y, mucho menos para realizar adaptaciones curriculares a su medida. Y aunque lo hiciese, es complicadísimo conseguir una mejora real para el alumno, pues no siempre es recomendable la aceleración (pasar al curso siguiente). En la mayoría de casos, todo se reduce a comentarios en las evaluaciones: "Es tan listo/a como vago", "si quisiera, podría ser el primero de la clase", etc.; para algunos de ellos ese querer es no poder.
He preparado una página con algunos enlaces para quien quiera ampliar información. En ella, os recomiendo que veáis el documental Al este de la campana de Gauss, porque muestra los problemas a los que se enfrentan algunos niños con superdotación y que reclaman la misma atención que pueden tener quienes están al otro lado de la campana y ya reciben asistencia. También podéis visitar la página de Mensa, una asociación internacional que funciona como red social y punto de encuentro de superdotados.

Más información:
Superdotación

Crédito de la imagen: http://www.flickr.com/photos/98067196@N00/124243332

21 octubre 2008

Expertos en el concepto

Somos una curiosa especie los profesores TIC, casi lo mismo que aquellos a quienes criticamos por no actualizarse con las nuevas tecnologías. Tanto en los foros como en las redes sociales o en nuestros blogs, nos quejamos de nuestros compañeros que se resisten a incorporar las TIC al aula, e incluso la emprendemos a golpes con otros que toman caminos equivocados o un tanto friquis.
Lo cierto es que los raros somos nosotros, porque nadamos todavía a contracorriente. Me consta que en algunos planes de estudio universitarios se imparten contenidos relacionados con las nuevas tecnologías aplicadas a la enseñanza (por ejemplo, Jordi Adell con sus futuros maestros y maestras), pero en la mayoría de las licenciaturas que nutren de docentes la Secundaria me parece que todavía no se lo han tomado tan en serio.
En mi caso, acabé la carrera de Filología en el año 97. Todos sabíamos ya que la salida profesional más evidente era la Enseñanza Secundaria, pero los planes de estudio no recogían ni una sola asignatura relacionada con la Didáctica y, mucho menos, con las nuevas tecnologías, que por entonces empezaban a funcionar. Todo era investigación crítica y contenidos teóricos (por no hablar de esos grandiosos bustos parlantes que, incluso, se rebajaban a dictar apuntes a la masa). La pedagogía y sus entresijos quedaban para el CAP, donde otorgaban títulos a alumnos amodorrados aunque no pisasen un aula. Es como si a un médico lo sentasen toda la carrera frente a un microscopio o pasando hojas de incunables de Galeno y, al acabar, le pidiesen que tomara la tensión o prescribiera una receta.
Podría haber terminado la carrera sin tener ordenador, entregando trabajos al más puro estilo del corta y pega amanuense (como lo hicieron algunos de mis compañeros); de hecho, los trabajos universitarios alimentaban ese gusto por los tomos polvorientos que había que copiar antes de que desintegrasen. Pero, un día se me presentó una visión: internet iba a ser el futuro y había que subirse al tren cuanto antes; y lo hice. Y no era fácil, porque la investigación universitaria siempre se ha mostrado recelosa de divulgar sus conocimientos, como si estuviesen vedados a los profanos (todavía es difícil encontrar publicaciones universitarias de acceso libre en internet). En la facultad, sólo tuve ocasión de conocer las nuevas tecnologías en el ámbito académico cuando cursaba ya Tercer Ciclo, gracias a José Luis Canet, quien había pasado por la gestión de la biblioteca universitaria y había comprendido que colgar los contenidos en la red era más que razonable. En su curso de doctorado aprendí a editar textos en formato electrónico y, gracias a ello, me acostumbré a lidiar con el HTML.
Reconozco que de eso hace ya unos diez años, que cualquier profesor ha tenido a estas alturas oportunidad de reciclarse y que pocas excusas hay para no hacerlo. Pero también es necesario entender que las universidades han mantenido (o siguen manteniendo) planteamientos académicos obsoletos con los que muchas generaciones de docentes se han convertido en expertos en asuntos que nunca aprovecharán en el aula y, lo que es peor, a quienes no se les habrá preparado para su oficio del futuro. Y para ellos, los raros seguimos siendo nosotros, pues piensan que ser expertos en el concepto es mejor que peritos en la práctica y nadie se ha molestado en enseñarles lo contrario.

Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/94428706@N00/69298285

15 octubre 2008

El efecto acera

Hay dos clases de docentes: aquél cuyos antiguos alumnos cruzan de acera para saludarlo; y otro cuyos alumnos cruzan de acera para evitarlo.
La docencia sólo tiene sentido para uno de ellos.
¿Por qué acera caminamos?


Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/33118749@N00/1477037655

03 octubre 2008

De todo un poco

Las normas más elementales de escritura en los blogs desaconsejan escribir artículos con asuntos heterogéneos. Pero, cuando se me acumulan demasiadas cosas a lo largo de los días, prefiero contravenir la netiqueta y publicar estas notas cajón de sastre:
Terminé el curso que impartía en el CEFIRE de Castellón. Los últimos días estuvimos experimentando con algunas propuestas como el manual ortográfico, la caza de gazapos o la fotonovela.
Durante este curso, desde el Departamento de Castellano coordinaremos la revista de centro, que pretende ser un instrumento de integración del instituto con otras asociaciones del barrio. El próximo número estará dedicado al Planeta Tierra. Aunque hemos empezado con un blog, se aceptan sugerencias para la confección y difusión digital.
A muchos profesores nos gustaría que se nos reconociese el trabajo durante todo el año y no sólo un día. Especialmente interesante y polémica la reflexión de Antonio Avendaño: "Los padres nunca debieron salir de casa".

¿Red centrípeta o red centrífuga? Interesante artículo en el diario Público sobre la lucha entre Microsoft y Google, o sobre dos maneras muy distintas de entender el futuro.

Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/19907278@N00/46051506

01 octubre 2008

Imagina ser profesor TIC

Debemos agradecer a nuestras administraciones educativas ese esfuerzo supremo por que los profesores desarrollemos una imaginación desbordada a la hora de cumplir con nuestro trabajo. Por ejemplo, en mi centro, somos cinco profesores de distintas áreas los que impartimos la nueva asignatura de Trabajo monográfico de investigación para 4º de ESO, una asignatura especialmente diseñada para trabajar con las nuevas tecnologías, o al menos eso creo (¿o quizá los legisladores pensaban en investigación escolástica y no escolar?). Los cinco tenemos la misma hora para impartirla lo que obliga a utilizar las aulas convencionales, pues no están libres ni el aula de informática, ni su desdoble, ni siquiera la biblioteca. Por ello, se supone que el trabajo de investigación se convertirá en un reciclado de fotocopias diversas para trabajar en el aula. Así, todo un curso...
Pero -y aquí entra en juego la imaginación-, si eres lo suficientemente rápido y te adelantas al resto de compañeros -espero que no lean esto-, también se puede usar el aula móvil virtual, un carrito de portátiles que se puede llevar a un aula normal. Hoy, cual dispensador de almuerzos de un cátering, lo he utilizado con mis alumnos: ello me obliga a entrar un rato antes de mi hora habitual para asegurarme de que los portátiles están cargados y para preparar el cañón y la pizarra desplegable; cuando acaba la clase anterior, corro en busca de dos o tres alumnos del grupo para que me ayuden a llevar el carro, avisar al conserje para que nos dé la llave del ascensor; montar el cañón y la pizarra (ya tengo algún alumno del año pasado experto en la materia) nos ocupa otros cinco minutos; mientras, reparto los portátiles; algunos no se conectan bien porque la wifi tiene serias dificultades para atravesar los muros de este antiguo cuartel; sustituyo los portátiles que no arrancan por otros. Pasados veinte minutos, parece que todos pueden conectarse. Conseguimos, con suerte, crear una cuenta de usuario en Google. Pero ya quedan sólo cinco minutos y hay que recoger. Desmonta, guarda y devuelve todo a su sitio (nos comemos cinco minutos de la siguiente hora; suerte que no tengo clase a continuación).
Sigo pensando que, en estas condiciones, todas las referencias que aparecen en la legislación educativa referidas a la competencia digital y el tratamiento de la información son una especie de broma jurídica, al menos hasta que no exista la igualdad TIC educativa. Reconozco que me gusta esta mala vida que nos dan las TIC y creo que a mis alumnos también. Pero, si no fuese así, preferiría no tener que estrujarme de este modo la cabeza y apañarme con unas fotocopias polvorientas.

Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/26572975@N00/546386745