Algunos de mis amigos, Lu y Javier, han hablado de la primera sesión del curso, lo que me ha hecho reflexionar sobre mis estrategias al respecto. Advierto desde el principio que la docencia es un oficio en el que siempre debemos considerarnos novatos, por lo que cualquier experiencia tiene caducidad a medio plazo. Quizá por eso son tan inútiles los consejos que nos dan los veteranos. A mí me decían que, el primer día, tenía que entrar en clase con cara de malas pulgas, porque, si no, se me comerían vivo. Hoy ya sé que un profesor no puede mantener una farsa continuada con sus alumnos, a menos que uno sea el Fernando Fernán Gómez de las aulas. Somos como somos y creo que así han de vernos los alumnos. Un buen profesor no tiene por qué ser un doctor House (ajeno a lo humano), de modo que mis estrategias consisten en mostrarme básicamente como soy y dejando claro que la confianza en el aula no nos exime del trabajo. Reconozco que, en ocasiones, los alumnos tienden a tomarse excesivas confianzas, pero forma parte de mi trabajo establecer los límites para ello.
En ese primer día, al margen de las presentaciones (intento aprender sus nombres en la primera semana: creo que es fundamental llamarlos enseguida por sus nombres) y las explicaciones metodológicas generales, procuro darles un texto para que vayan practicando lecto-escritura y para que yo pueda hacer los primeros diagnósticos. Los que ya sois habituales de este blog conoceréis algunos de esos textos, como el del misterio en la iglesia, el de la araña en el váter o el del móvil y el metro de Nueva York. Para los recién llegados, he preparado directamente las actividades en mi wiki, cuyos enlaces tenéis aquí:
Escritura creativa: Misterio en la iglesia.
Narración y diálogo: Un móvil en el metro.
Autobiografía: Spiderváter.
Ya os queda menos. Y ellos están ahí, a punto de echar a correr...
Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/51983028@N00/260978898
7 comentarios:
Desde aquí prodigo la utilidad de los textos que enlazas. El curso pasado trabajé con dos de ellos y tuvieron una increíble aceptación. Son una as en la manga.
Buen comienzo... Están ahí... les estoy oyendo... NOS ESPERAN.
Empiezo mañana y me leeré esos textos. Estoy muy ilusionada.
Y ¿por qué me da a mí la impresión de que más de una vez los que echan a correr, pero en sentido contrario son los profesores? Correr a su lado, a veces delante, otras detrás ¿por qué no?, y que nos vean que disfrutamos corriendo, personalizando sus pequeños-grandes problemas, sus dudas, sus inquietudes, su vida en definitiva.
Los recibimos también el viernes. Llegarán con esa pereza estival que reclama un "poco a poco", no un exabrupto despertar. Que vaya bien Antonio, que corras con ellos. Profesor, no hay meta, se hace la meta al correr. Vaya, machadiano me quedó.
Pues yo estoy deseando que empiecen las clases porque el trabajo de papeleo me enerva...
Mañana me estreno aunque con bachillerato. El lunes será mi bautismo de este año con la ESO. Ya tengo ganas. Como siempre, tus materiales son un elemento valioso que empleamos y de los que nos apropiamos con tu permiso. Ánimo y al toro. Eso sí, sin perder la sonrisa (y la autoridad).
Es curioso. ¿Os habéis fijado que casi todos los que compartimos experiencias docentes tenemos ganas de empezar el curso? ¿Será sólo por el afán de poner en práctica todas esas pequeñas mejoras a las que les damos vueltas durante el verano? ¿Será que no podemos vivir sin el gusanillo del pulso diario docente?
Bueno, gracias por vuestros comentarios y suerte con vuestros mihuras.
Hace unos días que navegando a la deriva y buscando materiales e ideas para clase di con tu blog, ahora me paso por aquí con gusto y encuentro tu ilusión y tu entusiasmo con los chicos contagioso y muy estimulante, tanto para aquellos alumnos que te disfrutan -o te sufren, ya sabes, cuestión del punto de vista- en las aulas como para otros compañeros de ruta que estamos en la brecha. Leerte es una distracción ilusionante o una ilusión bastante distraída.
Un saludo y mucha suerte en el primer día!
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