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21 octubre 2006

Las cabalas femeninas

Decía la LOGSE que el oficio de tutor era inherente al de profesor, vamos, que todos somos tutores 'en potencia'. Que, además, lo seamos 'en acto' depende de los caprichos del azar y de la habilidad de nuestros colegas para el escaqueo sibilino. Por suerte, he tenido la desgracia de que me haya tocado siempre ser tutor (¿me verán la cara?), y digo por suerte porque, aún sabiendo los trastornos que dicha función conlleva, he aprendido mucho gracias a las tutorías y, hasta el momento, me ha supuesto las mejores experiencias en cuanto a las relaciones entre profesor, alumnos y familias.
Todo esto, como siempre, a cuento de una noticia que venía hoy en El País, que nos puede proporcionar material para el debate en la clase de tutoría (o en la de Lengua, por qué no).
Copio la noticia, que de verdad lo merece:

El género de los números
Un experimento demuestra que las mujeres sacan peor nota si creen sufrir una dificultad innata para las matemáticas
JAVIER SAMPEDRO - Madrid
EL PAÍS - Última - 21-10-2006


El rumor de que un valor se va a desplomar en Bolsa es un ejemplo de verdad autocumplida. La predicción acaba acertando, pero sólo gracias a sí misma. El psicólogo Steven Heine ha descubierto que la torpeza femenina con las matemáticas pertenece a la misma categoría: se vuelve verdad si la mujer cree que lo es.
Heine y un colega de la Universidad de British Columbia, en Vancouver, han reclutado a 120 mujeres de unos 20 años, las han dividido en grupos y las han sometido a un examen peculiar: dos ejercicios de matemáticas separados por un entremés de comprensión de lectura. Los experimentos psicológicos suelen esconder un truco, y en este caso está en el entremés.
Cada grupo de mujeres recibió un ensayo distinto para la supuesta prueba de comprensión de la lectura. Uno sostenía que las diferencias de habilidad matemática entre hombres y mujeres son de origen genético. Otro, que se deben a la experiencia. Y un tercero, que no hay tales diferencias.
Los resultados se publicaron ayer en la revista Science. Los tres grupos de mujeres sacaron una puntuación similar en el primer ejercicio. Pero las mujeres que leyeron el ensayo genético hicieron el segundo ejercicio claramente peor que las otras dos. "El estudio demuestra que la amenaza de los estereotipos puede reducirse, o incluso eliminarse, si las mujeres aprenden a adjudicarlos a la experiencia".
El experimento de Heine no sirve para aclarar si, en efecto, el talento para las matemáticas depende del sexo. Otros estudios anteriores han revelado una situación compleja: los hombres suelen puntuar mejor que las mujeres en las pruebas geométricas, y peor en las aritméticas. Además, si sólo se consideran hombres y mujeres con igual aptitud matemática, ellos siguen eligiendo carreras de ingeniería mucho más que ellas: el talento, en este caso, pesa menos que la motivación.
Pero el experimento sí indica que, sea cual sea el peso de los genes, más vale no pensar en ellos antes de un examen. Cuando una ecuación se le resista, acháquelo a una mala experiencia: ese mero pensamiento puede subirle un punto.

5 comentarios:

  1. Anónimo10:12 p. m.

    Yo supe desde siempre que algo había entre las matemáticas y yo, algo perverso. Lo descubrí de mayor, soy discalcúlica (es decir, tengo una ligera dislexia matemática). Dudo que lo sean todas las mujeres del experimento, pero algunas habrá porque somos un club bastante numeroso.

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  2. Justo después de colgar la noticia en el blog, me llegó un mensaje paralelo (gracias Pablo Enrique) en el que me cuentan otro experimento que, aunque no desmiente el artículo, sí lo hace extensivo a todo el género humano. Se hizo a unos escolares una serie de pruebas para evaluar su capacidad en diferentes campos (matemáticas, lenguaje, etc) y luego se dio a los profesores resultados sacados totalmente al azar. El supuesto test venía avalado por reputados organismos. Al cabo de unos años, los alumnos que supuestamente tenían mejor capacidad para las matemáticas obtenían efectivamente mejores notas, y así con todos los alumnos examinados. El problema no venía de los niños, sino de las expectativas de los profesores, que acababan proyectándose en los niños. Si esperaban que fueras bueno en matemáticas, cualquier fallo se desestimaba como accidental y los éxitos se reforzaban. En cambio, si esperaban que fueses malo, los éxitos se descartaban como casualidades y los fallos, como lo normal.
    De modo que, ya sabes, Lu, en esto lo importante es no tenerle miedo a nada, seas femenina, masculino o neutro.

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  3. Anónimo9:01 p. m.

    No sé. Yo creo que este debate quedó bastante claro el año pasado cuanndo se desató el asunto Summers (presidente de la universidad de Harvard).

    Por mi parte, en el debate subsiguiente entre Spelke y Pinker (defensor de Summers), me quedo con Pinker. Sus argumentos son más sólidos.

    Toda la información sobre el debate Spelker-Pinker está en el no. 160 de la revista "Edge" (en inglés, claro, pero muy recomendable):
    http://www.edge.org/3rd_culture/debate05/debate05_index.html

    Para un breve resumen en español: http://www.rionegro.com.ar/arch200604/17/o17f01.php

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  4. Ciertamente las dos noticias no se contradicen...
    En mi casa de pequeña, jamás oí comentarios que diferenciasen la capacidad intelectual de hombres y mujeres. Quizás por eso nunca tuve especial problema con las mate, aunque tampoco me entusiasmaban...
    En 4 de bachillerato suspendí latín y fui por letras... En COU suspendí inglés y terminé Filología Inglesa con sobresaliente en inglés...
    Todos sabemos que el interés y el afán de superación son tanto o más importantes que ciertas cualidades innatas, que existen pero que es casi imposible medir objetivamente.
    Ése es el difícil reto del buen profesor: despertar el interés por su asignatura!!!

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  5. Más allá de la validez de ciertos estudios (más que dudosos y más que inútiles) que justifican los presupuestos de las universidades, estamos de acuerdo en algo evidente:
    El ser humano sigue sin conocer y sin saber explotar los mecanismos que regulan sus capacidades.
    Nadie duda de que la motivación, la autoestima, el ambiente positivo, etc. influyen en el desarrollo de los saberes 'académicos' muy por encima de los índices de inteligencia y otras zarandajas. La prueba la tenemos en las aulas, donde alumnos/as muy limitados intelectualmente llegan lejos mientras algún superdotado cae víctima de sus propias inseguridades.
    Y para todo esto no hace falta ir a Salamanca, que hasta los jubilados de la plaza nos lo pueden explicar.
    Ah, y gracias por los enlaces.

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