Páginas

11 marzo 2008

Libros paralelos

Hay magníficas novelas que no puedo recomendar a mis alumnos -ni a mis conocidos fuera del gremio lector-. Es la maldición del lector compulsivo: saber que el paladar se acomoda a gustos exclusivos que nunca satisfacen a comensales ocasionales. Quizá algún día me tropiezo con algún inquieto lector y me atrevo a sugerir la delicatessen, aun a riesgo de equivocarme. Pero son habas contadas.
Una de esas novelas que nunca recomendaré es Tormenta de verano, de Juan García Hortelano. La leí hace mucho tiempo, en una época en la que me interesaban todas esas novelas extrañas de las décadas de los sesenta y setenta. La historia es banal y gris, con personajes de la burguesía catalana de telón de fondo para un crimen que sacude la tranquilidad de una colonia veraniega. La sensación de desesperante insustancialidad que subyace, y el incómodo retrato de nuestras preocupaciones de clase media, hacen de ella una novela perdurable en la memoria.
Pero, también la literatura crea sus mecanismos de redundancia, replicándose a sí misma en textos que establecen diálogos en el tiempo. Y, de este modo, te puedes encontrar con sorpresas inesperadas. Jamás pensé que, en mi interés actual por el género policíaco, me iba a encontrar el envés de García Hortelano. Ha sido en la novela No acosen al asesino, de J.M. Guelbenzu (5 euros en Punto de Lectura). La intertextualidad con aquél es explícita desde la dedicatoria que abre la novela. Se repite la misma sensación de estancamiento -social, temporal, espacial-, la misma banalidad de los personajes, el mismo alboroto que sacude a un grupo de amigos, las vacaciones -ahora en el Cantábrico-, el sopor del verano... Una novela con crimen que puede ser atractiva para alumnos de bachillerato (o 4º de ESO).
Me ha gustado y no sé si ha sido por mérito propio o por ese recuerdo de García Hortelano. Sin embargo, ahora sé que, aunque no recomiende Tormenta de verano, podré recomendar No acosen al asesino, que quizá les guste más y acabe llevándolos algún día a García Hortelano.

Imagen original: www.flickr.com/photos/30265340@N00/1461590779

9 comentarios:

  1. El género políaco es mi preferido. Ya se me pasó la época de las novelas rosas, aunque a veces me entre la nostalgia y desande el camino.

    No soy alumna de 4º, ni de bachillerato, pero me incluyo en la lista de los posibles lectores.

    ResponderEliminar
  2. Leí Tormenta de verano hace años un par de veces. Coincido contigo en mi gusto hacia ella. Leía con pasión la novela de los años cincuenta y sesenta de la que nos han quedado magníficos títulos aunque hoy estén algo olvidados: La mina de Armando López Salinas, prácticamente inencontrable y que seguiría siendo del gusto de los chavales de cuarto de ESO, creo; Duelo en el Paraíso o Juegos de manos de Goytisolo; Los bravos de Fernández Santos; Primera memoria de Ana María Matute; La zanja de Alfonso Grosso... Volviendo a Tormenta de verano la recuerdo como un título espléndido que recreaba ese pasar inane y aburrido de la burguesía, aunque no sé si eso es muy cierto o es cómo se lo imaginaba García Hortelano. Tomo nota del libro de Guelbenzu. Un cordial saludo.

    ResponderEliminar
  3. Anónimo11:26 p. m.

    Antonio,
    será un trabajo bonito subir al trastero y encontrar y volver a leer "Tormenta de verano". (Te adelanto que en su día no me dijo nada, imbuido como estaba yo en el realismo mágico sudamericano).
    Si me "mola" más, me pongo con la de Guelbenzu también. Benditas vacaciones. Ya te contaré cómo han ido.

    ResponderEliminar
  4. Lu: Gracias a ti me acerqué a Pepe Carvalho. Y poco a poco, voy devorando los libros que publicó El País en la colección de novela negra.
    Joselu: Tengo La mina, desde hace años, en tareas pendientes. Me gustó Fernández Santos y Goytisolo (Señas de identidad, sobre todo); añadiría al imprescindible Aldecoa, y quizá el Jarama de Ferlosio.
    Patxo: Ojo, que en el trastero hay poca luz para leer ;-) Te permito que releas a los del boom, sobre todo a Onetti, que es propicio para una lectura de buhardilla.

    ResponderEliminar
  5. Anónimo2:05 a. m.

    Buscando información sobre la máxima de Delectare Et Docere he encontrado un link a un antiguo post suyo. Yo lo estudié en 3º de ESO en Música pero no conservo el libro y es bastante difícil encontrar información por Internet.
    Cualquir dato o link que me pueda proporcionar a mi mail será bien recibido. Gracias.

    skynet00@hotmail.com

    ResponderEliminar
  6. hola Antonio, primero de todo gracias por pasarte por mi blog, me ha hecho mucha ilusión por que yo también leí hace unos años Tormenta de verano, mi recuerdo es bastante parecido al vuestro y en cierto modo me recuerda en algunos momentos a últimas tardes con Teresa de Marsé.

    Cuidate y pásate cuando quieras por mi blog

    ResponderEliminar
  7. Anónimo4:56 p. m.

    No acosen al asesino me gustó bastante, pues Mariana de Marco, el personaje principal, me parece un protagonista distinto al habitual en el género policiaco. No es un hombre ni es policía, si no que se trata de una mujer y juez. Toda la saga me parece interesante, sobre todo Un asesinato piadoso, la última de las novelas de J.M. Guelbenzu. Como aficionado a la novela negra me parece que tiene un nivel a destacar dentro de literatura en España. Un saludo.

    ResponderEliminar
  8. Se agradece, sobre todo, que no caiga en los tópicos de este tipo de novelas, ya que los personajes no tienen nada de estrafalarios, son normales, como la vida misma.
    Gracias por el comentario.

    ResponderEliminar
  9. Anónimo9:44 p. m.

    Estoy muy agradecida a Un asesinato piadoso de J.M Guelbenzu porque es la novela policiaca que me ha hecho aficionarme al género. He terminado de leerla recientemente y me ha gustado mucho porque mantiene la intriga desde el principio hasta el final y es muy emocionante eso de poder ir descubriendo cosas a la vez que Mariana de Marco.
    Desde ahora prometo compaginar la lectura de novelas de humor (mis preferidas) con novelas policíacas. Y voy a seguir con No acosen al asesino de J.M Guelbenzu.

    ResponderEliminar