En estos días voy definiendo las lecturas que propondré a lo largo del curso. La innovación es una libretita donde anoto los nombres de los alumnos con un espacio suficiente para registrar sus lecturas de todo el curso (es la primera vez que sé de antemano que continuaré el año siguiente en el mismo centro). Espero que esto me sirva para ir configurando los perfiles lectores de los alumnos.
Muchos de ellos me piden libros de miedo e, inevitablemente, recurro a las numerosas antologías (Alfaguara, SM, Vicens-Vives, etc. -donde procuro que esté La pata de mono, de W.W. Jacobs-). También sugiero a Poe, aunque me doy cuenta de que les cuesta mucho soportar el ritmo moroso de algunas de sus narraciones, acostumbrados como están a la rapidez de la tele, el cine o los videojuegos. Para los más inquietos, sobre todo los bachilleres, apunto hacia Lovecraft y el resto de autores de los Mitos de Cthulhu, que fueron de mi devoción cuando tenía su edad. También Horacio Quiroga y los cuentos de locura y de muerte. De entre los libros juveniles, he encontrado pocos que den miedo, aunque anoto alguno que habría que revisar:
Los caminos del miedo, de Joan Manuel Gisbert (Col. Nautilus) Planeta.
Juegos. Robin Klein. Anaya.
Encuentro en el abismo. José María Latorre. SM.
El Castillo de Otranto. Horace Walpole. Anaya.
Algunas de estas lecturas las he sacado del Servicio de Orientación Lectora, una herramienta útil en ocasiones.
Y, por último, me viene al pelo la propuesta del diario 20 minutos, en la que buscan el mejor libro de miedo. Piensan publicar el resultado de las votaciones y sugerencias de los lectores antes de Halloween (que ha sustituido definitivamente nuestra celebración de difuntos, -¡pobre Tenorio!-). Ánimaos y votad.
2 comentarios:
De Edgar Allan Poe es éxito asegurado "El corazón delator". Hace tiempo que trabajo con este relato y da mucho juego.
Está incluido en la página web de materialesdelengua.org con un tema musical de fondo. Pásate por allí y lo encontrarás.
Detrás de esta propuesta está la idea de que en la medida de lo posible hay que relacionar música y literatura. En este sentido, los relatos de terror lo ponen fácil.
Lo de la música es todo un acierto... Yo siempre me pongo música para leer (ociosamente), y funciona!
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