Supongo que, antes de acabar el curso, podré ofreceros algunas conclusiones sobre aciertos y errores en los planteamientos metodológicos de la lectura en el aula. En la docencia, uno debe considerarse siempre un principiante y, por tanto, asumir que se equivoca y que puede mejorar de un curso para otro.
Uno de mis planteamientos erróneos era el siguiente:
-No debo recomendar libros que yo mismo no haya leído.
El argumento tenía cierta lógica, pues si uno es honrado no debe engañar a sus alumnos. Sin embargo, he descubierto que se puede promover la lectura de libros que el profesor no ha leído, invitando al alumno a que sea él quien lo recomiende o no al profesor, y de paso a sus compañeros.
Este sistema ha dado frutos interesantes, pues las clases se han convertido, a veces, en improvisados clubes de lectura, donde los alumnos defendían o denostaban sus libros ante el resto de los presentes.
Y ¿cuál ha sido mi papel en todo ello? Aunque ya trataré con más detenimiento la metodología precisa, avanzo algunas claves:
-En clase siempre aparezco cargado con cinco o seis libros de la biblioteca del centro (o de las muestras editoriales, da igual). Intento seleccionarlos y prestarlos según los intereses de cada uno. Les aviso que la lectura de libros voluntarios siempre incrementa la nota de evaluación.
-A principio de curso sólo recomiendo aquellos libros que sé ciertamente que funcionan, porque me los he leído. Para eso, procuro leer bastantes durante el verano y en mis vacaciones, y así obtengo una batería de clásicos juveniles infalibles, de los que suelo hablar en este blog.
-Poco a poco, hacia Navidad, los alumnos descubren que las lecturas que llevo a clase son interesantes. Empieza el boca-oído entre ellos. Algunos libros tienen lista de espera, por lo que hay alumnos que deciden comprarlos por su cuenta.
-Sigo llevando pilas de libros a clase. Los expongo de pie en la mesa al inicio y no digo nada. Ya son los alumnos los que vienen y se interesan. Entre los libros, hay algunos que no he leído, por lo que pido a los alumnos que hagan el favor de decirme si les gusta o no.
-A estas alturas del curso, hay alumnos que cambian de libro cada dos semanas. Unos les gustan, otros no (siempre les digo que si han leído un trozo y no les convence, que lo devuelvan para otro alumno). Quienes confían en mí son arrastrados, poco a poco, hacia lecturas más maduras.
-No mando trabajos. Les pregunto por dónde van (llevo una libreta donde apunto los préstamos y todas las lecturas de cada alumno) y les sugiero que escriban, al final, una opinión personal. A los que no leen se les pilla enseguida, porque permanecen ajenos al barullo lector y porque sólo quieren que les mandes un trabajo convencional que puedan 'fusilar' de Internet o de otro compañero.
Y no sigo más. Como he apuntado, ya os proporcionaré datos estadísticos de todo esto y de los resultados del concurso lector. De lo que no os puedo dar datos objetivos es de la satisfacción que produce ese enjambre de alumnos alrededor de una pila de libros.
Crédito de la imagen: http://convalor.blogia.com
4 comentarios:
¿Y para qué vas a dar datos objetivos? No creo que debamos rendirnos a las estadísticas. Al leer tu post, me he imaginado la situación. Nadie dudaría en considerarla ejemplar.
La idea del concurso me parece muy atractiva. Es una de las que guardo para el curso que viene.
Yo debo reconocerlo, pero este añi no he logrado que se entusiasmaran con la lectura de novelas. Hemos leído mucha poesía, eso sí. Y teatro.
Espero los resultados de tu concurso. En el Departamento de Lengua las conclusiones de la encuesta nos han ayudado mucho sobre cómo y qué libros recomendar.Probablemente la realicemos cada dos años...y esta vez me ayudarán todos.
gracias a profesores como tú, gracias a esos libros que me atraparon por profesores como tú, hoy puedo llamarme escritora... Muchas gracias a ti en honor a todos ellos. ;)
La animación lectora (que además es dinamizadora de biblioteca escolar) es una tarea agotadora, pero, a la vez, es la más agradecida cuando cosechas lo que has ido sembrando poco a poco.
Gracias, bruja del mar, por los (desmesurados) elogios. Creo que muchos de los que nos dedicamos a esta profesión lo hacemos como homenaje a nuestros buenos maestros.
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